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Apología de las palabras

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Daniel Germade LugoSanto Domingo

Juan Carlos Mieses expresa en su libro “Apología de las Palabras”, sus visiones y opiniones sobre diferentes temáticas que plagan nuestra existencia como seres humanos. Aquellos temas que nos rodean constantemente, y muchos de nosotros ignoramos o intentamos hacerlo, como la muerte, el tiempo, nuestra existencia, la memoria, la vida, y la longevidad. Mieses hace esto en una recolección de ensayos y discursos que aluden a los textos de una plétora de escritores, poetas, y artistas que han impartido sus conocimientos, sabidurías, y sus percepciones a través de los años, contribuyendo al conocimiento colectivo y al enriquecimiento cultural de la humanidad. Los textos en los que se inspiran este escrito son descriptivos ensayos, que, a pesar de que parezcan ser textos paralelos, están ineludiblemente unidos por la pluma y los pensamientos de Juan Carlos Mieses. Entre ellos se encuentran: "Ese otro mar", "El mundo de hoy", "Elogio del libro", “En el camino de Zoar”, “La Seducción de las Mascaras” y "Apología de las palabras", entre otros.

“Ese otro Mar” inicia con una frase de Jorge Luis Borges, el famoso escritor, poeta, y novelista Argentino, que es, al parecer, de los autores preferidos de Juan Carlos Mieses. Borges dice: La muerte, ese otro mar, esa otra flecha que nos libra del sol y de la luna, y el amor. Juan Carlos Mieses compara la frase con la famosa analogía del río de Heráclito. Esta busca explicar, de forma universal, que todo cambia con el tiempo, fuerza arrasadora y arrolladora que no se detiene por nadie ni por nada. Dice la analogía, que nosotros, al igual que el mundo que nos rodea, cambiamos sin siquiera darnos cuenta, es solo con el acto de la retrospectiva que logramos observarnos en un tiempo pasado. Es en ensayo analítico que hace reflexión sobre la muerte, y obtiene su titulo de la aclamada cita de Borges. Juan Carlos Mieses se refiere a la muerte, no como un fin, sino como un punto cíclico, donde la vida comienza nuevamente. Pues la vida solo es vida por la muerte, por definición, y naturaleza, es efímera. Estas opiniones de Mieses hacen alusión a las teologías que contemplan la reencarnación, como el budismo, e hinduismo. Sin embargo, prefiero analizarla desde un punto de vista teológicamente cristiano, o hebreo, ya que la comparten todas las religiones de los hijos de Abraham. La muerte no es el final, sino el inicio de una nueva vida, una vida en aguas inexploradas, misteriosas y divinas. Son aquellas aguas donde podemos encontrar las tierras del Dios, donde podemos alcanzar la vida eterna, que fluye como un río que no termina nunca. Soy un poco hipócrita al decir esto, pues mientras cierto sea que para los cristianos la muerte es solo el inicio de una vida más bella, más completa, y la que Dios originalmente planeo para nosotros-aquella que permanece a su lado-, sigo temiendo a la muerte, y la futilidad de nuestros esfuerzos como humanos al tratar de combatir los efectos devastadores del tiempo. No obstante, no temo por mi muerte, sino las de los demás; la de mis familiares, mis amigos, y aquellos que amo y aprecio, pues es solo a través de nuestras relaciones, ya sea con otras personas, el mundo y la naturaleza, que podemos alcanzar la verdadera felicidad. Y mi temor es, al fin, el de permanecer solitario, sin nadie con quien compartir mis memorias ni mis palabras, y sospecho que muchos otros comparten este mismo terror.

