Ya el palo está dado
Dos informes de amplia difusión internacional, el del desarrollo humano que preparan las Naciones Unidas y el del tráfico de personas, elaborado por el Departamento de Estado de EEUU, son ahora objeto de correcciones y aclaraciones.
Las Naciones Unidas, por vía de su representante local, ha dicho que el informe de este año estuvo incompleto y ahora reconoce que el país ha logrado reducir considerablemente la pobreza y que los programas de asistencia a los pobres constituyen componentes decisivos en ese esfuerzo.
Por otro lado, tanto el cónsul general como el agregado de prensa de la embajada de Estados Unidos, han hecho una oportuna distinción entre los términos “trata” y “tráfico” de personas que constituyen el objeto de análisis mundial del informe del Departamento de Estado, que ha causado impacto porque sitúa a nuestro país en una lista de doce naciones sujetas a sanciones económicas por no haber hecho los esfuerzos necesarios para combatir este problema.
La gente asume el tráfico de personas como una acción en la que una red transporta a ciudadanos de un país y los lleva a otro a conciencia de que violan leyes migratorias o laborales. La “trata” tiene otras características, es un puro negocio de transferir, vender o “alquilar” a un ser humano por paga, bajo engaño para someterlos a ejercicios aberrantes como la prostitución o de trabajo forzado.
La emigración, sobre todo la ilegal, no se asume como tal, sino como un reflejo del natural instinto del ser humano por encontrar mejores condiciones de vida, donde quiera que sea. Si la emigración haitiana al país tuviera una de esas dos características de “trata” o “tráfico”, tal vez se justificaría el duro dictamen aderezado con amenazas de cortar la asistencia económica que ha hecho el Departamento de Estado.
Pero esa no es la realidad. Ha sido, por lo visto, sobredimensionada, en medio de una “confusión” que provino aparentemente de un mal ejercicio de traducción, y por eso resulta oportuno que estas aclaraciones se hayan hecho desde la misma fuente emisora del documento.
Aunque el palo está dado, y no hay quien lo quite.