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ENFOQUE

ElL CAFTA-DR: Lo que no debemos seguir postergando

Escribo este artículo con cierto dolor y pesar por nuestro sector agropecuario en la República Dominicana. Me duele el alto precio que pagamos por la procrastinación en sentido general y cómo hemos extrapolado esta conducta al sector agropecuario. Esto se está mostrando con la implementación del acuerdo de libre comercio entre los Estados Unidos, Centroamérica y la República Dominicana (CAFATA-DR, en realidad y no DR-CAFTA, como nuestro orgullo nos conlleva a verlo y usarlo).

¿Y cuál es la situación? Los que conocemos sobre el CAFTA-DR, su proceso de negociación e implementación desde el principio, sabemos que nuestros negociadores dominicanos, especialmente los del sector agropecuario, trataron de defender el sector lo mejor posible. Para sectores más sensibles, por decirlo así, como el queso mozarella, los cuartos de pollo (que incluye el muslo) y el arroz, para citar algunos, se protegieron lo más que se pudo para empujar su desgravación arancelaria hasta el 2025 y sin reducción alguna hasta enero del 2016 (Categoría V).

Inicialmente, esto pudo ser una buena noticia para estos subsectores. Y se celebró de que se tenía tiempo más que suficiente para tomar las medidas necesarias para adaptarse a los cambios que traía consigo la apertura comercial. Pero, ¿qué ha pasado? Los grupos de interés responsables de diseñar las políticas y tomar las decisiones han actuado como puros dominicanos en el sentido de procrastinar (que se trata de la tendencia de demorar, retardar o retrasar algo). Se han dejado las cosas para resolverlas luego. Y se va a pagar el alto precio. Todavía se pueden tomar las medidas de lugar para proteger estos subsectores y otros en condiciones parecidas. Se están aplicando los dichos dominicanos de que “nos están cogiendo asando batatas” de que “compramos candado después que nos roban”.

El problema en sí no podemos verlo en el tratado del libre comercio. El problema debemos verlo en nosotros. Nosotros somos los responsables de lo que sucede en nuestro sector. Somos los responsables de implementar las medidas de lugar para proteger tanto a productores como a los consumidores.

Se habla de gestionar una posible renegociación del tratado a la luz de lo que vemos que pudiera ocurrir. Pero es bueno que entendamos a los expertos en la materia. No nos hagamos ilusiones con esto. Si el proceso de negociación tomó mucho tiempo, y por poco nos quedamos fuera si no hubiésemos sido adheridos al mismo, un proceso de renegociación será mucho más difícil. Hay muchos sectores que se benefician del mismo y los Estados Unidos y otros países de Centroamérica están cosechando los frutos de dicho tratado. El tratar de renegociar, será enfrentarse con estos sectores y países con gran poder.

¿Y qué vamos a hacer? Simplemente no debemos seguir procrastinando. Debemos tomar las medidas necesarias para que cuando haya una apertura total al final del período de desgravación arancelaria para los productos que todavía están un poco protegidos, se esté en condiciones de competir. Y también se debe trabajar con los productos que ya están totalmente desprotegidos.

¿Y quién hará eso? Todos debemos hacer nuestros aportes. Pero muchas veces pensamos que la responsabilidad es de los demás. No mía. Pero la responsabilidad es de todos. Creo que he hecho mis aportes para diversos sectores. Y lo he hecho desde los tiempos mismos de las negociaciones y la implementación, aunque en ese tiempo representaba los intereses del Gobierno de los Estados Unidos, trabajando como especialista en mercadeo para el Caribe (República Dominicana, Jamaica y Haití) del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA). Apoyamos los procesos de fortalecimiento de las capacidades comerciales de la RD, tal y como se acordó en el Tratado. También buscamos la forma de beneficiar a los consumidores locales llevando a cabo diversas actividades promocionales para beneficiar al sector comercial, el cual juega un papel de suma importancia en el país. Como representante del Gobierno de los Estados Unidos, desde la misma Secretaría de Agricultura, se recibían instrucciones para apoyar el sector agropecuario dominicano en el fortalecimiento de los procesos productivos y las relaciones bilaterales. No se quería ver que solo Estados Unidos se beneficiaría, sino que hubiera beneficios mutuos. De esa forma se incrementaba el comercio de ambas vías. ¿Y ya paraste, Wagner? No. Ahora estoy del otro lado buscando la forma de fortalecer nuestro sector productivo y comercial. Mi rol continúa siendo muy importante apoyando tanto el sector productivo en aspectos gerenciales e insertándome en uniones y federaciones de comerciantes y empresarios para buscar hacer mis mejores aportes.

Pero el reto es fuerte. A veces es mucho más fácil ver todo desde fuera. Los actores claves del sector deben tomar su responsabilidad buscando involucrar todos los grupos de interés y que cada cual juegue su papel. El sector oficial debe establecer los lineamientos globales, pero el sector privado, incluyendo a cada productor debe hacer su parte.

Las instituciones deben fortalecerse y enfocarse no solo en los procesos productivos, como muchas veces se hace, sino en los procesos organizacionales y gerenciales. Tradicionalmente, las entidades de apoyo al sector agropecuario se han enfocado en apoyos puntuales para incrementar la productividad y la calidad de los productos alimenticios. Sin embargo, se han dejado de un lado los procesos organizacionales y gerenciales.

Últimamente he tenido el honor de poder apoyar a varias organizaciones a través de proyectos de apoyo al sector con una visión de enfoque en el mercado y en el fortalecimiento de las capacidades organizacionales de entidades del sector. Y esto está produciendo sus buenos frutos. Pero también me duele saber que entidades del Gobiernos han apoyado estudios para determinar el potencial de productos dominicanos en los mercados internacionales y que el documento producido simplemente no ha sido usado como base para la implementación de medidas. Simplemente se han mostrado los resultados en foros y en la prensa y luego se ha olvidado. No ha habido un seguimiento. Algo parecido ha sucedido con otros proyectos de apoyo que ha facilitado la investigación de mercado y la elaboración de planes de mercadeo para que luego no se tengan los recursos para su implementación y se consideren estos estudios y planes como el impacto final, lo cual no debe ser. Las medidas de apoyo al sector deben llegar hasta producir un verdadero impacto. Se deben ver los objetivos finales y se deben buscar los recursos para logarlos.

Aunemos esfuerzo técnico y gerencial, público y privado. No procrastinemos. Actuemos ahora y cosecharemos los frutos de las buenas medidas para nuestro sector agropecuario.

El autor es economista y asesor gerencial wagnermgt@gmail.com

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