CON EL SUDOR DE SU FRENTE
Yesenia Mejía, una mujer que trabaja hasta los huesos
Ella es una de las tantas mujeres que se levanta a las cinco y media de la mañana para dejarle el desayuno preparado a sus niños y salir a trabajar a la Comercial Ganadera, mejor conocida como “El Matadero”, ubicado en Santo Domingo Este.
Oriunda de Bayaguana pero residente en Santo Domingo desde muy pequeña, Yesenia Mejía Berroa, de 35 años de edad y madre soltera de cinco hijos.
Con sus ojos llenos de lágrimas y voz entrecortada, Yesenia narra todo el sacrificio que ha tenido que hacer para sacar a sus hijos adelante, ser el sustento de su hogar, luego de separarse de su esposo y padre de sus cinco hijos.
“Voy a cumplir cinco años siendo madre soltera y ha sido muy difícil, pero yo entiendo que en algún momento dado va a valer la pena el sacrificio que yo he hecho por mis hijos”, comenta.
“Pero es fuerte, cinco hijos, tú sola. A veces el papá, como en mi caso, se ha hecho de la vista gorda y he tenido yo que lidiar sea con enfermedades, escolares, comida, hasta lo mínimo, un papel de baño, pero lo hago con gusto. Son mis hijos, decidí tenerlos, tengo que levantarlos”.
Objetivo
Es esa meta de levantar a sus hijos y llevarlos por buen camino lo que permite a esta joven madre trasladarse cada día, con sus botas de gomas hasta las rodillas, uniforme especial y cuchillo en mano a la Sala de Deshuese de la Comercial Ganadera (Matadero de San Isidro), para enfrentarse a un trabajo poco usual en las mujeres, donde la sangre de los animales y sus huesos se convierten en sus mejores aliados para llevar el pan de cada día a sus cinco retoños.
“Disfruto mi trabajo, después que aprendí a trabajar en deshuese me gustó. Tengo casi 6 años haciendo esto”, de lo que dice no arrepentirse por ser un trabajo serio y honrado.
Ha hecho otros cursos
De jovencita, luego de haber trabajado en casas de familias, así como distribuyendo pollos a colmados y polleras, Yesenia decidió iniciar un curso de repostería, el cual tuvo que abandonar porque sus críos reclamaban por comida, es así como con la ayuda de un amigo es introducida al mundo de las carnes, a un trabajo que usualmente es realizado por hombres.
Con una expresiva sonrisa, dice no avergonzarse de su trabajo, aunque esto le “ahuyente pretendientes”. Entre risas explica que muchos hombres le dicen: “tú, una mujer tan bonita trabajando eso”, “muchos hombres que me enamoran y desde que le digo a lo que me dedico me cogen miedo”.
Su madre fue una de las primeras personas en sorprenderse cuando inició los trabajos ligados al deshuese de carnes, cuenta que le decía que, si había enloquecido y le replicaba “tú estás loca no trabajes eso”, ya que al verla llegar a casa se le encogía el corazón, pues, su primera semana de trabajo fueron días de intensas fiebres, mientras se adaptaba al frío y al ambiente que se convertiría en su segunda casa. Tenía mis metas, pensaba “tengo fiebre, pero están mis hijos, y eso me hacía trabajar aún así”. A veces tienes un niño enfermo en casa, pero si no cumples con tu trabajo, cómo tú le das a ellos lo que necesitan, entonces hay una responsabilidad que es trabajar”, explica tranquilamente.
Esta mujer luchadora expresa que se siente satisfecha al ver el resultado de su trabajo colocado en las góndolas de supermercados del país y sobre todo cuando sus superiores se sientan a la mesa a disfrutar de un buen corte de carne de los que ella misma prepara, “siento que lo estoy haciendo se lo están encontrando bien y eso me hace sentir satisfecha”.
Fruto de su trabajo
Yesenia cuenta que cuando llovía, el agua se apropiaba de sus pocas pertenencias. Pues llovía más adentro que fuera de su casa, lo que la hizo esforzarse aún más y comenzar a reunir materiales para construir uno de sus sueños: un techo digno para ella y sus hijos.
Sin embargo, el deseo de ver materializado ese sueño y el dinero que recibía cada quincena no eran suficientes para ir a una ferretería a facturar los materiales, por lo que sus padres deciden ayudarla ofreciéndole unos metros de tierra que posteriormente fue tomando forma.
Con la ayuda además de los abuelos paternos de sus hijos, que dice nunca la de-sampararon, pudo terminar su casa y hoy, ella y sus cinco hijos disfrutan el tan anhelado techo digno.
SEPA MÁS Su día libre
A Yesenia le gusta quedarse en casa atendiendo a sus hijos, cocinándoles algo especial, peleando un poco. “Peleo mucho con ellos pero es un caos que a uno le gusta”.
Quiere sembrar en sus hijos el deseo de luchar siempre por lo que ellos quieran, “que se superen, que las cosas no llegan por ser linda, hay que luchar”.
“A las madres solteras les digo que luchen por sus hijos, que traten de sacarlos adelante de buena manera, el trabajo no deshonra”.