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Historieta

Conmemorando la vida Ignacio Loyola

Portada. El padre José Victoriano sj, explica que la Colección de Historietas Educativas pertenece a la gama de publicaciones realizadas por Radio Santa María en constribución de educar en valores a la sociedad.

Portada. El padre José Victoriano sj, explica que la Colección de Historietas Educativas pertenece a la gama de publicaciones realizadas por Radio Santa María en constribución de educar en valores a la sociedad.

Cada 31 de julio la Compañía de Jesús recuerda la muerte de su fundador, Iñigo Loyola, mejor conocido en la comunidad católica como San Ignacio Loyola. De pequeño, como todo adolescente, era muy amante a las aventuras y tenía deseos de grandeza. Debido al fallecimiento de madre y su padre cuando a muy temprana edad, su hermano mayor, Martin, se encargó de su educación.

En principios sus intereses no se inclinaban a lo religioso, sino a los juegos de azar, conquistar alguna mujer de más alta fortuna que él, viajar y conocer diferentes países; ser religioso nunca fue su aspiración.

Un golpe doloroso Una tía le reprendía por sus andanzas y le refirió que hasta que este no se rompiera una pierna, no sentaría cabeza.

Pareciera una predicción divina, pues para el 20 de mayo de 1521, Ignacio se encontraba defendiendo la fortaleza de Pamplona, España, cuando un cañón le alcanzó una de sus piernas dejándolo gravemente herido.

Debido a su terquedad, no se rindió y no permitió que sus soldados lo hicieran tampoco, no fue sino después de cuatro días, que decidió levantar bandera blanca, puesto que ya no soportaba el fuerte dolor de la pierna.

Fue reconocido por sus propios enemigos como un caballero valiente y de coraje, por tal razón le brindaron las atenciones médicas necesarias para sanar la herida. Sin embargo estas atenciones no fueron suficientes y le recomendaron viajar hasta su ciudad natal y dejar de un lado las peleas bélicas.

Así lo hizo, y estando bajo el cuidado de su cuñada Magdalena y su hermano Martin, queda en reposo por varios meses, ya que fue sometido a muchas operaciones para poder restaurarle la pierna.

Un cambio a través de la lectura Mientras estuvo en reposo, solo pensaba en todas las aventuras que haría cuando se recuperara, pero los días encerrado en cuatro paredes, le ganaron a su imaginación. Es así como le pide a su cuñada libros de caballería para distraerse con la lectura.

Sus peticiones fueron vanas ya que Magdalena solo conservaba en su librero textos de santos y sobre la vida de Cristo. Ahí inició su transformación.

Al conocer sobre la vida de Cristo y todo lo que este paso mientras estuvo en la tierra, sus convicciones fueron cambiando. San Francisco y Santo Domingo, fueron otros que terminaron de encender el motor de las nuevas aventuras que se disponía a realizar.

Por su mente ya no pasaba seguir en andanzas mundanales, como más adelante las llamara él mismo, sino que estaba decidido a abandonar todos sus bienes materiales, los beneficios que recibía por ser un noble caballero, dejar de conquistar corazones y emprender un viaje hasta Jerusalén, haciendo peregrinación y penitencia.

Con un sin número de percances que encontrara en el camino, este hombre de unos 30 años, salió en busca de lograr su nueva hazaña: visitar y predicar en la ciudad donde lo hizo Cristo.

El 24 de agosto de 1523 llegó a su destino. Debido a las circunstancias políticas de la época, solo pudo visitar lugares como Belén, Jericó y el rio Jordán.

Sus intenciones siempre fueron quedarse, pero pese a tener cartas de recomendaciones importantes, de nada le valieron ya que fue amenazado de excomunión si no abandonaba Tierra Santa.

Tan solo permaneció 20 días, lo cual le dejó con muchas incógnitas. ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Cuál será la voluntad de Dios para mí?

Cambio de planes Como su propósito de quedarse en Jerusalén se vio frustrado, durante varios meses analizó qué debía hacer entonces para regresar nuevamente. Es así como decide ponerse a estudiar, de manera que no lo confundieran con un falso predicador.

A los 33 años inició sus estudios de Gramática y Latín, en Barcelona, España.

Mientras estudiaba, a la par predicaba a los demás jóvenes. Esto le causó gran conflicto ya que había varios que le seguían como si este fuera un apóstol. Por esta causa tuvo que abandonar esa universidad, ya que fue apresado por los inquisidores por estar predicando y por las indumentarias humildes que utilizaba.

Amigos en el Señor Todos los jóvenes que se le unían lo hacían influenciados bajo el mandato de ir a Tierra Santa y predicar como lo hizo Cristo. Entre esos se cuentan a Fabro y Francisco de Xavier, quienes fueron de sus más fervientes seguidores.

Se constituyeron como “Amigos en el Señor”, por la fijación que compartían de ayudar a las personas y estar cerca de Jesús. Su más alto ideal era predicar en pobreza, ser generosos con todos, estar siempre al servicio de Dios y de su prójimo; pues la mayor gloria es la de Dios.

Con estos principios marcados se reúnen el 15 de agosto de 1534 en la iglesia de Montmartre, Paris, Francia. Allí celebran una misa y todos hacen voto de castidad, pobreza y peregrinación. Estos fueron los inicios de la Compañía de Jesús.

<img alt="" src="http://52.44.154.156:8025/res/content/477/476666/p//201708042024252.jpg?=1501892498246" style="float:right; width:250px" />Una orden religiosa

Obtienen el permiso y a la vez la autorización para ser ordenados sacerdotes. Como en aquel año, 1537, ninguna embarcación partía a Tierra Santa, se repartieron entre las localidades de Italia y aquí se dedicaron a la predicación y a la oración.

Para el otoño de ese año, todos fueron ordenados sacerdotes, menos Ignacio ya que su deseo era hacerlo en la tierra del señor Jesús. Se pusieron de inmediato bajo las ordenes del papa de aquella época, pues era una manera de ofrecer servicio voluntario en lo que salían hasta Jerusalén.

Se dispersaron todos por la vasta ciudad, y antes de hacerlo concordaron que si alguien les preguntaban quienes eran, responderían: “Compañeros de Jesús”, porque este nombre se parecía más a su situación y espíritu.

Al ser constituidos Compañeros de Jesús, Ignacio tuvo una visión donde Dios le indicaba que le seria propicio en Roma, no en Jerusalén y desde allí entendió que debía ponerse a disposición de papa. Luego fue donde Paulo III, el Pontífice de la época, y le pregunto: ¿A qué quieres que se dediquen los Compañeros de Jesús?

El Sumo Pontífice le encomienda tareas pastorales en Roma y fuera de ella. Estas misiones le hacen cuestionarse si permanecer unidos o fundar una orden religiosa. Luego de varios meses de oración coinciden en que deben constituirse en una orden religiosa bajo el nombre de Compañía de Jesús.

El papa dio su aprobación para esto el 27 de septiembre de 1540, confirmándolo por escrito. Ignacio Loyola fue electo como el cabeza de aquella orden e inmediatamente empezaron a escribir cuáles eran las reglas.

En sus últimos años Ignacio padece una grave enfermedad, muriendo el 31 de julio de 1556. Para ese entonces ya la compañía contaba con más de mil miembros.

Más adelante se les llamarían Jesuitas, y quedan reconocidos como un grupo de sacerdotes pobres, libres y disponibles para ocuparse de lo que la iglesia necesite en todo lugar y tiempo, siempre bajo las órdenes del Sumo Pontífice Católico.

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