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Dudas acerca de una investigación

En la época de Balaguer, el pueblo era el mejor juez del gobierno: cuando mataban a alguien, asumía de inmediato de quién era la culpa. Daba el Santo y seña. Y después del veredicto, nada era más fuerte que lo desvirtuara. Es casi lo que acontece ahora con el horrendo y lamentable asesinato del comunicador televisivo Claudio Nasco, cuyo cadáver fue hallado totalmente torturado, acuchillado y amordazado en el jacuzzi de un motel de esta capital. Por más verosímil que pueda ser la versión ofrecida por la Policía Nacional no parece haber convencido al ciudadano común y corriente, el mismo que actuaba como tribunal del pueblo en los tiempos de Balaguer, de que los hechos aconteciesen tal y como señala el reporte oficial. Cuál fue, en verdad, la razón del crimen? En la versión inicial, se aduce que los matadores exigían el pago de una deuda. Si es así -se pregunta la gente- ¿qué razón explica que haya que irse a un motel a cobrarla y, además, que fueran varios los “cobradores”? La versión añade que los tres imputados llegaron al motel en el vehículo del comunicador victimado. Un dato digno de tomar en cuenta. En materia de opinión pública, la percepción de la gente a veces se impone a las realidades mismas. Si en la mente de los ciudadanos se instala una suposición contraria a la que difunde la Policía, entonces la versión oficial deja de tener robustez y acogida. Y, lo más importante, credibilidad. Tenemos una Policía Nacional competente, en todas las aéreas. Especialmente en la investigativa. Y nos consta que, pese a las precariedades, sus hombres dan la talla a la hora de investigar, escudriñar, reunir evidencias y formular las conclusiones más contundentes acerca de un crimen. Probablemente así ha sido en este caso. El problema inesperado es que mucha gente no lo cree así. Cosas del mismo pueblo, pero ya no en los tiempos de Balaguer.

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