Los tres crímenes
Una jueza impuso ayer medidas de coerción por un año en prisión contra dos importantes sospechosos de haber cometido tres espeluznantes crímenes por cuyo esclarecimiento la sociedad no cesó jamás en exigirlo. Ahora que se descubre con elocuentes pruebas materiales y de otro género, el envolvimiento de un grupo de sicarios en estos asesinatos, es de rigor reconocer el permanente trabajo de investigación que de manera conjunta llevaron a cabo la Policía Nacional y el Ministerio Público para reunir estas evidencias que acaba de validar la jueza del Juzgado de Atención Permanente del Distrito Nacional. Que este relevante resultado se haya logrado y que coincida con la presentación de un completo expediente sobre pruebas para demostrar el delito de lavado de activos del prófugo José A. Figueroa Agosto y sus cómplices, subraya el interés que estas autoridades (Policía y Fiscalía) han puesto para llegar hasta las últimas consecuencias en la persecución del narcotráfico en el país. Las informaciones que se conocen sobre el apresamiento de dos de los señalados como presuntos cabecillas de la banda de matones, a los que se les impuso la coerción de un año en prisión, indican que los investigadores policiales y judiciales realizaron un inagotable trabajo de inteligencia que les permitió sustanciar el expediente en cuestión. Muchas veces solemos dudar de la eficacia de la Policía o de la voluntad de los fiscales y jueces para afrontar los retos que presenta a la sociedad el crimen organizado, pero no hay dudas de que en este caso la sociedad debe sentirse satisfecha de que hayan podido esclarecer estos horrorosos crímenes que causaron gran conturbación y sorpresa, por el sesgo retador a la autoridad y por la osadía y crueldad de sus ejecutores.