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Entrevista/ Artes escénicas

Reynaldo Disla: Pasión y teatro

Una destacada trayectoria define al escritor, dramaturgo y actor, Reynaldo Disla. En 1985 recibió el premio Casa de las Américas por su pieza dramática “Bolo Francisco”.

Él es una figura trascendental del teatro dominicano. De niño fue cautivado por la literatura y las tablas. Reynaldo Disla, cuando aun no aprendía a leer y escribir, sentía la inmensa curiosidad de conocer todo lo que decía cualquier material impreso, de modo que corría junto a su madre a preguntarle su significado.

Ese fue solo el preludio de una larga trayectoria por el mundo del teatro. Él y su hermano, el también escritor y teatrista Frank Disla, han sido cómplices desde siempre.

La inocencia de ambos era significado de teatro: “Llegan a la memoria las sombras mías y de mi hermano Frank proyectadas en la pared por una lámpara de gas, escenificábamos lo que decían unos muñecos de la revista Cachafú, éramos actores y espectadores al mismo tiempo… Hacía teatro de sombras, con una cajita con pantalla, una vela como reflector y figuritas de personajes planos. El espectáculo lo presenciaban los vecinos, eso cuando tenía 8 o 9 años”, recuerda Reynaldo Disla.

Al entrar a la etapa de la adolescencia, el reconocido escritor y teatrista, oriundo de Cotuí y criado entre Villa Tapia y Salcedo, siguió sumergido en el infinito mundo de la creación literaria. A los 15 años escribe su primera obra, “Juventud perdida”, que analizaba el consumo de alcohol en los jóvenes.

Fue la biblioteca de Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) su espacio de lectura. Formó parte del Taller Literario César Vallejo y del Movimiento Cultural Universitario (MCU), donde dirigió el grupo teatral. Por los albores de los años 70 perteneció al movimiento de teatro popular, y luego ganó un concurso para dirigir la Unidad de Teatro Guiñol de la Dirección General de Cultura y Extensión que encabezaba Máximo Avilés Blonda en la Secretaría de Estado de Educación Bellas Artes y Cultos. “Yo, también, era actor del Teatro de Bellas Artes. Ingresé en 1981, cuando lo dirigía Iván García Guerra”, precisó.

Entre teatros y premios Su reconocida pieza dramática “Bolo Francisco”, mereció el premio Casa de las Américas en 1985. El pasado año 2015, 30 años después de premiada, vuelve a escena de la mano de la Compañía Nacional de Teatro de República Dominicana ydirigida por Claudio Rivera. Todo el montaje fue digno de admiración, además de cada una de las actuaciones que dieron vida a los personajes, entre ellos, Johnnié Mercedes (Bolo Francisco), Miguel Bucarelly (Chero), Wilson Ureña (Chino), Amauris Pérez (El Figurín), Yorlla Lina Castillo (La Rubia), entre otros.

Reynaldo Disla obtuvo en dos ocasiones el Premio Nacional de Teatro Cristóbal de Llerena: en 1986 con “Cuatro piezas de un acto”, y en 1999 con “El afanoso escribano Baltasar López de Castro”. También, ha sido galardonado con el Premio de Cuento UCE 2001 por su libro “Historietas”.

El profesor de dramaturgia y crítico de cine, mereció el primer premio del Concurso Dominicano de Teatro 1989, de Casa de Teatro, con “La muerte aplaudida”. Fue director del Festival Internacional de Teatro de Santo Domingo (2006-2008).

Daniela Pujols: ¿De niño se vio inclinado con la literatura y el teatro? Reynaldo Disla: El niño que fuimos y sigue vivo en nosotros continúa jugando a la literatura y al teatro. Recuerdo mi curiosidad por conocer lo que decía un pedazo de periódico (tenía tres o cuatro años de edad), corría con cualquier impreso que encontrara a preguntarle a mi madre qué decía ese papel, por ejemplo, aquella página del Almanaque de Bristol. Las letras y sus significados me atraían… Llegan a la memoria las sombras mías y de mi hermano Frank proyectadas en la pared por una lámpara de gas, escenificábamos lo que decían unos muñecos de la revista Cachafú, éramos actores y espectadores al mismo tiempo… Hacía teatro de sombras, con una cajita con pantalla, una vela como reflector y figuritas de personajes planos, el espectáculo lo presenciaban los vecinos, eso cuando tenía 8, 9 años.

