RD, Zelaya y Honduras
Fue el presidente Fernández uno de los grandes artífices de este histórico epílogo a un capítulo trágico e inesperado en la historia de Honduras
Al volver a Honduras y reinsertarse en la vida política de su país, tras un exilio de 16 meses en nuestro suelo, el derrocado presidente Manuel Zelaya cierra uno de los capítulos más controvertidos a los que haya tenido que enfrentarse el sistema democrático en los últimos años. La razón que invocaron los autores del golpe de Estado fue que Zelaya había violentado la Constitución al intentar reelegirse, pero la comunidad internacional entendió que el régimen de facto había violado, a su vez, la Carta Democrática de las Américas, al expulsar al Presidente por la fuerza. Lo que estaba en juego, en el fondo, era la vigencia y efectividad de este instrumento creado por la Organización de Estados Americanos para proteger a los regímenes legítimamente constituidos y legítimamente dirigidos de las tramas golpistas o de otras vías no democráticas para su suplantación. Honduras fue expulsada de la OEA, pero las cosas cambiaron luego de que República Dominicana, con su presidente a la cabeza, estimulara la apertura de un diálogo definitivo para resolver la crisis. El Gobierno dominicano y otros de la región reconocieron al nuevo presidente electo de Honduras, Porfirio Lobo, y el presidente Leonel Fernández se empleó a fondo, con su nuevo colega, para buscar una salida satisfactoria a la crisis derivada del golpe de Estado. Tras abrirle las puertas del país como asilado, República Dominicana cumplió un excelente papel de mediador y componedor de arreglos en aras de la vigencia del sistema democrático, y nadie puede vacilar en reconocer que fue el presidente Fernández uno de los grandes artífices de este histórico epílogo a un capítulo trágico e inesperado en la historia de Honduras.