El grupo de los 20 debilitado y confuso

La decimotercera Cumbre del G20, formado por 19 naciones que comprenden el 90% del PIB y dos terceras partes de la población mundiales, se reunió el fin de semana pasada, lo cual realiza anualmente, para coordinar las acciones de políticas nacionales y multilaterales que ayuden a impulsar el crecimiento mundial y eviten el surgimiento y propagación de crisis globales.

Esta fue una reunión en Buenos Aires de Jefes de Estados y de Gobiernos mayormente debilitados en sus liderazgos nacionales, enfrentados en conflictos geopolíticos, en guerras comerciales, con posiciones disimiles sobre la globalización y el multilateralismo, y con una economía mundial con una frágil recuperación, y con signos preocupantes de indicadores que señalan sobre la posibilidad creciente del surgimiento de nuevas crisis globales.

Entre el liderazgo; el presidente de México dejaba su cargo el 1 de diciembre y solo asistió a la reunión para firmar el nuevo acuerdo comercial con USA y Canadá (USMCAN); el presidente de Brasil dejará el cargo el próximo 1 de enero; la primera ministra británica se enfrenta a una confusa salida de su país de la Unión Europea (Brexit) y con amplias posibilidades de ser rechazado su plan por el parlamento británico en unos pocos días, con la advertencia de la UE de que ese plan es lo único posible sin que colapse entre ambos el flujo comercial; el primer ministro italiano con un gobierno populista y anti unión europea (UE) presentó a esta UE, un proyecto de presupuesto nacional incumpliendo la meta del déficit acordado con esta, un país con un alto nivel de deuda pública equivalente al 132% del PIB, proyecto que fue rechazado y con amenazas al gobierno italiano de ser sancionado por incumplimiento de las reglas fiscales de la UE; la canciller alemana de fuerte liderazgo en Europa, ha decidido su pronto retiro de la política nacional, precipitado por sus derrotas internas frente a una populista y creciente extrema derecha alemana; el presidente de Francia ardiéndole París con su popularidad en caída libre; el príncipe heredero del Reino de Arabia Saudita está acusado de ordenar el asesinato de un prominente periodista de su país en territorio turco, y en conflictos con Irán, Yemen y Qatar; el presidente de Turquía demandando al príncipe árabe el esclarecimiento del hecho y fuertemente criticado por potencias occidentales por su gobierno autocrático y con desacuerdo con USA por el apoyo de este a los Kurdos; el presidente de China con potenciales enfrentamientos con los Estados Unidos (USA) por Taiwán, y por la expansión del área marítima de ese país en el Mar del Sur de China; el presidente ruso acusado de agresión por las potencias occidentales por la captura de tres barcos de Ucrania, por los ciberataques a países occidentales para influir en las elecciones nacionales y por el apoyo a los crímenes de guerra del presidente de Siria; y el presidente estadounidense ahora debilitado políticamente con la cámara de representantes en manos de la oposición, y bajo la lupa y sospecha de un fiscal especial por su supuesta conexión con los rusos para ganar las pasadas elecciones. Además de este sostener posiciones muy antagónicas que cuestionan la existencia de la Unión Europea (como si EE.UU.no fuesen también una federación de estados, o sea, su origen es una unión de estados), de las organizaciones multilaterales y de las políticas que promueven la atenuación del calentamiento global como el Acuerdo de París y de todo aquello que huela a globalización. Si el panorama es realmente confuso en el área de la geopolítica y más delicado aún por el debilitamiento de los liderazgos occidentales, este es más confuso aún, cuando se vislumbra el porvenir de la economía y comercio mundiales.

Incertidumbre Adicional a la incertidumbre a la economía mundial y al impacto adverso sobre las cadenas de valores industriales que genera la guerra comercial entre los USA y China, se agregan otros elementos para echarle fuego a esta incertidumbre; el aumento de la tasa de interés norteamericana junto a la restricción de su política cuantitativa y el fortalecimiento del dólar, son factores que contraen el flujo de capitales hacia las economías en desarrollo y debilitan las exportaciones de las dolarizadas; el elevado precio hasta días recientes de los precios del petróleo aumentan la inflación y las tasas de interés, reduciendo la dinámica del comercio y el potencial de crecimiento de las economías importadoras netas de energía. También el aumento del endeudamiento global a niveles preocupantes principalmente en China, países europeos y en los propios EE.UU. por el rápido crecimiento del déficit público, añade factores de incertidumbres. Otros factores son la gradual caída del crecimiento chino que reduce la demanda de materias primas provenientes de los países en desarrollo principalmente de América Latina; la caída en los volúmenes de producción y exportación de Alemania, el motor económico europeo, los cuales reflejan mas bien un profundo problema estructural en su poderosa industria automotriz, que ha sido adversamente afectada por falsear informaciones sobre la contaminación ambiental que generan sus vehículos, por las prohibiciones a la circulación de los vehículos de uso de energía fósil que están imponiendo la mayoría de las grandes urbes europeas, y por el rezago que tienen frente a China y EE.UU. en el desarrollo de nuevas tecnologías para vehículos de energía eléctrica. Si a esto se agrega el Brexit y la economía italiana, el crecimiento europeo que es débil con un elevado nivel de desempleo, no es nada halagüeño. De este mar de confusiones no salió nada en concreto en el documento final del G20. Lo positivo logrado fue la reunión en la periferia que sostuvieron los presidentes de China y USA, acordando un período de tres meses de tregua para darle tiempo a sus funcionarios a llegar a acuerdos que satisfagan la demanda norteamericana de reducir el déficit comercial bilateral, y China respete las reglas sobre propiedad intelectual. De todas formas, en el documento conjunto de los 19, se reforzaron al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, dándoles el visto bueno a sus directorios ejecutivos para aprobar el próximo año el aumento en sus cuotas por parte de los países miembros, y se le pidió a la Organización Mundial de Comercio que iniciara discusiones para su reforma interna.

Sobre esta reforma las posiciones sostenidas hasta ahora por la China y EE.UU. son tan diametralmente opuestas, que prácticamente parecería un imposible que se arribara a acuerdos en tan poco tiempo. Yo preveo que mientras dure la presidencia d Trump en USA, la OMC perderá su efectividad al quedar anulado su órgano de apelación por la oposición de USA a reemplazar las plazas vacantes de los jueces (de esta forma no pueden emitirse resoluciones definitivas en contra de sus acciones comerciales tales como las del acero) siendo este órgano uno de los pilares fundamentales para el funcionamiento efectivo de esa organización.

La falta de acuerdos con objetivos específicos a cumplir en esta pasada reunión, ha puesto su foco de optimismo, si todo transcurre normal, en el progreso que podrá lograr el Japón como presidente de la próxima reunión en el 2019, por ser un país desarrollado, comprometido con el comercio, la globalización y el multilateralismo, y con un liderazgo nacional mas fuerte que los de la mayoría de los 18 restantes.