PRISMA ECONÓMICO
La mano que mece la cuna
Se estima que a nivel mundial los programas de asistencia financiera otorgados desde el inicio de la crisis global ya alcanzan un aproximado de US$11 trillones (20% del PIB mundial). Sólo en Estados Unidos, se han destinado US$3.3 trillones para financiar la adquisición de activos “tóxicos” y dar liquidez al sistema financiero. Estos programas de apoyo han empeorado los desbalances fiscales alrededor del mundo, particularmente en EEUU y Europa. Dichas medidas han sido financiadas con la emisión de billones de dólares en instrumentos de deuda. Ante esta situación surge la pregunta: ¿Quién tendría tanto dinero para financiar al primer mundo? La respuesta es China. Decir que el caso de China es impresionante resultaría conservador. Una economía que hace 50 años era una sociedad de pobres agricultores que se debatía entre el hambre y los afanes de industrialización del férreo régimen de Mao, hoy posee más de US$2.5 trillones en reservas internacionales, equivalente a un tercio del de las reservas en poder de los bancos centrales del mundo, acompañado de un crecimiento económico de dos dígitos desde hace más de 20 años. Los críticos del régimen chino reconocen que su imponente nivel de reservas ha desempeñado un papel fundamental en la provisión de liquidez a las principales economías del mundo durante la crisis, amortiguando los efectos de la recesión mundial y el desplome del crédito a nivel internacional. El rol “estabilizador” de China se ha extendido a economías como Argentina, Indonesia y Corea del Sur, con quienes el Banco Central de China ha realizado operaciones de swaps en dólares para atender problemas de liquidez a corto plazo desde noviembre de 2008. En el caso de EEUU, su relación con China desde el fin de la Guerra Fría ha resultado en una dependencia mutuamente beneficiosa. A pesar de sus diferencias políticas, EEUU consume masivamente productos chinos a bajos precios, mientras el gigante asiático mantiene un voluminoso superávit comercial que le permite acumular billones de dólares en reservas, sustentado por una política de subvaluación del yuan (renmimbi) que abarata significativamente sus exportaciones. Sin embargo, la relación entre ambas economías se ha tornado cada vez más compleja y delicada, sobre todo desde el inicio de la crisis financiera. China ha utilizado gran parte de sus reservas para adquirir bonos del Tesoro estadounidense y financiar el déficit público de EEUU, elevando el grado de interdependencia económica. A finales de febrero de 2010, China se convirtió en el mayor tenedor de bonos estadounidenses del mundo con US$744 billones, superando a Japón. Esta masiva acumulación de activos ha sido vital para que China pueda mantener subvaluada su moneda y hacer más competitivas sus exportaciones. Dicha situación, ha llevado al presidente Obama a exigir al gobierno chino que permita una apreciación del yuan, ya que los desequilibrios comerciales en EEUU no sólo están destruyendo puestos de trabajo, sino que desaceleran la reactivación económica. Sin dudas, China se ha convertido en una potencia internacional, a la que se puede presionar pero no enfrentar, porque, su mano, para bien o para mal, mece la cuna de la principal economía mundial.