Metiendo en cintura a los choferes imprudentes
La idea de instalar pequeños muros alineados en algunas avenidas y vías de la capital o, en su defecto, desplegar conos plásticos que marcan carriles, ha sido una estupenda medida para llevar un poco de orden en medio de las imprudencias de conductores irrespetuosos de la ley de tránsito.
Es lo que se llama una solución a la fuerza, para poner fin a los constantes entorpecimientos causados por vehículos que usaban carriles de vías contrarias para avanzar en su desesperado afán por no quedarse en las colas de los tapones.
Se llegó a convertir en práctica muy usual de choferes de carros públicos, minibuses y taxis, que se creen al margen de la ley y con licencia para cometer toda clase de imprudencias mientras manejan.
La Autoridad Metropolitana de Transporte y el Ministerio de Obras Públicas han colocado hileras de conos plásticos o de pilotillos de cemento para mantener la disciplina y el respeto a la dirección de los carriles, y para evitar, como suele suceder, que en una vía en la que apenas caben dos hileras de vehículos entren terceros por el medio.
Conjuntamente con estas soluciones técnicas es preciso definir o especializar un carril para autobuses, minibuses y carros públicos, ya que gran parte del problema que ha obligado a establecer los pilotillos y conos es que los vehículos públicos andan dando bandazos de un carril a otro, disputándose los pasajeros.
La capital sufre también, la fiebre de bocinazos que se genera en medio de los entaponamientos o el torturante manejo que hacen algunos agentes de la AMET en algunas esquinas con semáforos, dejando fluir de un lado, pero entaponando por el otro, especialmente en las horas-pico.
De todas formas, hay que alentar a la AMET a que siga ideando medidas inteligentes y prácticas para poner fin al permanente caos que originan las congestionadas vías capitaleñas, y máxime si ayudan, por la fuerza, a meter en cintura a los violadores impenitentes que son culpables de tales problemas.