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HISTORIAS DE CIRCOS

El circo y su historia en el país

Para septiembre de 1880 en el periódico ‘El Eco de la Opinión’, se podían leer noticias sobre la visita del circo ‘La Compañía’ a suelo dominicano.

El periodista a cargo del segmento ‘Cosas…’, del referido medio, C.

T. Wayo, dejó registrado algunos hechos interesantes de esas presentaciones.

Las funciones del elenco compuesto por 20 personas, llamaron la atención de un público ávido por la novedad. Además de los artistas, formaban parte del circo algunos animales como tigres, leones y osos.

Wayo relataba: “Tiene, pues, el público de esta capital donde pasar agradables instantes”.

Tragedia vs. emoción El espectáculo era único. Observar en un mismo escenario a animales salvajes junto a personas realizando shows, hacía que cada noche los artistas dejaran lo mejor de ellos en la escena.

En otra publicación, Wayo narraba la espléndida presentación de este elenco. “Todos los artistas sobresalen, en el trapecio volante, en las barras, en el alambre, en juegos de manos, en tours de forcé, en equitación, etc. Son magníficos.

Millie hizo prodigios con sus dientes.

El payaso es divertido y ocurrente”.

En su crónica enfatizaba que Mr.

Courtney, director del circo, debía estar satisfecho, pues tuvo la acogida esperada.

Lamentablemente, una tragedia tiñó la gloria de la presentación del ‘Circo Zoológico’. El domador de tigres, Herr Lengel, penetró en la jaula de los felinos.

El acto horroroso fue presenciado por los presentes, luego de impedir anteriormente que el domador entrara.

“Lengel se obstinó en entrar en la jaula y el pueblo lo consintió por las seguridades que dio el director de que nada iba a suceder. Momentos después de estar adentro, uno de los tigres le acometió furiosamente, extrangulándole casi en el acto”, describía Wayo en el segmento ‘Cosas…’.

Pese a la seguridad y los esfuerzos que hizo el personal que se encontraba armado según registró el periodista, Lengel quedó sin vida junto a la fiera que murió luego de varios disparos.

“La consternación y el terror reinaron entre todos los espectadores ante el trágico suceso”.

Como era de suponerse los comentarios no se hicieron esperar, pues muchos de los que asistieron a la función de aquella noche salieron corriendo llenos de espanto.

Por las calles se escuchaba: “¡El tigre se comió a Herr! A empujones y caídas, la gente salió del circo, otros utilizaron sus uñas para abrir un hueco en la carpa y escapar; perso- n a s entraron a casas ajenas escondidas entre las faldas de las mujeres por el susto que pasaron.

Wayo describió en ‘El Eco de la Opinión’ aquel acontecimiento del tigre dos días, ya que en todas partes el pueblo solo hablaba de esa tragedia.

Luego de transcurrir aquella pérdida, el circo continúo con sus funciones y el público olvidó el hecho y volvió a asistir con entusiamo.

Se reían de los chistes del payaso, quedaban admirados con la equitación de caballo en pelo, con la destreza y fuerza de Millie Lottie en el doble trapecio y los juegos de salón, y con el sinnúmero de atracciones que ofrecían, como expresa el cronista: “El circo perdió un tigre y a su domador, pero ha ganado bastante con la nunca antes vista concurrencia que asiste”.

Gran Circo Americano El jueves 8 de junio de 1948 arribó al país el Gran Circo Americano con sus elefantes como mayor atracción.

El desaparecido periódico ‘La Nación’, guarda en su edición del 9 de junio del referido año la noticia de la llegada de los cirquenses.

¡Llegó el circo Americano! Era la exclamación del pueblo que acudió en masa a recibir a los artistas. A tempranas horas, la muchedumbre cubrió las aceras del muelle aquel día, en espera de la motonave Dicayagua, la cual transportaba a los integrantes del circo.

“Tan pronto se tuvo la certeza de que estaba en puerto la embarcación, una multitud de grandes y chicos, predominantemente chicuelos, se volcó en el muelle”, así lo relata la referida edición.

El diario contaba que este circo, era sano y entretenido para adultos y niños, y entre los espectáculos de aquel tiempo, es uno de los circos que ha mantenido su popularidad y atracción diaria.

Entre sus atracciones estaban las famosas malabaristas norteamericanas Jewels; los trapecistas voladores de fama mundial, The Fiying Wilcos, así como sus graciosos payasos y reconocidos artistas ecuestres.

Otros que entraron en la jaula Algunos que entraron en jaula y lograron salir ilesos fueron los reporteros de ‘El Urgente’, un periódico de 1948. Con el deseo de hacer una peculiar entrevista, dos redactores de ‘El Urgente’ pidieron la autorización para entrar a la jaula de los leones.

En la edición del 20 de julio del mismo año, aparece una nota donde entre otras cosas, se explica lo siguiente: “Conscientes del peligro, ayer por la tarde, uno de nuestros redactores entrevistó al señor Jerome Wilson, empresario del circo, quien autorizó la entrada en la jaula a nuestros compañeros”.

El domador de los leones y elefantes del circo, al saber del interés de los redactores, declaró: “Por mi parte, pueden entrar. Lo único es que yo salvo mi responsabilidad”.

Al menos este hecho no fue lamentable.

FIERAS REINAS DEL ESCENARIO

Diversidad animal. Durante tres semanas, el Gran Circo Americano presentó una pareja de elefantes; un par de hermosos leones que olían muy mal, según una anciana que se encontraba en la muchedumbre espectadora; osos, monos, perros, un cóndor, un pavo australiano, caballos y un inteligente gorila considerado el más gigantesco de su especie. Hoy muchas de las presentaciones carecen de animales debido a la extinción de algunas especies.

((Leyenda

Capitán Maluenda y el circo Reyes

El país tuvo el privilegio de tener en sus tierras al famoso domador de tigres, el chileno Joaquín Maluenda junto al circo Reyes.

Dullya Sánchez, gerente de la empresa Ortiz Reyes suministró la información sobre la llegada de este circo, al periódico Listín Diario.

Maluenda realizaría su presentación el viernes 19 de agosto de 1966 junto con otras 34 atracciones del circo.

Trajeron malabaristas, alambristas, pulsadores, trapecistas, contorsionistas, acróbatas, ciclistas, actos de magia, excéntricos musicales y al capitán Maluenda con sus cinco tigres de Bengala.

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