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Qué se verá pronto y qué se verá mucho después

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José Lois MalkúnSanto Domingo, RD

La llegada de Luis Abinader al poder arras­tra muchas ex­pectativas y es­peranzas. Algunas serán satisfechas en el corto pla­zo y otras no tan rápido como muchos desearían. Comencemos por el Co­vid-19. Quizás la primera reunión del staff del presi­dente sea precisamente en el área de salud. Se supo­ne que los funcionarios ele­gidos hace varias semanas tendrán un nuevo plan pa­ra atacar el virus. Aumen­tar el número de pruebas, la disponibilidad de camas, mantener el toque de que­da, mayor aislamiento de las zonas de alto impac­to y otras medidas innova­doras, serán puestas en la mesa de discusión, espe­cialmente las necesidades presupuestarias.

Despúes lo económico.

¿Qué encontrara el pre­sidente una vez se reúna con sus nuevos funciona­rios del área económica? Los del área financiera, les dirán que hay suficiente li­quidez en el sistema ban­cario para prestarle a las empresas y personas. Pe­ro muchas Mipymes tie­nen meses en espera por sus préstamos ya que pre­sentan un alto riesgo para la banca. Inicialmente, el BCRD ha dado facilidades por RD$120,000 millones a través de Repos y encaje legal. Y cuando aún queda­ban unos RD$25,000 mi­llones por colocar, dio otra facilidad de liquidez rápida por RD$60,000 millones. Lo más importante para el Presidente es saber en dón­de se han colocado esos re­cursos. La pregunta que si­gue es ¿Cómo hacer que la banca, sin poner en peligro su solvencia, canalice más préstamos a las Mypimes asumiendo un riesgo com­partido?.

La respuesta debería ser mediante el Fondo de Ga­rantía. Con este fondo en operación, los préstamos a las Mipymes estarían ga­rantizados hasta un 60% por el Fondo de Garantía, lo que estimularía a la ban­ca a orientar más recursos a ese sector. Eso sería de gran ayuda para evitar quiebras masivas de negocios. Sobre la política monetaria, algu­nos economistas del equipo estarán preocupados por la fuerte caída de las reservas (unos US$3,000 millones). Con el nivel de reserva ac­tual, que estaría rondando los US$7,000 millones, hay poco espacio para contener la depreciación que puede producirse en los últimos 4 meses del año si no hay una entrada de capital fresco.

Más préstamos

En el 2020 se recibirán unos US$10,000 millones menos de divisas por la caída del turismo, zonas francas, ex­portaciones e inversión ex­terna. Solo las remesas po­drían mantenerse vivas. Ante estas circunstancias, el presidente debe enviar rá­pidamente a una comisión de funcionarios encabeza­dos por el ministro de Ha­cienda, para que gestionen nuevos préstamos ante los organismos multilaterales y negocien una reprograma­ción de los pagos de capi­tal e intereses de la deuda contraída, al menos por dos años. Igualmente, sondear con la banca de inversión las condiciones más favorables para colocar una emisión de bonos de US$1,000 millo­nes lo más rápido posible. Con estos recursos los ries­gos cambiarios se minimiza­rían y las promesas del Presi­dente en el área de la salud, asistencia social, crédito a la agropecuaria e infraestruc­tura (vivienda), podrían ser posibles. Todo ello, le daría un impulso a la economía que registra una caída del 8% del PIB en el primer se­mestre.

Continuando la reunión entraría la gente de presu­puesto. Estos deben presen­tarle al presidente un nuevo presupuesto revisado para los últimos cuatro meses del año a fin de enviarlo al con­greso para su aprobación.

Este presupuesto revisado debería permitirle al presiden­te reasignar recursos por unos RD$25,000 millones, elimi­nando muchos gastos super­fluos. Igualmente se discutirán los grandes lineamientos del presupuesto 2021. La elimina­ción o drástica reducción de la corrupción es otra vía de aho­rrarse mucho dinero median­te compras y contratación más transparentes. Nada se com­praba o se contrataba en el pa­sado gobierno sin un 25% de comisión de por medio. Fina­lizado el presupuesto viene el tema fiscal.

Las cifras que le mostra­rán al presidente serán ca­tastróficas. Hablamos de un déficit cercano a un 4% del PIB a julio (RD$200,000 millones) y un cierre del año de 6.5% del PIB (unos RD$350,000 millones). Quizás le propongan al pre­sidente una amnistía fis­cal para limpiar las deudas y recaudar algún dinerito adicional. Se analizarán al­gunos casos de grandes con­tribuyentes que tienen vie­jas o recientes deudas con el fisco y se adoptaran algunas medidas para que eso se re­suelva a la brevedad posible.

Y nos referimos tanto a la DGII como a Aduanas. La deuda pública no es proble­ma inmediato. Hay que bus­car más dinero.

Con suplidores

Las deudas del Gobierno con suplidores y contratis­tas será otro tema difícil y todas tendrán que ser revi­sadas y auditadas antes de pagar un centavo. Muchas de esas deudas están conta­minadas por la corrupción. El presidente hará fuertes recortes en algunas parti­das gasto y en eso los téc­nicos del PRM han trabaja­do por meses. Esos recortes le darán mucho margen de maniobra para reasignar re­cursos. Mantener la estabi­lidad macroeconómica será de máxima prioridad para el presidente y se impondrá a cualquier acción que pon­ga en peligro los cimientos de esa estabilidad. Después se le dará paso al Gabinete Social. Hablaran de los pla­nes sociales para los próxi­mos cuatro meses y medio. El Presidente anunció que continuará varios de los pro­gramas existentes e iniciará otros de inmediato.

Igualmente, se ha puesto énfasis en el mejoramiento y construcción de viviendas, que tienen un efecto multipli­cador en la economía, lo que no será de inmediato. Se co­menzará a abordar la univer­salidad del seguro salud, in­tegrando a dos millones de dominicanos. Quizás a fina­les de año esto se concrete. Todas estas medidas se im­plementarán relativamente rápido. Pero otras requerirán más tiempo y bajo un esce­nario económico más salu­dable. Por ejemplo, las refor­mas institucionales tomaran varios meses para concretar­se, incluyendo el cierre de va­rias instituciones. Así mismo, el inicio de grandes obras de infraestructura, incluyendo las de carácter público-priva­do tendrá que prepararse y li­citarse, requiriendo meses de trabajo. Hacer que el 4% del PIB a educación sea realmen­te una inversión productiva para mejorar la calidad de la enseñanza, implica medidas de carácter administrativo e institucional que tomarían un tiempo largo. Lo mismo con la atención primaria en salud para evitar un colapso del sis­tema.

Pérdida de empleos

La pérdida de cientos de mi­les de empleos generará des­esperación y angustia en mi­les de hogares dominicanos y la demanda por ayuda se mul­tiplicarán. Recuperar el nivel de empleo antes de la pan­demia no será fácil y menos con un toque de queda que posiblemente se extenderá hasta diciembre y más allá. Sobre el comercio exterior, años de desidia no cambia­ran de la noche a la mañana. Solo en el largo plazo podría cambiarse el modelo impor­tador predominante a uno exportador, eliminando o re­duciendo al mínimo el défi­cit comercial que supera los US$10,000 millones anual­mente. Finalmente, la refor­ma fiscal habrá que trabajarla desde ya, pero pensando en el 2021. Lo mismo con otras re­formas engavetadas por años. Le toca ahora a cada funciona­rio hacer sus planes, discutir­los y ponerlos en ejecución. Lo que está bien debe continuar, lo que está mal, eliminarlo y lo que está en carpeta ajustar­lo a las prioridades del nuevo Gobierno.

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