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La economía ante un entorno cambiante

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Julio Andújar Scheker/Joel González PantaleónSanto Domingo

Durante los 10 años transcurridos desde que la crisis financiera internacional alcanzara su punto más álgido con la caída de Lehman Brothers, la política monetaria de los países industrializados generó un excedente de liquidez sin precedentes en la economía mundial. Esta disponibilidad de dinero en los mercados internacionales facilitó el flujo de capitales hacia economías emergentes en busca de mayor rentabilidad, abriendo nuevas oportunidades de inversión y crecimiento.

No obstante, más recientemente, la liquidez mundial ha comenzado a restringirse como resultado del retiro gradual del estímulo monetario en Estados Unidos de América (EUA), la apreciación del dólar, la resonancia de una guerra comercial de carácter global y los problemas geopolíticos internacionales. Este proceso deberá continuar en los próximos años obligando a los inversionistas internacionales a ser más cuidadosos a la hora de decidir hacia qué países canalizarán sus fondos.

En palabras de Madame Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), “habrá una diferenciación entre aquellos países que implementan una mezcla de políticas apropiadas y muestran disciplina en el manejo de sus economías y esos otros que, o bien no han hecho la tarea o apenas comienzan a realizarla”.

Este escenario internacional cambiante presenta nuevos desafíos para la economía dominicana. Estar preparados para enfrentarlo es una condición necesaria para preservar la estabilidad económica y mantener un crecimiento sostenido en el mediano plazo. Con el objetivo de edificar a los agentes económicos y al público en general sobre las herramientas con las que cuenta la economía dominicana para afrontar un entorno externo más incierto, se desarrolla un análisis sobre los posibles efectos del panorama económico mundial en las economías emergentes, particularmente en República Dominicana, como parte de la región de América Latina (AL).

1. Las economías emergentes ante un entorno internacional cambiante y complejo

La recuperación sostenida de la economía mundial, luego de la crisis financiera internacional, se inició en 2012, casi cuatro años después de la caída de Lehman Brothers. Aunque EUA había comenzado a crecer desde el año 2010, la recesión en la Zona Euro (ZE) se había prolongado como resultado de una crisis de deuda soberana en los países de la periferia. Una vez Europa logra ponerse en marcha, la economía mundial inicia una recuperación ininterrumpida, impulsada por el crecimiento de los países industrializados.

De esta manera, en el período 2012-2017 el crecimiento promedio de la economía mundial ascendió a 3.5% interanual. Según el FMI, la expansión mundial se mantendría en 2018, alcanzando 3.7% al cierre del año. No obstante, desde hace unos meses, se evidencian diferentes tendencias de crecimiento en los países industrializados. Por un lado, EUA continúa acelerándose, registrando una expansión interanual de 3.0% durante el tercer trimestre del año, al tiempo que la inflación se ubica en 2.3% al mes de octubre y el mercado laboral opera en condiciones de pleno empleo. Por otro lado, se observa cierta moderación en la ZE y Japón, lo que ha llevado al FMI a revisar a la baja las proyecciones de crecimiento e inflación para estas economías en 2018.

Debido al dinamismo de la actividad económica estadounidense, la Reserva Federal (FED) ha incrementado su tasa de referencia de fondos federales en 200 puntos básicos desde que inició el proceso de normalización de su política monetaria a finales de 2015.

De hecho, solo en los últimos doce meses la FED aumentó su tasa de referencia cuatro veces, para un incremento total de 100 puntos básicos. En contraste, la ZE ha postergado la decisión de ajustar su tasa de referencia al alza para finales de 2019, mientras Japón ha decidido mantener su tasa de política monetaria en terreno negativo. Estas divergencias en las posturas de política monetaria de las economías avanzadas han ampliado el diferencial de tasas de interés entre EUA y el resto de los países industrializados, haciendo más rentable la inversión en activos financieros en la economía más grande del mundo. El flujo de capitales a territorio norteamericano se ha beneficiado también de los incentivos contenidos en la Reforma Tributaria del Presidente Trump y del aumento reciente en las emisiones de bonos del Tesoro estadounidense, producto de un mayor déficit fiscal.

La principal consecuencia de este influjo de capitales hacia EUA ha sido una apreciación del dólar frente a las principales monedas. Así, con condiciones financieras más apretadas, conflictos geopolíticos y el escalamiento de las guerras comerciales entre los principales países del mundo se ha exacerbado la volatilidad en los mercados financieros, a la vez que ha crecido la incertidumbre en torno a los precios de las materias primas.

Este escenario internacional convulso ha afectado la percepción de riesgo en algunas economías emergentes, particularmente aquellas con fundamentos macroeconómicos débiles. Incluso, en algunos países el efecto externo ha sido magnificado por un entorno socio-político doméstico incierto. En consecuencia, se han observado salidas de capitales y presiones depreciatorias significativas en países como Turquía, Sudáfrica, Rusia y Argentina, entre otros.

Es preciso destacar que América Latina (AL) no ha logrado escapar a la situación compleja que presenta el panorama internacional y enfrenta retos importantes para preservar su estabilidad macroeconómica. En efecto, a lo largo del presente año, el FMI ha reducido de forma sistemática su proyección sobre el crecimiento de la región para 2018. Mientras a principios de año proyectaba un crecimiento interanual de 2.6%, para el cierre de octubre el Organismo Multilateral había revisado su previsión a la baja hasta 1.2%.

No obstante, el cambio drástico del panorama de crecimiento de AL oculta un comportamiento económico heterogéneo a lo interno de los países, más indicativo de qué tan preparadas se encuentran las economías de la región para enfrentar el nuevo escenario externo. En ese sentido, las economías de América Latina podrían agruparse en tres grandes grupos de acuerdo a su dinamismo actual y a la fortaleza de sus fundamentos macroeconómicos.

EL MAYOR ACTIVO Como se ha demostrado en el presente artículo, el mayor activo con que cuenta de República Dominicana para mantenerse como una de las economías líderes de la región en el cambiante escenario internacional, es la fortaleza de sus fundamentos macroeconómicos. Se prevé que continuaría el proceso de consolidación de las finanzas públicas, proyectándose un superávit primario de 1.7% del PIB en 2019. La Cuenta Corriente, por otro lado, convergería a un déficit menor a 2.0% del PIB, cifra por debajo de su nivel estimado de largo plazo.

En cuanto a las perspectivas de la economía dominicana para el año entrante, los modelos de pronósticos del BCRD señalan que República Dominicana crecería 6.5% en 2018, convergiendo a su potencial durante el 2019.

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