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Literatura

Décimas de Alix en otros idiomas y dialectos

Andrés Blanco Díaz, quien lleva 30 años recopilando y corrigiendo la obra de El Cantor del Yaque facilió a LD las obras aquí incluidas

Puente sobre el río Yaque del Norte. Foto del siglo XIX perteneciente a los archivos de Andrés Blanco Díaz.

Puente sobre el río Yaque del Norte. Foto del siglo XIX perteneciente a los archivos de Andrés Blanco Díaz.

Hace pocos años, el poeta dominicano César Sánchez Beras, sorprendió con la publicación de varias espinelas en idioma inglés.

Sin embargo, esa no fue la primera ocasión en que un poeta acude a otras lenguas e idiomas para dejar constancia del ingenio literario dentro de las composiciones conocidas como décimas.

Antes de ser espinela, la práctica de la estrofa de diez versos octosílabos correspondió a la autoría de poetas ibéricos que, en idioma castizo, dejaron su impronta.

Cuando Vicente Espinel (Ronda, Málaga, 1550-1624) le dio su aire definitivo, poemas de otros dialectos españoles y del idioma portugués también la practicaron.

Hasta el momento, la décima más antigua que se ha podido descubrir está incluida en el “Cancionero general”, de García Resende (Lisboa, 1516) y está escrita en el idioma de Saramago:

“Senhor as vossas donzelas En las gordalas non posso Que por ver estomen vosso Nan ma proveyta coelas. Fechar portas nem janelas E pos nam da por porteyro Antes que venha janeiro Ma mondat rremedear Ou fazayhle mostrar pero devousa rribeyro”

Casi tres siglos después, la gran poeta Rosalía de Castro (Galicia 1837-1885) universalizó estrofas de altos valores en el dialecto gallego que todavía hoy se incluyen en rigurosas antologías de la poesía española:

“Un repoludo gaitero De paño sedán vestido Com´un príncipe cumprido, Cariñoso y falangero, Autros mozos o primero en-as ciudades sin par, tiña costumbre en cantar alé pol-a mañanciña; -con esta miña gaitiña As menas hei de engañar.

El caso de Juan Antonio Alix El Cantor del Yaque fue un caso excepcional en la historia de la décima. Su condición de hombre de escasa instrucción no lo limitó en su afán de aprender otros dialectos e idiomas gracias a su intuición y a su mente siempre abierta al aprendizaje. En 1878, el maestro Alix ya incorporaba el habla popular del cibaeño dominicano a la espinela. Su condición rural y su profundo conocimiento de las formas de expresión de los hombres y mujeres que, tanto en el campo como en las ciudades habitaban esa zona de la República Dominicana, hicieron posible que su poesía no pasara por alto esa condición. Su décima “Tocinos y longaniza”, integrada por 19 estrofas, y antologada por Emilio Rodríguez Demorizi en su libro “Décimas de Juan Antonio Alix” (1955), así lo atestigua. Se incluyen dos muestras de esta composición integrada por veinte espinelas:

-“Oiga ozté Zeñó Geli Y no he de chanela mía, Pue jaze diceicho día Que de mi caza zalí; No paro eta noche aquí Poque mi jembra me epera, Me bó de cuaquié manera Manque así chupao jetoi, A caza eta noche boi Quéralo Dio jonoquiera”.

De Pueto Plata zalí Ma racao de lo que toi Y a casa de Dio me boi Zi con migo quié vení. Y zi Dio no quié dí Que ze quíe zi le dá gana, Con mi daga Zebillana Con mi manta y mi trabuco, Pa Dio Zanto que me luco Y peleo jata mañana.

En el periódico El Eco del Pueblo, con fecha 17 de febrero de 1884, y bajo el seudónimo de Angarillas, el poeta mocano publicó una serie de cuatro estrofas bajo el nombre de “Recado que envía el reloj público al Honorable Ayuntamiento de esta ciudad” (Santiago). En la edición de las “Décimas”, de Juan Antonio Alix (1927), se incluyeron con el título de “Al Honorable Ayuntamiento”. Andrés Blanco Díaz, en su labor ordenadora de las décimas completas de Juan Antonio Alix (libro aún inédito), le resta- blece el título con que las publicó su autor. Las mismas están escritas en pleno lenguaje cibaeño. Aquí solo se incluye una estrofa como muestra: “Señoi don Ayuntamiento Le mandó a dicí ei reló Que lo jaga de poi Dio De alibiaile su tormento. Que ei pueblo no ta contento Con uté ni con su mando, Poique ya lo tá mirando Que eto to e un miterio, Teneilo en un cautiverio En be de tai funcionando”

