ENFOQUE
Un pacto por el empleo
Hace varias semanas, la Asociación de Industrias de la República Dominicana planteó, muy acertadamente, la necesidad de que se firme un Pacto por el Empleo sugiriendo con esto una alianza público-privada para promover la generación de más puestos de trabajo en el país. La propuesta, a todas luces, resulta no sólo interesante sino también oportuna, sobre todo porque proviene del sector económico que históricamente ha agregado mayor valor a la economía dominicana, pero también de un sector empleador que durante los últimos años ha visto disminuir su contribución a la formación del producto interno bruto y al empleo. En efecto, un estudio de Abdullaev y Estev„o (2013) revela que la tasa de crecimiento de la industria manufacturera ha estado en descenso desde el año 1996. Por ejemplo, en los últimos tres quinquenios la tasa de expansión anual de la industria manufacturera ha sido de 7.9% en el periodo 1996-2000, de 2.5% en el periodo 2001-2005 y de 3.4% en el 2006-2011, una tendencia clara a la baja, aunque con una ligera recuperación en el último quinquenio analizado. De igual manera, cuando se estudia el valor agregado bruto de la industria, se puede observar que este fue de 30.3 (1996-2000), de 28.8 (2001-2005), y de 25.3 (2006-2011), evidenciando también una tendencia decreciente. Para el 2012 el crecimiento del valor agregado de la industria manufacturera local fue de apenas un 1.1% con relación al 2011, según el Informe de la Economía del Banco Central de la República Dominicana, la cual no resulta una noticia alentadora a partir de los datos anteriores. A todo esto se suma el hecho de que los industriales dominicanos perciben que tanto las ventas como la producción disminuyeron en el primer trimestre del año. Esta percepción es el resultado de la Encuesta de Opinión Empresarial al Sector Manufacturero que realizó el Banco Central de la República Dominicana para el trimestre enero-marzo del 2013, y la cual sintetiza que existe un efecto transitorio de la Reforma Fiscal sobre los sectores productivos, razón por la que los datos de ventas y producción de la industria manufacturera dominicana fueron menores a los del trimestre inmediatamente anterior. En términos de los empleos generados en el sector formal, medido por los empleados a los que su empleador reporta pago de salario y seguridad social, un estudio de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) señala que el sector industrias ocupaba en el 2009 el segundo lugar con 301,952 empleados. Sin embargo, cuando se analiza la evolución del empleo durante el período 2005-2010, “se observa que a pesar de que se mantiene en segundo lugar respecto a los demás sectores productivos, se presenta una reducción en la cantidad de empleados, pasando de generar el 33% en 2005 al 22% en 2010”. Demanda internaUn problema adicional es el de los salarios de los trabajadores y su incidencia en la demanda de los bienes y servicios que produce la industria. Por ejemplo, en la República Dominicana la tasa salarial mínima legal mensual en una empresa grande es de RD$11,291.70 a partir del incremento último de los salarios, que sólo alcanza para adquirir el costo de la canasta familiar del Quintil 1 que está referido al 20% más pobre de la población (De la Rosa y Vargas, 2013). Por igual, esta tasa es menor al Quintil 1 cuando se refiere a la Mediana Empresa (RD$7,763.4), y también cuando se trata de la Pequeña Empresa (RD$6,880.0). Con estos niveles salariales es poco probable que se pueda elevar las ventas de la industria manufacturera local. A partir de estos datos, se puede colegir que un Pacto por el Empleo tendría que incluir, además, un Pacto por la Productividad, un Pacto por la Educación Técnica y la Formación Profesional y un Pacto por los Salarios. El Pacto por la Productividad consistiría en el diseño e implementación de un conjunto de acciones concretas que, dicho sea de paso, no implicaría una amplia inversión de recursos. En este caso se propone una alianza estratégica entre la Asociación de Industrias de la República Dominicana, Pro-Indstria y el Infotep para la ejecución de Programa Industria Productiva para un País Productivo. Al margen del nombre, el hecho es aunar recursos, esfuerzos y capacidades para emprender un amplio programa a nivel nacional para atacar el problema de la baja productividad en las empresas, independientemente de su dimensión. A la par con la ejecución de este programa de apoyo a la mejora de la productividad industrial, se pudiera crear el Fondo de Productividad, que funcionaría como un estímulo económico para aquellas industrias que alcancen metas importantes de mejora de su productividad en un período de tiempo determinado. El Fondo se alimentaría de recursos del Gobierno Central, del Infotep, de la AIRD y de Pro-Industria. La administración sería conjunta entre las tres entidades. Uno de los pactos más importantes, en el contexto del Pacto por el Empleo, es el de la Educación Técnica y la Formación Profesional. Muchos desconocen el carácter estratégico de este tipo de formación y su vinculación con el desarrollo (Almandoz, 2009). La estructura productiva dominicana ha cambiado durante los últimos 20 años, pero la educación técnica de los trabajadores continúa siendo la misma. Estamos formando técnicos para sectores productivos que no existen y que están demandando otra cosa. Por eso, hoy en día no tenemos mecánicos, ebanistas, plomeros, carpinteros, herreros, que sean creíbles y serios en su trabajo, y carecemos también de técnicos medios que respondan eficientemente a las demandas de la industria. Educación El rezago es evidente y no se avanzará si no se adoptan nuevos enfoques pedagógicos en el proceso de formación de técnicos medios y obreros cualificados. Ya no basta con que un individuo aprenda un oficio específico, sino que hoy en día debe tener cualificaciones claves o extrafuncionales que lo convierta en un ente útil para la empresa. Por ello, se debe invertir en procesos que permitan articular las necesidades de las empresas con la propuesta de los institutos y centros técnicos que ofertan educación técnica y formación profesional, pero no desde un punto de vista teórico, sino como una acción práctica con medición de resultados. Por eso la necesidad de que las asociaciones industriales tengan mayor incidencia en la definición de la oferta del Infotep y de los Centros Operativos del Sistema, para que en la formación de los técnicos medios y en los oficios se incluyan módulos de medición de la productividad, planificación de la producción, técnicas de mejoras de procesos, cultura tecnológica, emprendedurismo competitivo, entre otros. En el caso del Pacto por los Salarios, es obvio que esto tiene que empezar por evaluar el rol de la fuerza laboral en las empresas, los costos que implican y los niveles de productividad que tienen. En un segundo momento será necesario abordar el tema de la eliminación de salarios mínimos, ya que el debate debe concentrarse en los costos de reproducir la capacidad de esa fuerza laboral. En un tercer momento, es imprescindible la mejora en la formación técnica de los trabajadores presentes y futuros. Es claro que no podremos avanzar como economía y como sociedad, si la demanda de bienes y servicios la realizan el 85% de los trabajadores con salarios mensuales menores a los 450 dólares. En último término, las negociaciones salariales anuales deben ser sustituidas por mecanismos e instrumentos permanentes de ajuste salarial, basado en variables como la inflación, el crecimiento económico y/o el incremento de la productividad laboral. En definitiva, es sabia y atinada la decisión de la Asociación de Industrias de la República Dominicana de proponer un Pacto por el Empleo en el país, lo cual demuestra su interés por la mejora del bienestar de la población; pero más sabia sería la decisión del Gobierno de aceptarla e incluirla dentro de las cosas que nunca se han hecho en esta media isla. Estoy convencido que, unido a la Estrategia Nacional de Desarrollo que está en marcha, este pacto constituiría una pieza fundamental en el rompecabezas que tenemos en el país para enmendar esta mecánica de más crecimiento económico pero igual pobreza y marginalidad .