Me fascinaban las historias de santos y de los mártires del Gólgota que me contaba mi abuela Ana Celia Fernández. Por allá, en un campo de Villa Tapia, pasaban contadores de cuentos, buenísimos, que sabían historias de Juan Bobo, Pedro Animal, del Diablo y la Diabla, y cosas así.

Empecé como narrador, escribí un cuento sobre animales a los 12 años. Y también, de niño, escribía décimas… A los quince años terminé mi primera obra dramática “Juventud perdida”, sobre el consumo de alcohol, luego “Ante un aro y tres caminos”, aunque la primera pieza con rasgos literarios fue “Muerte bajo la lluvia” que se representó y luego fue publicada por Mateo Morrison en el suplemento cultural “Aquí”. Mateo le dedicó la primera plana del suplemento, con dibujos de Alberto Bass.

¿Cómo se desarrolla Reynaldo Disla? ¿Cuáles son sus primeros pasos dentro de la Alma Máter?

RD: A la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) entré con el propósito de estudiar medicina, pero una visita a la morgue, observar los cadáveres y sentir el fuerte olor a formol, me inclinaron por la filosofía y las letras; ahí me inscribí, luego de aprobar el Colegio Universitario. Me faltaron 8 materias para graduarme, apenas dos semestres, quizás, estaba dedicado al teatro, e interrumpí la carrera, aunque reingresé varias veces en los años ochenta. Me gradúo en teatro, ya muy adulto, en 2012.

A finales de los años setenta la biblioteca de la UASD era mi refugio durante horas, leyendo las obras de la colección Austral de Espasa-Calpe. Tuve profesores extraordinarios como Andrés Avelino, Pedro Mir, Víctor Villegas, Narciso González, Rómulo Rivas, Diógenes Céspedes, Luis Frías Sandoval, Bienvenido Díaz Castillo, Fernando Báez Pozo, Miguel Sáez, Abel Fernández Mejía, Luciano Castillo, Isis Duarte y otros; estuve en el Taller Literario César Vallejo y en el Movimiento Cultural Universitario (MCU), donde dirigí el grupo teatral.

Al mismo tiempo pertenecía al movimiento de teatro popular de aquellos años, y luego gané un concurso para dirigir la Unidad de Teatro Guiñol de la Dirección General de Cultura y Extensión que encabezaba Máximo Avilés Blonda en la Secretaría de Estado de Educación Bellas Artes y Cultos. Yo, también, era actor del Teatro de Bellas Artes. Ingresé en 1981, cuando lo dirigía Iván García Guerra.

DP: ¿Cómo y cuándo se inicia en la dramaturgia y en la actuación de teatro? RD: Mi primera obra fue “Juventud perdida”, la escribí en Salcedo, pensaba invitar como actores a varias personalidades de la ciudad, imaginé un reparto en que estaban el padre Félix Azcárate, Juan Antonio Cruz Triffolio, y el profesor Franco del Instituto Franco, pero ellos nunca llegaron a enterarse. Sí hacíamos comedias en el Centro Juvenil Católico y en el grupo de teatro María Eusebia Tapia, con Triffolio, Frank Disla y otros niños y niñas.

Empiezo a relacionarme con el teatro, ya con herramientas profesionales, al estudiar actuación con Rómulo Rivas y Mercedes Díaz, después trabajé como actor con muchos directores: Ignacio Nova, Jimmy Sierra, Giovanni Cruz, Jesús Sosa, Miguel De Grandy, Iván García Guerra, Ramón Pareja, José Tamayo, Juan María Almonte, Jean Luis Jorge, Manuel Chapuseaux, Frank Disla, Ángel Mejía, Franklin Domínguez y otros.

