Un asesinato que debe esclarecerse
La macabra escena de un joven haitiano colgado de un árbol y atado de pies y manos en un parque público de Santiago ha causado un alto grado de estupor y asombro. ¿Cómo es posible que haya tanto sadismo en los asesinos como para tomarse el trabajo de exhibir un cadáver en esas condiciones? Solo lo explicaría el hecho de que, como hacen los sicarios cuando cobran cuentas ajenas, el interés de los homicidas era hacer saber a alguien, o a toda la sociedad, que tienen los juegos pesados a la hora de una venganza o que se solazaban con producir la plena humillación de su víctima, más allá de la muerte. Hasta que no se esclarezcan debidamente las causas y formas de ese asesinato, y se sepa quiénes fueron sus verdaderos autores o instigadores, ese cruel hecho está siendo presentado en círculos de la haitianidad (tanto la dominicana como la de aquel lado) como el resultado de “una cadena de actos de barbarie” que se estarían cometiendo aquí contra los haitianos, presuntamente bajo un estado de odio y discriminación racial que estaría imperando en nuestro país. Algunas notas desde el extranjero así lo dan a entender. Haití ha pedido formalmente, por la vía diplomática, que República Dominicana garantice y respete los derechos de sus ciudadanos en nuestro país, y para tales fines ha llamado a la Cancillería de Puerto Príncipe a nuestro embajador Rubén Silié para leerle la consabida cartilla que se estila a la hora de trasmitir quejas formales. Desde ese punto de vista se explica el procedimiento. Así es que debe actuar un gobierno, en nombre del Estado o de la nación, cuando entiende que sus ciudadanos corren algún tipo de peligro o han sido víctimas de abusos o injusticias en otro país. Buena lección para la Cancillería dominicana. De todas maneras, hay que reconocer que la demanda de Haití es oportuna y procedente. Y que a quien más conviene esclarecer el asesinato del inmigrante haitiano Jean Claude Harry es a las autoridades dominicanas, de la misma manera en que en otras ocasiones ha resuelto otros “asesinatos atroces” perpetrados por haitianos contra sus propios compatriotas, pero que -inexplicablemente- nunca han merecido notas tan elocuentes de preocupación de las autoridades de su país de origen.