Oportuna precaución de la JCE
El pleno de la Junta Central Electoral ha prohibido a los partidos políticos, a sus candidatos y a las organizaciones que competirán en las elecciones generales de mayo aceptar donaciones de gobiernos, empresas o agencias extranjeras expresamente destinadas a financiar sus campañas.
Una oportuna precaución, que debería asumirse como regla de oro, no solo para las ocasiones en que se abran procesos electorales sino para todo momento, a fin de preservar al sistema partidario de las influencias y maniqueísmos que pueden derivarse de ayudas destinadas a hipotecar su independencia o su accionar en la lucha por los mejores intereses nacionales.
Con esta medida, la JCE pone un freno a las intenciones de la Agencia Internacional para el Desarrollo en el país, reveladas por su propia representante en el país, de disponer de un millón de dólares para ayudar a partidos o candidatos que apoyen la causa de los gays, las lesbianas, los transexuales y travestis locales.
Y si bien una cosa es la causa, otra es el compromiso que implica, a corto o largo plazo. Desde el momento en que un partido o un candidato acepta estas ayudas y subordina sus acciones al mandato o los caprichos del que paga, en ese momento la tal ayuda asume las características de un caramelo envenenado, y desacredita al que se sucumbió ante tal tentación.
Si se hubiese permitido una contribución o financiamiento directo de una agencia gubernamental extranjera a los partidos o candidatos, bajo tales condicionamientos, eso podría dar lugar a que otras agencias de otros gobiernos o empresas extranjeras hiciesen lo mismo, con iguales o diferentes objetivos acomodados a los intereses que defienden.
Una de las preocupaciones mayores, aquí y en cualquier otra nación que busca preservar su sistema democrático de los virus contaminantes de las injerencias foráneas, es que flujos de dineros provenientes de los negocios ilícitos lleguen a las arcas de los partidos, para promover candidatos vinculados al crimen organizado o para impulsar políticas contrarias a las que dictan la Constitución y las leyes, o a las más sólidas tradiciones y valores de nuestro país.
Es preciso que el mecanismo aprobado anoche por la Junta Central Electoral sea observado escrupulosamente por los partidos y candidatos contendientes en los comicios de mayo y por las instituciones estatales que están llamadas a vigilar la fuente o cuantia de los recursos de origen extranjero que pretendan entrar en los presupuestos electorales.
Si los destinos nacionales se juegan el 15 de mayo, nadie de fuera tiene derecho a influir en la formación de los poderes del Estado, ni con dinero ni con las manos vacías, ni con chantajes de cualquier género ni en nombre de causas muy ajenas a nuestros intereses y valores culturales.