DP: Sobre su reconocida pieza dramática “Bolo Francisco”, cuándo la escribe, bajo cuáles circunstancias, cuál es el significado de Bolo Francisco… RD: Pensé en la obra como una peregrinación por la realidad dominicana, sobre todo la rural. La imaginé con un conflicto agrario que nunca se vería en escena, sino que el espectador debía imaginarlo. Al mismo tiempo como un viaje interior del protagonista, un músico de pericos ripiaos que él mismo se considera muerto. También la concebí como un camino que va enredándose, volviéndose cada vez más oscuro, absurdo y surrealista. La escribí a principios de los años ochenta. El catalizador creativo fue la represión desatada contra una huelga de los obreros de la Falconbridge en 1979. Las fuerzas militares les hicieron un cerco y no permitían que se llegara donde los huelguistas, bloqueaban la entrada de alimentos… Esto en un gobierno que se suponía democrático como el de Antonio Guzmán.

DP: El pasado año 2015, Bolo Francisco volvió al teatro luego de 30 años de ganar el prestigioso premio. ¿Cómo lo recibió la audiencia y la crítica? RD: Asistí a muchas de las funciones y las reacciones del público indicaban que muchas situaciones sociales, lamentablemente, siguen vigentes. La obra fue acortándose, en el tiempo de duración del espectáculo, que tenía una tercera escena donde algunas acciones se dilataban.

Fue un trabajo del que me sentí muy satisfecho de la calidad de la dirección y las actuaciones, y de la visión carnavalesca y lúdica que le dio el director Claudio Rivera.

Aquí en Santo Domingo, los críticos especializados en teatro, no tienen la oportunidad de escribir en los medios y que se les pague por esta labor tan importante; estas funciones las ejercen periodistas con conocimientos generales, algunos muy capacitados, que opinan como espectadores documentados. En general, esa crítica recibió la obra con gran entusiasmo, estadísticamente un 95 por ciento de los comentaristas elogiaron el montaje de Claudio Rivera con la Compañía Nacional de Teatro.

DP: ¿Cómo valora los actores que dieron vida a esta obra, en especial, a Johnnié Mercedes como Bolo Francisco? RD: Johnnié Mercedes representó muy bien a Bolo Francisco, para mí fue una actuación memorable. Un elenco insuperable con Miguel Bucarelly y Wilson Ureña, como protagonistas junto a Johnnié Mercedes.

La Compañía Nacional de Teatro tiene excelentes actores y actrices como Gilberto Hernández, Ernesto Báez, Canek Denis, Amauris Pérez, Manuel Raposo, Yoryalina Castillo, Orestes Amador, Yamilé Sheker, Maggy Liranzo, Nileny Dippton, Cristela Gómez, Pachy Méndez, Alejandro Moscoso, en fin, talentos formidables.

La gente espera mucho de la Compañía, que ahora estrena director, Fausto Rojas. Hace más de doce años que estoy siguiendo sus trabajos como dramaturgo y director, es decir, no le diré joven director a Fausto, porque acumula años de experiencia.

DP: Tiene en su haber otras piezas que han merecido premios. Comente un poco sobre ellas. RD: A ver cómo anda mi memoria.“Capítulo 72”, obtuvo el Premio de Literatura Joven Royal Bank, en 1978. Es una pieza que mezcla recursos de la telenovela y la radionovela con el teatro griego y el teatro popular.

“Cuatro piezas de un acto”, que ganó el Premio Nacional de Teatro Cristóbal de Llerena en 1986, ahí está “Un comercial para Máximo Gómez, que es teatro callejero; es la filmación de un anuncio para la televisión, que integra a los espectadores y deja claro que las causas por las que luchó Máximo Gómez, la independencia, la libertad y sobre todo los prejuicios raciales y la discriminación, todavía siguen vigentes.

Esta obra se basó en una idea original del Teatro Gayumba, es decir, de Manuel Chapuseaux y Nives Santana. Y finalmente, “El afanoso escribano Baltasar López de Castro”, que también alcanzó el Premio Nacional de Teatro Cristóbal de Llerena, en 1998. Esta pieza es un juego actoral en torno a las peripecias y andanzas de Baltasar López de Castro antes, durante y después de las despoblaciones de 1605 y 1606 en la isla Española.

DP: Su pieza “El Afanoso escribano Baltasar López de Castro ambienta una cruda realidad social sumado a las injusticias, que por lo visto siempre ha perdurado en la historia dominicana… RD: Las consecuencias de las devastaciones de Osorio, sin exagerar, continúan en nuestros días. En el mundo se desplazan los refugiados de la violencia y las injusticias sociales, pueblos que emigran, se echan al mar, cruzan desiertos, procuran sobrevivir en mejores horizontes vitales.

