A manos peladas
El fuego de ayer en una fábrica de plásticos del sector industrial de Herrera no pudo ser combatido eficazmente por los bomberos por un sinnúmero de dificultades y precariedades. Duraron más de cinco horas y tuvieron que intervenir unidades de seis cuerpos diferentes de bomberos. Para comenzar, las unidades no podían abrirse paso en las avenidas porque los conductores sencillamente no cedían el paso, pese a la insistencia de las sirenas. Esta es una mala conducta que todavía no acaba de penalizarse con rigor en el país. Luego, las precariedades de equipos impedían que los bomberos pudieran extinguir el incendio en un tiempo apropiado como para evitar su expansión a otras industrias. Afortunadamente el fuego fue mantenido bajo control. Esta experiencia, unida a otras recientes, ponen de manifiesto la necesidad de actualizar un plan de contingencia frente a casos como estos, un plan en el que intervengan representantes de organismos que, en un momento dado, pueden ser útiles auxiliares. Por ejemplo, la Policía Nacional, la Metropolitana de Transporte y las policías municipales. Organizar el tránsito era ayer una urgente prioridad, pues por eso los camiones de bomberos no llegaban a tiempo al lugar del siniestro. La identificación y disponibilidad de agua en lugares públicos es un elemento vital para que, en cualquier emergencia, no se pierda un tiempo precioso a la espera del líquido. Y, por supuesto, es preciso dar más equipos, uniformes especiales y herramientas a los bomberos, para que no sigan dando pena y vergüenza a la hora de cumplir, valiente y entusiastamente, su labor ante la sociedad, que nunca se lo reconoce.