ENFOQUE
El FMI, Haití y la República Dominicana
Hace 36 años el nuevo Gobierno del presidente electo Salvador Jorge Blanco, encontraba al Estado dominicano postrado, sin recursos financieros, con las empresas públicas en déficits, y cerradas todas las fuentes de créditos externas, debido a los cuantiosos atrasos con los acreedores privados y bilaterales internacionales.
Esta crítica situación fue el resultado de los excesos de los gastos domésticos (entre otros subsidios a los combustibles, a la energía, y a los demás precios de bienes y servicios públicos) sobre los ingresos, y de las múltiples distorsiones que venían afectando durante lustros, las empresas productivas y las exportaciones del país.
Las tasas de interés fijas desestimulaban el ahorro privado, ya que sus niveles de rendimientos eran inferiores a la tasa de inflación, y estimulaban las actividades especulativas de aquellos que tenían fácil acceso al crédito; la tasa de cambio oficial era fija, ampliando la brecha cada vez más con la tasa del mercado paralelo, mientras más crecía la acumulación de recursos deficitarios. De esta forma se desestimulaban las exportaciones, las que además estaban aguijoneadas por negativos términos de intercambios, y en cambio se estimulaban las importaciones pagadas con la tasa oficial, provocando crecientes déficits de las cuentas externas, también afectadas por los elevados costos financieros sobre la deuda debido al aumento de las tasas de interés internacionales, llevando así al agotamiento de las reservas internacionales del Banco Central.
En medio de esta grave situación, sin posibilidades de tener espacios en el manejo de las finanzas públicas y en la obtención de recursos externos que compensaran el desequilibrio, el gobierno se vio en la obligación de acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI), el primero de un gobierno democrático dominicano, y apoyarse en un programa financiero, siendo esta la única institución que podría aportar recursos y permitirle al país abrir nuevamente las puertas externas y auspiciar el ingreso de capitales de inversión privada. (En un artículo publicado en el Listín Diario de fecha 5 de septiembre del 2012, su editora económica, Cándida Acosta, señala los siete acuerdos financieros firmados por el país con esta institución).
Es importante destacar que es precisamente en ese año cuando México entra en crisis, declarando una moratoria con la suspensión de pagos de su deuda externa en el mismo mes de agosto. A partir de ese momento, la mayoría de los países de América Latina van entrando también en crisis y suspensión de pago. Los años ochenta fueron llamados por la CEPAL como la Década Perdida de América Latina, por los enormes costos económicos y sociales que provocaron los programas de ajustes en estos países.
Haití Lo acontecido en Haití la pasada semana es una imagen copiada de lo sucedido hace 34 años, con sus condicionalidades, su poblada, su destrucción, y sus muertos. La diferencia es que ahora el programa técnico es un programa escrito, llamado Programa de Monitoreo del Personal Técnico del FMI (SMP, en inglés). También ahora hay más transparencia en las actuaciones hipócritas de estas instituciones, pues le continúan negando los recursos requeridos a los países pobres para enfrentar los elevados costos que generan los choques de los ajustes, mientras que para salvar las economías y empleos de los países desarrollados durante el período de la gran crisis del 2009, que originaron ellos, llenaron a los países en desarrollo de Derechos Especiales de Giro, con el fin de financiar los déficits fiscales y externos con los cuales estos países aumentarían sus importaciones, de manera que los desarrollados pudieran recuperar sus economías y empleos, a través de sus exportaciones sin tener que realizar ajustes internos por sus culpabilidades. Pero ya parece que los postulados de Madame Lagarde de colocar su institución como soporte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, han sido derrotados por la corriente técnica fondomonetarista en esa institución, al renovar los clásicos abusivos programas de ajustes sin recursos para compensar los impactos negativos en la población de menores ingresos.
APOYO PARA HAITÍ RECURSOS. Porque si hay un país que moralmente la comunidad de países donantes y los organismos internacionales están en la obligación de apoyar en su desarrollo es Haití, el cual solo recibió la mitad de los recursos comprometidos para su reconstrucción después del terremoto, y de estos, gran parte quedaron en las manos de fundaciones y agencias de tecnócratas internacionales sin beneficios para ese país. Ni tampoco recibió los recursos para resarcir a los familiares de las víctimas, por la epidemia de cólera que originó la propia ONU, y cuyos recursos prometidos los ricos países donantes no han sido capaces de aportarlos. Así como el daño moral que organizaciones combatientes como la Oxfam le infligieron a Haití con su corrupto proceder. Así que la irresponsabilidad de la comunidad internacional de donantes y de los organismos internacionales es la culpable de la tragedia que ha acontecido que acontece y que continuará aconteciendo en Haití.
¿Qué justificación racional de ajuste financiero podría hacerse al único País Menos Adelantado (PMA) del continente americano, donde las tres cuartas partes de su población vive en la pobreza y más del 50% en la indigencia? ¿Con un ingreso por habitante medido por su poder de compra de tan solo US$1,654 en 2016, valor inferior al que tenía hace veinte años? ¿En que cabeza humana se podría ajustar algo así? ¡Válgame Dios!
PROGRAMAS DE AJUSTES Los programas de ajustes diseñados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), formaron parte del llamado Consenso de Washington, donde también participaban las demás instituciones financieras radicadas en esa ciudad.
CHOQUES A POBRES El problema de estos acuerdos era y todavía siguen siendo los efectos del choque sobre las clases más empobrecidas, y la falta de aporte de los recursos requeridos y necesarios, para financiar los efectos negativos sobre dicha población.
SITUACIÓN EN EL PAÍS En RD se produjo una poblada con cientos de muertos y destrucción de propiedades. (El personal técnico del FMI que se encontraba en ese momento en el país, fue espectador presencial de los incendios).