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Trump, el Estado de la Unión y la migración

Como se esperaba, el tema migratorio pasó al centro del escenario político norteamericano, adquiriendo especial relevancia por la necesidad de apropiación de fondos para asegurar el funcionamiento normal del ejecutivo. Debemos de entrada aclarar tres componentes del tema migratorio en los EEUU. Primero, en el país existen al día de hoy cerca de 12 millones de inmigrantes ilegales; 3.6 millones de ellos fueron llevados al país por sus padres cuando eran menores de edad y a ellos se les llama Soñadores (Dreamers). Unos 800,000 Soñadores, que fueron llevados al país por sus padres cuando tenían menos de 16 años, están inscritos en un programa conocido como Deferred Action for Childhood Arrivals (DACA), establecido por decreto en el gobierno de Obama y que los protege de ser deportados. Trump anunció en septiembre del 2017 que no renovaría ese programa por ser ilegal. DACA deja de tener vigencia el 5 de marzo del 2018.

En teoría, el presupuesto debe aprobarse antes del 1ero de octubre, fecha en que inicia el año fiscal en los EEUU. De no hacerse así (como es el caso actual), el congreso debe proceder a aprobar -y el presidente a firmar- lo que se conoce como resolución continua (continuing resolution), una forma de apropiación provisional de fondos hasta cierta fecha. El 19 de enero vencía la última resolución continua y una nueva debía ser aprobada en la Cámara de Representantes y luego en el Senado. En la primera la resolución paso sin problemas, pero en el Senado la aprobación requería 60 votos a favor, un número superior a los 52 que tienen los republicanos. En otras palabras, se necesitaban por lo menos 8 votos demócratas, o más de ocho si algunos republicanos no votaban a favor. Si la resolución continua no era aprobada se producía un cierre del gobierno (shut-down). Los empleados públicos considerados no esenciales se les enviarían a sus casas y retornarían a sus puestos una vez el impase se resolviese, recibiendo el pago de los días no laborados.

Esta es la circunstancia que los demócratas decidieron aprovechar para tratar de forzar la aprobación de su propuesta sobre los inmigrantes ilegales, consistente en favorecer con una decisión conducente a la legalización y posterior otorgamiento de la ciudadanía a 2.1 millones de Dreamers. Los republicanos no aceptaron la propuesta de los demócratas. Estos últimos no votaron por la aprobación de la resolución continua forzando así el cierre del gobierno.

Grosero error de cálculo político

La acción de los demócratas constituyó un grosero y embarazoso error de cálculo político, ya que a los tres días de asumir una postura tan desafiante, tuvieron que capitular y aprobar junto a los republicanos de manera arrolladora (81-18) la resolución continua, efectiva hasta el 8 de febrero sin haber recibido nada a cambio, provocando gran frustración y agrias recriminaciones entre sus filas.

El uso del cierre del gobierno como arma política ha demostrado ser una táctica riesgosa. La clave para sacar ventaja de ella es convencer al público de que el otro es el culpable. Los demócratas trataron de achacar el cierre a la ineptitud de Trump. Pero este último respondió con un argumento fuerte: retratando los demócratas como políticos que ponían el beneficio de inmigrantes ilegales por encima del funcionamiento adecuado de las fuerzas armadas y la seguridad del país. Además las encuestas indicaban que los demócratas apostaban el caballo equivocado. Una encuesta de CNN mostraba que, si bien 96% de los demócratas y 72% de los republicanos simpatizan con DACA, cuando se les preguntaba que era más importante, evitar el cierre del gobierno o continuar con DACA, el 56% prefería lo primero a lo segundo.

