DESCUIDO

Mercados, viejos y olvidados

LAS ESTRUCTURAS DEL GRAN SANTO DOMINGO FUNCIONAN CON POCA PRESENCIA DE LAS AUTORIDADES

A las 5:00 de la mañana, cuando millones de dominicanos están en el quinto sueño, el Mercado Nuevo es un hervidero de voces. En los camiones cargados con productos agrícolas procedentes de las distintas regiones del país, los vendedores vocean para sostener una abierta competencia de oferta, mientras los compradores responden con pedidos de mercancías o reclamos de rebajas. Las montañas de plátanos, yucas, batatas, guineos, sandías, melones, tomates, yautías y otros frutos de la tierra están por doquier, pero deben hacer dos, tres y hasta cuatro recorridos antes de llegar a la mesa de la familia dominicana. Aquí se abastecen los comerciantes que a las 7:00 de la mañana dan vida al Mercado Modelo, en la parte sur del Distrito Nacional, lo mismo que los camiones que llenan los mercados de Los Mina, en Santo Domingo Este, y las avenidas Nicolás de Ovando y San Martín. De aquí también salen las naranjas y las auyamas de los mercados de Villa Consuelo, Villa Mella y Santo Domingo Norte. Los vegetales de Constanza y Jarabacoa pasan por este punto del planeta antes de colocarse en los mostradores de los colmados de todas las provincias del Este, y parte de los comercios del Sur. “Los supermercados y los hoteles por lo regular compran al productor. Pero el pueblo, directa o indirectamente, compra su comida aquí, en el mercado”, dice Luis Taveras, presidente de la Unión de Vendedores del Mercado Nuevo. Intercambio En esta estructura comercial es donde se materializa la intermediación que el Ministerio de Agricultura llama especulativa, porque entiende que provoca que los productos agropecuarios lleguen al consumidor final a precios no relacionados con los altos niveles de producción del país y los estipulados de la Ley de Oferta y Demanda. El Ministerio sostiene que, desde que sale del campo hasta que llega a la mesa, un producto puede cuadruplicar su precio, sin adquirir ningún valor agregado en el camino. En el mercado la comida llega montada en camiones o camionetas de los mayoristas, quienes se encargan de comprar las cosechas en las zonas rurales (pocos productores tienen capacidad de venta). Estos mayoristas tienen puestos fijos en la plaza, por los que pagan impuestos diarios no mayores a RD$200. Algunos son comercializadores directos o dan un porcentaje de las ganancias estimadas a un revendón. Este porcentaje oscila entre 5% y 10%, y depende del tipo y la cantidad de producto. El revendón es el que hace negocio con los abastecedores de otros mercados, almacenes de provisiones, minimercados y colmados. Por él o ella cobran los encargados de recoger la basura que el Ayuntamiento del Distrito no recoge, y los burros o cargadores que llevan la compra hasta el vehículo del cliente. “Aquí no se aplica el asunto de la especulación, sino la oferta y la demanda. Si el producto es abundante, los precios son bajos. Claro, se da el caso de empresarios que compran toda la producción de productos como la cebolla, la guardan y comienzan a especular. El Gobierno conoce esa parte, pero no la menciona, no la ataca”, afirma Taveras, seguro de que su posición es la misma que sostiene la mayoría de comerciantes ubicados en los mercados capitalinos. Antes de pasar Los productos agrícolas de consumo masivo que entran al Mercado Nuevo antes de ir a los demás mercados del Gran Santo Domingo y al Sureste de la República no son observados por ninguna autoridad de Salud Pública. El lodo, las aguas residuales y las alimañas coexisten en esta plaza de comer- cialización agropecuaria sin mucho distanciamiento. Aquí a la comida no se le agrega ningún valor, sino precio, el precio necesario para que el revendón y varios detallistas cubran sus inversiones y saquen la ganancia que entiendan pertinente. Como ocurre en las demás plazas de la capital, visitadas por LISTÍN DIARIO, el Instituto Nacional de Estabilización de Precios (Inespre) no cumple su función de regulador, mientras el Instituto de Protección de los Derechos del Consumidor (ProConsumidor) se limita a hacer un levantamiento periódico de precios. En este caso la alimentación de miles de familias queda íntimamente ligada a la consideración de los comerciantes, y no del Estado. Para enfrentar los vicios de la estructura de mercado, en el 2002, el Poder Ejecutivo dio inicio a la construcción del más famoso que terminado Merca Santo Domingo. MERCADOS VIEJOS SIN REGULACIÓN El Mercado Nuevo fue construido en 1973. Desde entonces, es el principal centro de abastecimiento de Santo Domingo y sus más de 3 millones de habitantes, además de que vende a los negocios de la región Este. Hace un año, en medio de la campaña electoral para mantenerse al frente del Ayuntamiento del Distrito, el alcalde Roberto Salcedo anunció que la plaza sería ampliada y remodelada, con una inversión cercana a los US$23 millones. El ministro de Agricultura, presente al momento de hacerse el anuncio, reconoció que el mercado, incluido en el Programa de Mercados Frigoríficos e Invernaderos (Promefrin), hace tiempo agotó su vida útil, por lo que debía ser sometido a una profunda reparación. La promesa de marzo todavía no se ha cumplido, y el Mercado Nuevo, que ya es viejo, se mantiene como una mole sin doliente. La ausencia de acciones gubernamentales también se observa en los demás mercados del Distrito y de la provincia Santo Domingo. El descuido va desde la seguridad hasta la falta de higiene de los espacios de comercialización de alimentos, según las observaciones anotadas por LISTÍN DIARIO en su recorrido.

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