BIENES RAÍCES
Muros divisorios causan accidentes en oscuridad
EN LA CARRETERA MELLA LOS CONDUCTORES TODAVÍA NO SE ADAPTAN A LOS “PILOTILLOS”
Parece que un conductor no vio los muros divisorios de la carretera Mella y se estrelló contra uno de ellos hace pocos minutos. El vehículo quedó atascado por la parte inferior y el propietario está buscando una grúa para que lo remolque. Posiblemente, comentan los curiosos, se le arruinó la transmisión u otra parte importante. La reparación podría costar 10 mil pesos o algo más. “Gracias a Dios que no se murió nadie”, se escucha desde la acera. Esta escena ya es común en Santo Domingo Este, donde las autoridades municipales han construido divisiones de concreto para evitar que los conductores salgan inoportunamente de los carriles. Estos “pilotillos” se ubican a la altura de los sectores Ciudad del Almirante, Residencial Perla, El Tamarindo, Hainamosa y Los Rosales. Todos presentan marcas de los “encaramados”. “Aquí hemos ayudado a desmontar como veinte carros, yipetas y camionetas, que se quedan atorados en el muro”, cuenta Jhony Brea, “motoconchista” que trabaja en las inmediaciones de El Tamarindo. Brea, como otros compañeros de labores que lo acompañan, cree que los muros de 5 y 10 pulgadas no están suficientemente señalizados. Por eso los conductores “se los comen”, principalmente en las noches, a oscuras. En su opinión, la solución vial construida por el Ayuntamiento de Santo Domingo Este (ASDE) ha terminado en parte con el desorden del transporte público, pero al mismo tiempo ha puesto en peligro la integridad de muchas personas. “Se usan para evitar la falta de educación de los chóferes de carros públicos que se cruzan de una carril a otro sin ningún tipo de consideración”, explica el experto José Antonio Constanza. Agrega que los llamados pilotillos son necesarios para que la gente entienda que no se deben pasar los vehículos de una zona determinada a otra. La señalización de estas divisiones, dice, tiene que hacerse con pintura reflexiva y demarcadores del mismo tipo, con el fin de evitar impactos. Constanza señala que los carriles de las carreteras por lo regular se dividen con franjas amarillas, pero la imprudencia en el manejo obliga a las autoridades a colocar forzosamente los muros, algunos más altos que otros. “La altura la determina la velocidad permitida en la ruta”, agregó. Verdadera solución Jorge Terrero Ogando es uno de los conductores de El Almirante que dan apoyo a la instalación de los muros divisorios, porque, según él, ayudan a definir el curso del tránsito. Pero reconoce que sus ojos han visto a “muchos” conductores accidentados por no conocer la ruta. Ogando entiende que el Ayuntamiento debe poner micas (reflectores) en los muros con el fin de hacerlos “totalmente” visibles en las horas de la noche”. “La carretera tiene que ser segura para el que la conoce y también para el que no la conoce”, dice. En estos momentos los pilotillos de la carretera Mella están señalizados en los extremos. Los ladrones y los accidentes se han encargado de disminuir la cantidad de reflectores. Otros factores La Mella se ha quedado estrecha ante el crecimiento constante de Santo Domingo Este. El tránsito del municipio desborda las soluciones viales implementadas hasta el momento. Pero el descuido de las autoridades también tiene que ver en el problema. En la entrada de El Almirante, al lado de un muro separador, hay dos enormes hoyos que se llenan de agua en estos días de mayo. Para esquivarlos, los conductores rompen el orden de ese tramo de la vía. Más al oeste, a la altura de Hainamosa, continúan los hoyos que limitan la estrecha calle, también al lado de las divisiones de carriles, donde quedan rastros de concreto que testifican un accidente reciente. “El que sale de su casa después de las 6:00 de la mañana sabe que va a tener problemas, porque aquí siempre hay tapones. Uno no se puede mover, porque ahora están los pilotillos y los hoyos”, critica Miguel Veras, quien tiene que conducir en la Mella todos los días laborables del año. Como otros munícipes, Veras cree que la construcción de la segunda línea del Metro, que llegará hasta San Isidro, según la Oficina Para el Reordenamiento del Transporte (OPRET), ayudará a descongestionar las principales vías de la Zona Oriental, y a superar el “trauma” de los muros y la estrechez de camino. LA VÍA EN CONTEXTO Hace más de una década, la carretera Mella era la principal vía de comunicación entre las cañeras provincias de la región Este y el resto del país. Sobre ella pasaron las carnes de Hato Mayor y la melaza de San Pedro de Macorís así como los primeros intentos de industrialización del mabí de El Seybo. Ahora es un camino bordado con crecimiento comercial y habitacional, pero también con muchos tapones, hoyos, basura y centros recreativos ilegales. El más grande de los tapones se observa en la intersección con la Charles de Gaulle, donde más de uno se hace presa de la desesperación por los constantes taponamientos. La presencia de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET) no es suficiente para regular el movimiento vehicular, según las observaciones del Listín Diario. Además de la segunda línea del metro, uno de los elevados del Corredor Duarte se sumará a los intentos de mejorar el tránsito en esta parte de la provincia Santo Domingo.