Enfoque
Paralelos ecológicos

No han sido pocos los economistas que desde épocas pretéritas han creído detectar similitudes entre las leyes de la naturaleza y las que se dice gobiernan a la economía. Hubo quienes compararon la circulación del dinero con la de la sangre, en tanto que otros hallaron parecidos entre la división del trabajo y las colonias de abejas.
La Ley de Damuth no está entre las reconocidas por los economistas. Pertenece al ámbito de la ecología. Y señala que existe una relación entre la masa corporal de los individuos pertenecientes a una especie, y la densidad poblacional promedio de dicha especie. Según esa ley, propuesta en 1981, las especies de menor tamaño, como las bacterias y los insectos, tienen densidades más elevadas que las más grandes, como jirafas y elefantes, siguiendo una relación expresada por medio de una fórmula.
Pero además de esa ley, los paleontólogos disponen de la Regla de Cope, la cual postula que el tamaño corporal de una especie tiende a aumentar a medida que ésta evoluciona. Al crecer, sin embargo, requieren más energía y se hacen más vulnerables a eventos catastróficos, pudiendo terminar extintas mientras las más pequeñas y primitivas subsisten.
Si en la naturaleza existe esa vinculación entre tamaño, densidad y evolución, cabría preguntarse si algo similar no ocurre en lo que respecta a las empresas en la economía. Evidencias analíticas revelan algunas similitudes. Mientras mayores son las empresas que componen un sector económico, menor tiende a ser su número. Y las empresas tienden a aumentar de tamaño con el transcurso del tiempo, sea en su condición original, o adoptando estructuras corporativas integradas por varias unidades conectadas mediante una red de compañías vinculadas. Menos aparente, sin embargo, es que la resistencia a eventos catastróficos disminuya con el tamaño, porque en la esfera económica el tamaño permite una mayor diversificación, y ésta a su vez incrementa las posibilidades de supervivencia.
Lo que sí parece ser cierto es que otras especies muestran una menor propensión a ignorar las características y requisitos de la naturaleza, y se adaptan mejor a las condiciones prevalecientes en sus espacios habituales. Los seres humanos en cambio, tanto ellos como las entidades empresariales que crean, tienden a ser menos respetuosos del medio ambiente, trasplantan otras especies a entornos en los que se tornan dañinas, agotan los recursos naturales, contaminan la atmósfera y rompen el equilibrio ecológico.