“El Mundo de Hoy” es un discurso escrito por Juan Carlos Mieses para la primera presentación de su novela titulada “Las Palomas de la Guerra”. En este corto texto, Mieses busca hablar sobre lo que es el tiempo, y lo que significa para nosotros los humanos. Nuevamente inicia con un pasaje de Jorge Luis Borges que, de forma sutil, hace una relación con el tiempo. Mieses expone el tiempo como un factor intrínseco de la vida del ser humano, y tiene la razón en ese aspecto. Nosotros los humanos constantemente vivimos cruzando por puertas que se cierran tras nuestras espaldas, de forma que no podemos regresar. Nuestra vida es como una eterna caminata-a veces hasta una carrera- que solo se mueve hacia adelante, cortando senderos por donde queramos, o siguiendo el de aquellos que vinieron antes que nosotros. No obstante, Mieses contempla al tiempo como un Leviatán, un gran monstruo que nos consumirá por completo. Pero al igual que Jonás, que logró escapar de sus entrañas, yo encuentro esperanza dentro del tiempo. Bien sea el tiempo como un tremendo río, que nos arrastra en su corriente, nos hace difícil volver hacia atrás, pero por donde cruzamos dejamos huellas, y formamos memorias, que nos permiten volver al pasado y revivir nuestras experiencias. Más aun, el tiempo no es siempre una fuerza que nos perjudica, y nos deteriora, es también realizador de milagros. Pues con el tiempo crecemos y cambiamos, no nos permite quedar estáticos, estancados permanentemente en el mismo lugar. Es solo con tiempo que una madre puede albergar una criatura en su vientre, y es solo con tiempo que pueden crecer los árboles. ¿No es el tiempo, entonces, un regalo? Yo pienso que sí. El famoso lingüista, escritor, y poeta, J. R. R. Tolkien en su colección de obras tituladas “El Hobbit”(1937), “El Señor de los Anillos”(1954), y “El Silmarilion”(1977) dedicó su vida profesional al desarrollo de un universo de su propia creación. Creó lenguas, abecedarios, mundos, historias, y hasta una estructurada teología en sus obras, inspirada en el cristianismo y en las religiones nórdicas paganas. Al mundo que concibió, le concedió un autor, “Eru Iluvatar”, nombre del Dios de su universo. Y en este universo, él creo varias razas de seres sapientes, y entre ellos la vida más corta se la concedió a los humanos, como un regalo. Pues es por nuestro corto período de existencia que no permitimos que los lazos del destino nos envuelvan, y nos dejemos llevar por la corriente. Así mismo pasa en la vida real, pues es la naturaleza humana luchar contra la corriente, y realizar las obras de su propia voluntad, guiada por ambiciones y deseos. La vida no es más que una carrera contra el tiempo, en la cual intentamos encontrar la felicidad, antes de que nuestro tiempo se agote.

“En el camino de Zoar”, Mieses trata una temática correlacionada con “El Mundo de Hoy”, y es la fuerza de la nostalgia. Trata la temática de la nostalgia, como fuerza irresistible y poderosa. Inspira su nombre en la historia bíblica de Lot, su esposa, y sus hijos, al huir de la ciudad de Sodoma cuando esta, junto a Gomorra, fueron erradicadas por la ira de Dios. Estos fueron guiados por ángeles hacia el monte de Zoar para escapar de la lluvia de fuego y azufre que caería en Sodoma, para erradicar de la Tierra tal centro de pecado y depravación, que servía solo como un insulto a Dios. Sin embargo, Lot y su familia fueron instruidos para que no volver su mirada hacia atrás, dejando a la ciudad de Sodoma en el olvido, una puerta cerrada más, consumida por las fuerzas del tiempo. Y fue aquí, donde la mujer de Lot, que nunca es nombrada, en nostalgia voltea su cabeza en triste recordatoria del lugar que la vio nacer, o tal vez por mera curiosidad, o para presenciar con sus ojos el poder de Dios, y por esto fue transformada en una estatua de sal. Mieses opina que Lot fue valiente, pues mirar hacia el pasado es únicamente una clave para la tristeza, y que debemos siempre poner un pie adelante, y dejar pasar todo aquello con lo que interactuamos. Yo estoy en desacuerdo, pues opino que para los humanos es esencial tener en constante presencia el pasado en nuestras mentes, pues es solo al construir sobre nuestro pasado que podemos alcanzar un mejor futuro. Personalmente me adhiero, y creo firmemente en el principio estipulado por la máxima latina nanos gigantum humeris insidentes que se refiere a los enanos parados sobre los hombros de los gigantes. Es normalmente atribuida a Bernardo de Chartres, y fue popularizada por Isaac Newton. El significado de la frase es que podemos amasar más conocimiento al basarnos en los descubrimientos preexistentes que fueron descubiertos o creados por nuestros antecesores. “Elogio del Libro”, comparte similitudes con este texto, ya que habla de la longevidad, y la perdurabilidad del conocimiento. Escribe Mieses que el arte tiene la característica de que puede perdurar más allá de la vida de su creador, sumándose al conocimiento colectivo de la humanidad hasta algún día caer en el olvido, como es la naturaleza de las cosas. Pienso al igual que Mieses, los libros no son simples recopilaciones de palabras y páginas, son el pensamiento humano transportado al mundo físico; tienen hasta cierto carácter místico, pues nos transportan a diferentes momentos de tiempo y espacio, y nos permiten ver a través de los ojos de otro. Más los libros no son solo escritos por las personas, son coautores la cultura, la historia, y el conocimiento colectivo.

