El mensaje de los obispos
La última carta pastoral del Episcopado Dominicano es, sin lugar a dudas, el más fuerte aldabonazo que la Iglesia ha dado en muchos años al modelo de Estado que nos rige, advirtiendo que se ha ido “deslegitimando” progresivamente en la medida en que falla al cumplir con todas sus obligaciones frente a la sociedad. La iglesia dice que, por culpa de la mentalidad de corrupción imperante en todas las esferas, el Estado se convierte en fuente de inequidad, de enriquecimiento personal y en plataforma de financiamiento de la actividad política, que lo debilitan enormemente. “La mayoría de nuestros políticos invierten sumas millonarias en las campañas electorales con el fin de alcanzar puestos públicos donde se manejan fondos del Estado para lograr mutiplicar su inversión económica”, lo que según la Iglesia hace que la política sea percibida “más que como un negocio que como un servicio”. “Más que institucionalización para el bien común, el Estado se convierte entonces en fuente de inequidad a través de la corrupción”, dice la carta pastoral. Los obispos católicos llegan a la amarga conclusión de que, ante un Estado quebradizo, la gente “no sabe a quién acudir ni a qué atenerse” a la hora de exigir la protección a sus derechos fundamentales, que le corresponde al Estado, porque el nivel de debilidad institucional es tan evidente que “la mayoría de la gente siente que el gasto del Gobierno no impacta considerablemente en su vida cotidiana, experimentando un mayor sentimiento de inseguridad”. La profunda reflexión de los obispos es una clarinada oportuna para que abramos los ojos a los riesgos que entraña seguir tolerando esta degradación de los valores que engrandecen y solidifican a una nación y que ya se manifiestan, de forma dramática, en los niveles de pobreza e indigencia de la mayoria de los ciudadanos y en la corrosiva y generalizada práctica de la corrupción sin sanción, que desalienta y desmoraliza.