DP: Usted y su hermano Frank Disla han sido cómplices desde niños y han transitado juntos por el camino del teatro. Él en mayor medida se ha destacado en el montaje de algunas de sus piezas. ¿Cómo describe esta relación familiar y artística?y ¿cuáles son los logros? RD: Somos hermanos que nos tratamos como hermanitos… Nos hemos llevado maravillosamente bien. Él emigró muy joven a Estados Unidos, donde reside desde hace 29 años.

De Frank Disla he puesto en escena “Ramón Arepa” y “Chicken Cordon Blue”. Soy el mayor, le llevo 3 años. Frank empezó a estudiar teatro académicamente primero que yo, en la Escuela Nacional de Arte Escénico, donde luego fue profesor. Frank Disla es un destacado dramaturgo latinoamericano contemporáneo.

¿Cuál es la realidad del teatro dominicano hoy día? ¿Qué se necesita?

RD: Aunque el público y la cantidad de montajes han aumentado, todavía necesitamos construir una tradición teatral. Hay tradición teatral en un país cuando el público siente como necesidad esencial asistir al teatro. Como la tradición de las habichuelas con dulce en Semana Santa: cuando no la comemos, hay un vacío. Así debe sentirse el público. En un país se refleja que hay tradición teatral cuando un grupo de personas quiso presenciar o participar en una obra de teatro y no pudo.

DP: ¿Cuáles son las dificultades o el problema de las artes en República Dominicana? RD: En el caso del teatro, el problema fundamental son las dificultades de los creadores para que su arte llegue a públicos más amplios. Necesitamos desarrollar las áreas vitales de formación, difusión teatral, circuitos de presentaciones puntuales y fijas, el teatro callejero, el infantil y juvenil; el teatro escolar, apoyos desde el Estado a la creación y a actividades establecidas del teatro independiente que pasa por angustias tremendas cada vez que debe organizar programaciones teatrales.

También carecemos de un centro de investigación, documentación y difusión teatral. Ningún programa acaba de afincar los pies en la continuidad asegurada, y hacerlo, cada vez, es empezar de nuevo, lo que se convierte en una aventura de la incertidumbre.Nada parece fijo, ni permanente, ni puntual. Es necesario crear una política teatral de emergencia.

DP: La falta de recursos para hacer teatro que se menciona en diversos escenarios, ¿es una excusa para no realizar un buen teatro? RD: Te contestaré con dos citas, una de Juan Bosch, que dice: “… El teatro ha sido siempre una diversión, que a la vez enseña, cara. ¿Debido a qué? Debido a que se ejecuta, se realiza primero a través de la creación de una obra de teatro, después a través de la actuación de actores y actrices; pero el teatro requiere, además de actores y actrices… gente que organice el escenario, que sepa usar la utilería, que sepa usar las tramoyas, que sepa usar las decoraciones, hacerlas y usarlas.

Y los actores requieren tiempo para aprender su arte y tiempo específico en cada caso para aprender a ejecutar una obra determinada. Y todo eso requiere inversión en dinero”.

La otra cita, bien corta, es de Eduardo Di Mauro, que dice: “El teatro circula, o no existe”.

Es decir, el buen teatro nunca es un gasto, es una inversión y debe circular, llegar a los públicos. Durante su gobierno, Juan Bosch gestionó él mismo el cheque que cubriría el Primer Festival de Teatro Dominicano, y entregó dicho cheque al día siguiente de sus organizadores habérselo solicitado; e hizo más:asistió a la inauguración del Festival y bajó a los camerinos a saludar a los actores, como relata en un artículo el teatrista Augusto Feria.

DP: ¿El teatro es comparable al cine en torno a las buenas y malas historias que se presentan a nivel nacional e internacional? RD: El teatro malo, muy malo, es escaso, el esfuerzo es tan grande y tantos los ensayos que aún con talento mezquino sale un montaje regular. En general las puestas han mejorado; y para evitar que la gente vea teatro malo, ahí estamos los programadores, los directores de festivales y de muestras de teatro, y los comités de selección. Eso es una garantía de que al público llegue lo mejor.

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