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A raya, que no pase esa epidemia

Bajo ninguna circunstancia el Gobierno debe bajar la guardia frente a esta amenaza sanitaria. Tiene que tomar todas las medidas, por más duras y restrictivas que sean, aunque esto implique inclusive el cierre de la frontera temporalmente al paso de personas o mercancías.

Este país no puede darse el lujo de permitir que entre y se expanda el virus del cólera, como ha ocurrido en Haití. Allí ha habido un caldo de cultivo para esa letal bacteria, por las condiciones de insalubridad, carencias de servicios públicos adecuados y por la prevalencia de enfermedades asociadas a la catástrofe de enero. Aquí, afortunadamente, contamos con un sistema de salud que ha hecho sonar temprano muchas alertas, como por ejemplo la de la gripe A1H1, logrando mantenerla a raya, y enfrentando adecuadamente otras epidemias que han sido más devastadoras en otros países que en el nuestro. Ahora mismo estamos demostrando capacidad preventiva al máximo, porque estamos conscientes de que si el cólera penetra, su sola incidencia crearía una situación sanitaria nueva y, además, repercutiría negativamente en el turismo que, hasta el momento, sigue siendo fuente vital de la economía. Bajo ninguna circunstancia el Gobierno debe bajar la guardia frente a esta amenaza sanitaria. Tiene que tomar todas las medidas, por más duras y restrictivas que sean, aunque esto implique inclusive el cierre de la frontera temporalmente al paso de personas o mercancías, hasta que se tenga una seguridad plena del control de los factores que desencadenan el virus. En la medida en que extremamos los controles en el área más próxima al brote, también es preciso poner en práctica una movilización de personal para dar rápidas orientaciones a los ciudadanos sobre las precauciones elementales que hay que tomar. Y si es necesario restringir por un tiempo la venta sin control de alimentos crudos o mal cocinados, ofrecidos en ambientes antihigiénicos, pues que se haga, sin muchos miramientos. Repetimos, no podemos darnos el lujo de ser penetrados y atacados por el cólera, simplemente porque no queremos causar incomodidades a nadie. Muchos intereses nacionales, vitales por demás, están en juego con esta sola amenaza bacteriana.

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