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Circunstancia

Los ochenta del Cardenal

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Agustín López RodríguezSanto Domingo

Mi hermano Nicolás ya cumplió los ochenta sirviéndole a la Iglesia, sirviéndole al país, con el mismo entusiasmo que se entregó feliz al comenzar la década de los años sesenta.

Su trayectoria, empero, se remonta a la infancia por haber dado siempre claras connotaciones de tener gran carácter y firmes convicciones hasta llegar a ser un hombre de prestancia.

Ingresó al Seminario siendo muy jovencito, cargado de ilusiones, con las cuales soñaba manteniendo invariable la idea que acariciaba de continuar la ruta de un quehacer muy bonito.

Varios años después se Ordenó Sacerdote trabajando dos décadas con Monseñor Panal, aquel célebre Obispo de La Vega Real que desafió al tirano sin temerle al rebote.

Por su fiel desempeño como buen religioso a muy temprana edad se convirtió en Prelado que lo llevó a ocupar el primer Obispado que tuvo Macorís, donde acudió gustoso.

Cuatro años más tarde, cuando menos pensaba un mensaje de Roma le transmitía, de entrada que sería el Arzobispo de la Ciudad Primada como un nuevo Jerarca de la Iglesia que amaba.

Cuando aceptó aquel reto con notable fervor, pasaría a la Metrópolis con fines de relevo allanando el camino para empezar de nuevo con la misma entereza que ha servido al Señor.

Se inició para entonces la más bella jornada de un trabajo apostólico que resultó admirable por haber continuado de manera invariable a partir del momento que marcó su llegada.

Con el paso del tiempo su labor se afianzaba ganándose el respeto que inspira un dignatario que ha procedido siempre con perfil legendario logrando así con creces lo que el pueblo esperaba.

Se comprende por tanto que llegara tan lejos, ya que escaló sin tregua cada vez más peldaños como pastor que fuera de diversos rebaños y un notable del Clero que nos deja perplejos.

Su meritorio esfuerzo como un ser ejemplar lo ha llevado a ocupar posiciones cimeras de esas que no conocen ni siquiera fronteras porque en la Iglesia nunca se dejará de orar.

Un detalle importante de su vida exitosa lo recordamos todos de manera especial cuando el Papa de turno lo nombró Cardenal premiando así, de paso, su labor religiosa.

La sociedad entera se encuentra satisfecha por todas las conquistas que sin duda ha logrado después de varias décadas en el episcopado, con lo cual se demuestra que hubo rica cosecha.

Por eso es natural que me sienta orgulloso de mi querido hermano, que deja el buen legado de su inmensa labor en este arzobispado como grato recuerdo de un Jerarca piadoso.

31 de octubre del 2016.

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