El sindicalismo de luto

El sindicalismo dominicano está de luto por las muertes de dos notables representantes de la clase obrera: Fernando Guante García y Ramón Pérez Figuereo a consecuencia de graves quebrantos de salud. Guante García, que llegó a ser diputado de la República, fue de los primeros propulsores del movimiento sindical desde la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos, que más tarde cambió de denominación por Confederación Autónoma de Sindicatos Clasistas. Junto con consagrados dirigentes como Henry Molina, José Gómez y Gabriel del Río Doñé, intervino en la formación de numerosos sindicatos en empresas públicas y estatales, la mayoría de ellos desaparecidos o en estado de vegetación absoluta. Comenzó, así, con ellos, una etapa en la que la reivindicación de los derechos de los trabajadores adquirió categoría de prioridad nacional, reflejándose muchos de esos esfuerzos en el nuevo código laboral. Ramón Pérez Figuereo pertenecía a una clase que se dedicó a defender los derechos de los obreros del transporte pero que, con el paso de los años, se inclinó por las acciones radicales como huelgas, bloqueos de vías y fuertes exigencias de beneficios y privilegios del Estado, en un modelo de lucha que se diferenciaba de otros sindicatos de clases. Tuvo un papel preponderante, de primera línea, junto a otros dirigentes de choferes, en las jornadas de reclamaciones que se verificaron en el país en las últimas dos décadas. Tanto él como Guante García representaron, de modo distinto, los intereses de los trabajadores dominicanos, aunque resulta penoso que después de tantos años consagrados a esa causa los frutos de sus luchas se desvanezcan entre la desorganización o desunión de sus afiliados, en la desaparición de los sindicatos y en un empobrecido y debilitado ejercicio de la actividad reivindicativa laboral en estos nuevos tiempos.

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