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Plenitud y rito en “Tocar un Cuerpo”

Desde que Adán entre el sueño y la vigilia vio a Eva a su lado y la llamó Varona, el hombre -ese impredecible charco de furias- ha cantado a la mujer, y más que cantar, el hombre ha reverenciado el momento donde ocurre el milagro y dos son uno.

Así, este poemario de Adrián Javier (Santo Domingo, 1967), hecho en la conciencia del oficio de poeta, en la palabra del que está llamado a traducir ese momento de eternidad, es un canto a la comunión de los cuerpos, al mágico encuentro de las almas.

Para el poeta venezolano Vicente Gerbasi “La poesía es una ecuación estética con una gran carga vivencial”, y he aquí en este poemario dos vidas en el tibio azogue de los cuerpos. El sujeto que poetiza lo describe así:

Donde el mito del amor/ Inhala su cadáver

“Tocar un Cuerpo”, para decirlo con las palabras de este destacado poeta de la Generación de los Ochenta, es el viaje por “La secreta herida de la ciudad sideral”. Hay en este exquisito poemario instantes de una ebriedad en la plenitud del verso; un atento y permanente aliento poético:

Tu cuerpo de viaje/ bajo el almendro/ que piensa

Octavio Paz nos dice en “Piedra de sol” que “amar es combatir…y que las desnudeces enlazadas saltan el tiempo y son invulnerables”.

En estos versos, un profeta en el grito de la noche disfrazado de ángel como el vellocino de la angustia, sabe que amar es combatir y también morir.

“Tocar un Cuerpo” de Adrián Javier es un culto al momento exacto donde dos seres agónicos en la danza del amor se miran y se reconocen:

Porque es fiesta/ y es temblor/como tu cuerpo

Asistimos a la hondura y sencillez del verso, todo combinado armoniosamente para dar al traste con un poemario cargado de erotismo. Además y esto complace, ciertas citas muestran un respeto del poeta Javier hacia lo mejor de la gran poesía hispanoamericana. Hay zonas de buen diálogo con Huidobro, Girando y Neruda en algunos casos. Exclama el poeta:

cuando tú /decides ser el mar

El poeta, amante y vidente sabe su papel. Sabe su turno de dios pardo sobre esta tierra cansada y señala:

el mundo gira a mi diestra/ porque en otoño/ un dios lo ha vencido

Y otra vez, el Adrián Javier atrevido y agresivo, franco, irreverente:

me gusta el verde/ cuando se desliza en tu coño de ángel/ y suicidio

¡Viva el amor, viva el tibio azogue de los cuerpos, viva la poesía! Enhorabuena por este poemario de Adrián Javier, quien a través de sus versos permanecerá para siempre con nosotros.

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