Acoso peligroso contra la JCE
Este concierto de ataques contra la JCE persigue intimidarla, chantajearla y obligarla a variar resultados para complacer puras apetencias políticopartidarias
La Junta Central Electoral está bajo fuerte acoso de aquellos candidatos inconformes con los resultados, todavía pendientes de ser oficializados, de las elecciones congresionales y municipales. Hay un fuerte empeño en atribuir a la JCE la manipulación de los escrutinios y hasta se le ha imputado haber promovido un “fraude” de altas magnitudes. Este concierto de ataques contra la JCE persigue intimidarla, chantajearla y obligarla a variar resultados para complacer puras apetencias político-partidarias, como se hacía en los viejos tiempos del maniqueísmo electorero. Ojalá que la JCE no sucumba ante estas presiones, porque sería desvirtuar la responsabilidad que la ley le consagra para dirigir y arbitrar todas las fases del proceso electoral. Es práctica conocida que los candidatos o partidos que se sientan perdidos o derrotados presenten resistencia y nieguen la validez de los comicios, y que sobre la base de esas quejas monten y promuevan acciones con la finalidad de “deslegitimar” el proceso, procurando alguna ganancia en río revuelto. Cuando las acciones toman un sesgo violento, ahí mismo pierden la esencia de lo que debería ser un reclamo legal, enmarcado en las reglas de todo proceso. Y los marcos para esos reclamos no se han cerrado ni limitado a nadie. La JCE, por el contrario, está en fase de conocer impugnaciones y proceder al reconteo de votos donde sea necesario, pero nunca puede decirse que se ha prestado para dañar intencionalmente las elecciones en favor de uno o más partidos contendientes. Hay que enfriar las cabezas de nuestros políticos, para que no lancen a sus enfervorecidos o frustrados votantes a una aventura callejera que no tiene sentido ni pertinencia en momentos en que la JCE ni siquiera ha terminado oficialmente su trabajo.