Cuba y EEUU, las tirrias que se desvanecen
Las viejas y patológicas antipatías que separaban a Cuba y Estados Unidos por razones ideológicas comienzan a ceder, dando paso a un nuevo escenario que procura la cohabitación entre dos viejos adversarios tras medio siglo de rivalidades y distanciamientos.
Los presidentes de ambos países, Raúl Castro y Barack Obama, han llevado las tirrias al plano público para dejar en claro que, aunque con diferencias fundamentales, ellos apuestan a un entendimiento que permita normalizar las relaciones, sin que el pulso se les doble mucho a los dos.
Reconocer que el futuro de Cuba sólo lo deciden los cubanos ha sido, por parte de Obama, una tranquilizadora señal de que la mayor potencia mundial ha decidido guardar el garrote con el que avasalla, que no es otro que el embargo impuesto a las ventas a Cuba, para allanar otros caminos que favorezcan la convivencia.
Y la respuesta de Castro privilegiando la unidad en los aspectos en que están de acuerdo, no en los que los diferencia, es la llave que abre la puerta de esta histórica reconciliación.
La reunión de ambos mandatarios en La Habana, que está marcada por el hito de que es la primera vez en 88 años que un Presidente norteamericano pisaba tierra cubana, es otro eslabón del proceso de acercamiento que, de forma gradual, irá acomodando los intereses de ambos países sin que por ello haya que arriar, al mismo tiempo, todas las banderas que enarbolaron en su guerra fría, justificadas o no.
Esta visita ha servido para que, tanto en público como en privado, los mandatarios se desahogaran y discutieran con todas las cartas sobre la mesa las bases de esta nueva relación, de modo que el mundo sepa que embargo y respeto a los derechos humanos constituyen la base del toma y daca que hará posible que ambas naciones puedan coexistir amigablemente, pese a su larga historia de disputas y represalias.