En 1891, el maestro Alix publicó, en el idioma de la patria de Dante, “Di coloni italiani”, una colección de diez estrofas que resumen su experiencia en el trato y el conocimiento de algunos miembros de la colonia italiana en Santiago, de sus labores, buenas conductas y contribuciones al pueblo. Aquí se reproducen las tres primeras estrofas: Italianis preparate con tute le necesari, que di patroni acercari, con di muchi celerate. E il falere celebrate con tuta la pompanata, facienda di candalata, e ponienda banderete di ramoni e farolete e di cosi delicata.

Como tuti santiagueri a di colone apareciata, pur le vende dimaciata a lo gento sin dineri. Le populí tute esperi di la frateli colone, festejate di patrone con demasiata esplendori, lanzanta muchi di flori e alegrari muchi bone.

Di pública ya sabeli qui colone aquí morata, arqui triunfe preparata cosa richi e mucho beli. Pur la festa de frateli Di Jacobis la Mayori pur qui tute le sinori dominicane mirate, que italiani festejate di Patrone con honori.

Su acertado manejo del dialecto “patuá”, muy popular entre el dominicano, también está presente en sus décimas de manera ingeniosa, con mucha intuición literaria. El empleo de metáforas y símiles, en algunos casos involuntarios y en otros a manera de buscar cierto grado de cominicidad para retratar el intercambio cultural entre dos naciones con distintas formas de entender. Su décima “Un campesino dominicano”, fechada el 7 de octubre de 1905 e integrada también por diez estrofas octosílabas de rima consonante, se inspira, según reconoce el propio autor, un cibaeño “que estuvo en Haití vendiendo unos andullos y a su regreso tuvo una entrevista muy curiosa con el que suscribe”. A continuación se incluyen las cuatro primeras estrofas del texto dedicado “A dos amigos puertoplateños”:

Del campo un dominicano Que pasó a vender andullos En dos borriquitos suyos A no sé qué pueblo haitiano, Así me contó: “critiano Ni Dio comprende esa gente; Caicule que laguaidiente Allá le dicen taifa, A lo jalitao llengá Y penchó ai pan caliente.

Los frijoles colorao puá rus lo llaman allá, a la brujería guanguá y a lo sombrero chapao. Malfiní e guaraguao lo guandule pua congó Bonyé le dicen a Dio, a lo brujo lugarú y a lo jefe dei judú le dicen papá Bocó. Lo mémo la macarela, la titulan macrilló lo molondrone gombó y difé a la candela. A la paila o casuela le dicen allá shodié; a lo sapato sulié; puesón ai peje o pecao y en siendo el arró graniao le dicen durí grené.

Yo anduve toitico Haití y no encontré un condenao, que dijera bacalao sino todo la murí. Al arró llamán durí, a la cebolla loñón, a lo cochino cochón, lo fideo vermichel, a la sal le dicen sel y creviche ai camarón.

Consideraciones finales Más de la mitad de las décimas escritas y publicadas por Juan Antonio Alix se registran en el llamado “lenguaje cibaeño”, con independencia a las constantes alusiones en otras tantas al español castizo, al dialecto “patuá”, y a los idiomas portugués e italiano. Sobre esta peculiaridad, cabe apuntar que la migración de esos y otros países a la República Dominicana se concentró también en la ciudad de Santiago. Esta presencia internacional, en las regiones del Cibao, provocaba un importante intercambio cultural no solo de tradiciones, costumbres y hábitos, sino también lingu¨.stico, pues el dominicano aprendió e incorporó a su lenguaje muchas frases, expresiones y hasta composiciones que los extranjeros acuñaban en su diario vivir. Alíx, como buen cronista de su tiempo, no estuvo ajeno a esto y su aprendizaje intuitivo de la fraseología internacional, más que una jerigonza populista, puede considerarse como un legado aportativo que enriqueció la plataforma cultural de nuestra poesía escrita en estrofas de diez versos octosílabos.

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