El acuerdo con los médicos
El Gobierno y el Colegio Médico han llegado al final de una larga jornada de negociaciones con un acuerdo para elevar en 30 por ciento el salario, no sólo de los galenos, sino de otros profesionales de la salud pública. El acuerdo se extiende, también, al aspecto de los servicios que prestan las clínicas y hospitales del Estado, una atención que sólo puede entenderse como satisfactoria si hay unanimidad de propósitos entre los médicos y las autoridades que imponen las reglas de trato en esos centros. Todo parece indicar que este acuerdo abre una etapa de menos tirantez y confrontación entre los agremiados y las autoridades de salud, y que atrás quedarán los tiempos en que los hospitales eran continuamente paralizados, con grave perjuicio para los pacientes pobres privados de atención a causa de los reclamos salariales. Una primera enseñanza en todo ese contexto de inestabilidad y de parálisis es que no hay mejor vía que el diálogo, siempre que se canalice sin presiones excesivas ni demandas inalcanzables, para conciliar intereses en conflicto. Lo que espera ahora la sociedad, tras este acuerdo, es que se produzca un mejoramiento cualitativo en los servicios hospitalarios; que los médicos dediquen mayor tiempo a sus responsabilidades, principalmente en los hospitales donde acude la gente pobre; que las autoridades se esmeren en mantener en alto los estándares de medicamentos, utensilios y equipos necesarios, y que la armonía retorne a ese sector.