El detonante de una sentencia

Con una fuerza de generación y de impacto casi sísmica, millares de insatisfechos y enardecidos ciudadanos norteamericanos se lanzaron ayer a las protestas en todo el país para patentizar su rechazo a la sentencia de un tribunal que declaró no culpable al sospechoso de haber matado a un joven negro en 2012. Se trata de una reacción de magnitud insospechada que se desató automáticamente tras conocerse los resultados del juicio Zimmerman-Martin, que venía siendo seguido con alto interés por las características del crimen en el que George Zimmerman, un norteamericano de madre peruana, mató al joven negro Trayvon Martin, en un suburbio de Orlando, Florida, en febrero del año pasado. Zimmerman alegó en todo momento que cometió el homicidio en defensa propia, pero más allá del fondo de la cuestión lo que parece haber indignado a la mayoría protestante es la percepción de que el tribunal ha sido maniqueado por un prejuicio racial y que el jurado que pronunció la inocencia del acusado estaba integrado mayoritariamente por blancos. Situadas las pasiones y las expectativas en el contexto de un prejuicio racial, lo que ahora importa no es saber si el jurado tenía la razón o si el juez pronunció un veredicto justo o injusto, sino en qué medida los acontecimientos que han acaecido tras conocerse la sentencia pueden afectar profundamente el orden social en los Estados Unidos. Hay antecedentes de históricas pobladas, de alcance nacional o estatal, que han sucedido en los Estados Unidos cuando un negro ha caído abatido, por un civil o a manos de la policía, y su muerte ha sido asociada a una discriminación racial. En lo que se aclaraban los hechos, las turbas quemaban y saqueaban negocios y forzosamente los gobiernos tenían que apelar a la guardia nacional---una medida extrema--para reponer el orden. A la justicia norteamericana se le reputa como una de las instituciones más sólidas, respetadas y auténticamente independientes que simbolizan el Estado de Derecho, y los fallos de sus tribunales generalmente son acogidos como frutos de un ejercicio impecable de impartición de justicia. Pero en este caso, el Gobierno tendrá que actuar con premura para que el departamento de justicia recurra a un mecanismo que permita revertir el fallo del tribunal de Sanford, Florida, ya que está en juego en estos momentos la estabilidad social en una nación que todavía no se recupera de los severos golpes que ha recibido su economía en los últimos años. Hay muchas cargas de frustraciones, limitaciones, pérdida de los estándares de calidad de vida en el seno de esa sociedad que parecen haber entrado en ebullición con este fallo del caso Zimmerman-Martin, y que solo faltaba que una gota rebosara la copa para que se produjera, de repente, la descarga de ira popular que ha preocupado tanto al Presidente Barack Obama que lo urgió a convocar al país a una “reflexión calmada” , para evitar males mayores. Vox populi, vox dei.

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