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La fortaleza escondida

A Kurosawa le encantaba el cine de aventuras, pero al estilo japonés. Esto es, sin expediciones submarinas, ni persecuciones implacables, ni viajes al Centro de la Tierra. Lo hizo a la vieja usanza del samurái, es decir, con duelos por honor, defensa a los humildes y enfrentamientos a espada limpia.

A ese, su cine triunfante, le incorporó la técnica actoral nipona que parte de un expresionismo manifiesto, apoyado en la excelencia gestual, en la perfección del maquillaje, en la precisión del vestuario y en la intensidad dramática acumulada en los rostros. Y en algo más: en una cámara que supo trasmitir la sicología de sus personajes. “La fortaleza escondida” es un filme que pertenece al género de aventuras. Su director la supo llevar entre el drama y la comedia con su habitual maestría. Sin llegar a las excelencias técnicas de otras producciones suyas dentro del mismo género, como “Yojimbo” o “Sanjuro”, es un producto que entretiene, se disfruta y se agradece. Realizada un año después de “Trono de sangre”, “La fortaleza escondida” posee preciosismo visual, hipnótica narración, adecuado acompañamiento musical, un guión muy bien escrito y otra gran interpretación de Toshiro Mifune. Todo esto se revela como una gran lección de cine. La estructura utilizada supone una variedad estética que sorprende en un film de apariencia ligera al que le sobran muchas escenas. El relato abarca dos historias: por un lado se recrea la suerte de la pareja de desertores y, por el otro, el calvario del samurái y la princesa. Son dos historias que en determinado momento se entrecruzan y se vuelven una sola. El ritmo del filme sorprende por la forma en que el director diseña el retrato actoral. Los protagonistas sirven como telón de fondo para que Kurosawa trace un estudio alrededor de la codicia humana y un homenaje a la amistad. Su mano maestra se percibe a cada instante, ya bien en las incandescencias espaciales, en el correr del polvo a lo largo del camino o en los sonidos misterios del bosque que más que un refugio se transforma en un medio de sobrevivencia frente a la maldad y la traición. “La fortaleza escondida” en un film ordenado tanto en planificación, como en encuadres y en su puesta en escena; su historia es rica en matices y avanza llena de sutilezas. Otro de sus aportes es la persecución de la cámara a las miradas de los personajes. Quiere que el espectador no pierda de vista las señales que se trasmiten; señales que muchas veces van más allá de las imágenes externas, y de los diálogos. Su maestría también anuncia emociones en el trazado de las coreografías. Son de irrepetible belleza la danza de los esclavos mineros, o el baile en la fiesta del fuego.

Ficha Técnica: País: Japón. Director: Akira Kurosawa. Año: 1958. Duración: 123 minutos. Guión: Akira Kurosawa, Ryuzo Kikushima, Hideo Oguni y Shinobu Hashimoto. Reparto: Toshiro Mifune, Misa Uehara, Takashi Shimura, Susumu Fujita y Eiko Miyoshi. Sinopsis: Un general samurái debe escoltar a una princesa a través de tierras enemigas y preservar su vida bajo cualquier circunstancia. En el trayecto, ambos se toparán con dos soldados desertores que buscan fortuna y el general les engañará para que les ayuden a transportar una gran cantidad de oro que tiene escondido.

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