Economía y política en el tema migratorio

Aparte de tener un fuerte determinante económico, la problemática migratoria tiene un altísimo contenido político, lo que explica que un país que se precia de hacer cumplir las leyes de manera estricta, haya permitido un relajamiento tal de sus leyes migratorias que hoy tenga cerca de 12 millones de inmigrantes ilegales dentro de sus fronteras. Hasta el arribo de Trump al poder, demócratas y republicanos habían tolerado la inmigración ilegal y habían sido blandos con la inmigración legal por el hecho de que, al igual que la exportación de empleos a países de bajos salarios, ello reduce la capacidad de los asalariados norteamericanos de acceder a sueldos más altos. No es casual que Ronald Reagan, el mismo presidente que en 1980 propuso un acuerdo de libre comercio con México (echando a andar lo que llegaría a convertirse en NAFTA) y debilitó grandemente el poder de los sindicatos, también haya firmado una amnistía para 3 millones de ilegales en 1986, dos tercios de los 5 millones de ellos a esa fecha.

Pero en el plano político, demócratas y republicanos han evolucionado hacia posturas cada vez más divergentes sobre el tema migratorio, divergencia que con Trump ha adquirido un matiz claramente extremo. La adopción de un globalismo intenso, el abandono de la causa de los trabajadores, la adopción de una política basada en las identidades y la evidencia de que los inmigrantes ilegales tienden a simpatizar más con el partido demócrata, ha llevado a estos últimos a convertirse en sus campeones.

Por otro lado, votantes afectados por la exportación de empleos a países de bajos salarios promovida por la globalización constituyen una porción cada vez más significativa de la base republicana. Para estos últimos la entrada masiva de inmigrantes les plantea una fuerte competencia en el mercado laboral. Este es un punto crucial para Trump, ya que a diferencia de lo ocurrido con otros presidentes republicanos recientes, este grupo constituye una porción significativa de su base de apoyo más leal, y a ellos Trump les prometió de manera vehemente control de la inmigración ilegal y la edificación del muro fronterizo. De modo que para los demócratas, forzar a Trump a incumplir con las promesas hechas a su base en torno al tema migratorio no solo busca complacer sus seguidores, sino que tiene por objetivo debilitar el sólido apoyo que aún le dispensa la mayoría republicana, y ello es un incentivo extra para insistir en la solución del problema migratorio bajo sus términos.

Propuesta de Trump en el Estado de la Unión

En su discurso sobre el Estado de la Unión del pasado 30 de enero Trump avanzó una propuesta para solucionar el problema migratorio basada en cuatro pilares.

El primero consiste en ofrecer, previo el cumplimiento de ciertos requisitos, una ruta a la ciudadanía para 1.8 millones de Dreamers. El segundo es asegurar las fronteras, es decir, construir el muro en la frontera sur del país y contratar más agentes para combatir la inmigración ilegal. El tercero es eliminar el otorgamiento de visas por lotería, lo cual no toma en cuenta las capacidades que tenga la persona, ni sus meritos ni la seguridad del país. El cuarto consiste en la eliminación de la “emigración en cadena”. Según Trump, en el sistema actual “un emigrante puede traer virtualmente un número ilimitado de familiares distantes. Bajo nuestro plan nos focalizaremos en los familiares cercanos, limitando la posibilidad de aplicar solo por los esposos y los hijos menores de edad”.

El tema migratorio continuará en el centro del debate público y la postura que asumirá cada partido tendrá en la mirilla las elecciones congresionales de medio término a efectuarse en noviembre. Los demócratas tendrán que hilar fino si desean tener posibilidades de ganar el control de una de las dos cámaras del Congreso. Primero, Trump y los republicanos se han asegurado la ofensiva en el tema migratorio luego de la reciente capitulación demócrata ante el fracaso del cierre del gobierno. Esa ventaja la han reforzado con una propuesta que, si bien suaviza la postura republicana cediendo con respecto al número de ilegales al que se le otorgará una ruta a la ciudadanía, retiene la construcción del muro, una promesa electoral de suma importancia para su base. Segundo, como ya Trump les hizo saber a los demócratas en el discurso del Estado de la Unión, la economía vive su mejor momento después de la crisis financiera y los votantes suelen bailar al ritmo de esa canción.

*El autor es economista y representó al país en el FMI.

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