“La Seducción de las Máscaras”, es un discurso hecho por Mieses en la presentación del libro titulado “Las Máscaras de la Seducción” por José Alcántara Almanzar. Dice Oscar Wilde que un poeta solo puede decir la verdad a través de una máscara. Pero estas mascaras, al contrario de las que se encuentran convencionalmente en nuestra sociedad, no conllevan una connotación de engaño. Al contrario, son máscaras como las utilizadas en el antiguo teatro griego y romano, mascaras utilizadas para esconder todo rastro del ser, y poder tomar la apariencia, el carácter y la vida de otro. Estas le permiten al autor envolverse completamente en su obra, como en el caso de la ficción, donde a través de una historia creada por el ingenio humano se encuentra un subsuelo basado en una realidad concreta, con mensajes que son tan sutiles que pasan como subliminales. “Apología de las Palabras” es un ensayo redactado por Juan Carlos Mieses, que figura como la pieza titular de este libro. Una apología es un discurso a favor de algo, y evidentemente en este texto, Mieses hace una oda a las palabras. Y no solo a las palabras, sino al lenguaje. Muchas personas no comprenden el verdadero poder de las palabras, pues las éstas no son solo palabras, cada una de ellas designa un objeto, una persona, un lugar, un momento, un tiempo, o cualquier cosa que pueda existir tangible o intangiblemente en nuestra mente, y carga con ella una idea, una percepción. Las palabras tienen un hilo etéreo con la mente, que las conecta de forma definitiva e indivisible. Las palabras, en manos de un autor que las sepa utilizar pueden adquirir nuevos significados, o connotaciones. Muchas de ellas permanecen en la historia, y como nosotros los humanos, cambian con el tiempo, son dinámicas, pero existen antes de nuestro nacimiento, y perduraran después de nuestra muerte.

Los demás ensayos de Mieses siguen temáticas similares, y las examinan en diferentes aspectos sociales y antropológicos. Ya sea en su breve ensayo titulado “Vida, Aborto y Constitución” donde debate consigo mismo la verdadera naturaleza de la vida, y el derecho que podrían tener algunos a arrebatarla; o en aquel titulado “Facebook, otro espejo enterrado”, en el cual examina la vanidad de las personas, y la fabricación de vidas sociales que nos dejan ver un lado indeseable del rostro de la humanidad. Mieses, mantiene una constante interpretación realista de la vida, no dejándose influenciar del humo y espejos que una gran parte de la sociedad ha colocado sobre su imagen. La vida puede ser dura, llena de dolores y tristezas, sangre y sudor, injusticias y maltratos, mas la glorificamos de forma continua. A pesar de todo esto, ciertamente, la vida es bella, y es dentro de sus dificultades que a veces encontramos los momentos más felices, pues como conocer la felicidad, sin primero haber visto el frío rostro del sufrimiento; es por esto que debemos aprender a vivir plenamente, enfrentándonos a los desafíos que se han manifestado ante nosotros.

Juan Carlos Mieses ha creado una espléndida obra, que ha de servir como ejemplo no solo por su impecable aplicación del ensayo, como formato literario, sino también de las capacidades analíticas y sociológicas de los autores dominicanos. Es a partir del tremendo estudio de los clásicos, a los cuales Mieses alude una y otra vez a través de sus textos, que se puede derivar tan complejo, e inspirado análisis de tan primordiales temáticas de la literatura y de la vida. A través de los ensayos se presentan firmes argumentaciones, que plantean una opinión concreta, dejando espacio para que el lector se vea interesado en formar una opinión propia, que concuerde o no con lo que estipula Mieses. Es un libro breve, sin embargo cargado de sabiduría, conocimientos, y reflexiones que sobrepasan el número de sus páginas por un exorbitante margen. “Apología de las Palabras y Otras Variaciones” es, sin duda alguna, una obra que denota el gran trayecto y trabajo de Juan Carlos Mieses.

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