¿A quién creerle?

El informe sobre la pobreza en el país, preparado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, ha hecho aflorar contradicciones entre los funcionarios responsables de su elaboración. Mientras el coordinador del informe defiende la cobertura del análisis, la jefa del organismo local dice que este resultó incompleto porque ignoró el revelador dato de que la crisis del 2003 provocó que un millón y medio de dominicanos cayera de golpe en la pobreza. Y alega dicha ejecutiva que, desde el 2004 hasta ahora, esa pobreza ha disminuido de 45 a 35 por ciento, aunque el coordinador del informe expresa que la pobreza medida en función de los ingresos se ha mantenido elevada todavía. ¿En qué pie, entonces, estamos parados? Si estas contradicciones no son resueltas, ¿qué confiabilidad tendría un informe de esta naturaleza para que sirva de base al plan estratégico nacional de desarrollo que pretendemos ejecutar hasta el 2030? En todo caso, hay que esclarecer sobre qué parámetro o “metodología” se mide el nivel de pobreza, si es sólo por el ingreso o por los indicadores de deterioro que gravitan sobre la vida de los menos favorecidos, y aquí parece estar el nudo de las contradicciones, pues mientras el coordinador habla de “tendencias estructurales de la pobreza”, la dama jefa del PNUD aquí declara sin ambages que la situación no es tan grave como se pinta en el controvertido informe.

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