INTELIGENCIA EMPRESARIAL

Espejismos capitales

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Jonathan D’Oleo PuigSanto Domingo

En los negocios y en las finanzas es sumamente importante separar lo real de lo nominal y las tendencias de las meras apariencias. Lo que puede parecer una pérdida en el corto plazo no tiene que serlo en efecto si actuamos inteligentemente y no con la cabeza caliente. Las inversiones, por ejemplo, fluctúan invariablemente. Inversionistas que no conocen la naturaleza fluctuante de los instrumentos financieros en su portafolio tienden a tomar decisiones erradas y ante una pérdida liquidan abruptamente sus inversiones. Esto, a su vez, materializa la pérdida irreversiblemente. En otras palabras, este tipo de inversionista compra una buena pelota, pero cuando ve que la misma va en picada la vende antes de que toque fondo y rebote. Cabe señalar que en ocasión de comprar un huevo y no una pelota es preciso que se deshaga de él antes de que entre en picada, toque fondo y explote. Más, si es una pelota lo que tenemos entre manos abrochémonos los cinturones y esperemos que se cumpla el ciclo de caída y rebote para que nuestra inversión, que es cual semilla, brote. Una pelota es otra forma de llamar a un instrumento financiero de calidad que después de una caída se puede reincorporar. El huevo, por su parte, representa la compañía que no posee las cualidades necesarias para sobrevivir una crisis y al caerse se desvanece. El inversionista inteligente sabe diferenciar entre una cosa y la otra. Consecuentemente cuando su pelota va en descenso no la vende, sino que compra otras pelotas que como la suya van camino al suelo, pero sólo para reincorporarse con un rebote que probablemente las lleve a alturas que superen el nivel desde el cual cayeron inicialmente. En la administración de empresas ocurre algo similar. Los empresarios con visión de futuro siguen adelante con su proyecto no obstante una recesión pues saben que así como toda noche está seguida por el día, la crisis será seguida por una recuperación. Más importante aun, el empresario de visión reconoce que es solamente en horas de la noche que las estrellas brillan. Entonces en el mal tiempo dan su buena cara y se aventajan en relación a aquellos que se acobardan ante la oscuridad de la crisis; oscuridad que, a final de cuentas, simplemente disfraza una plétora de oportunidades empresariales. Por lo tanto, en las finanzas y en nuestras demás andanzas no nos dejemos llevar por espejismos que, en su naturaleza, son efímeros y pueden nublar nuestra visión a la posibilidad de acumular capitales importantes; capitales que, responsablemente administrados, nos pueden ayudar a cumplir nuestra misión de dejar un legado mayor y mejor del que heredamos.

El autor es economista y conferencista.

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