Las memorias de Bernardo Vega

Bernardo Vega ha escrito sus memorias para recrear el tiempo que le tocó vivir. En ellas no hay un asomo de “yoísmo”, ni una pretendida incorporación a una vanguardia generacional. Tampoco contiene la aguda mirada del historiador, ni la acuciosa impronta del investigador.

Por estas páginas no corre el afán recalcitrante del rigor académico, sino la pasión de un ser humano que cuenta su vida con precisión casi envidiable. Apreciamos, como expresara Goethe con la frase siguiente: “Cierto que en el mundo de los hombres nada hay necesario, excepto el amor.”

Este es un libro escrito con amor. Y con pasión. Una manera de contar la historia desde la mirada de un niño que fue creciendo en un ambiente demasiado cercano a las interrogantes generacionales. Por eso trasciende el simple escarceo anecdótico. Y va más allá de retratar las virtudes del protagonista o de resaltar sus equidades intelectuales.

Bernardo Vega se despoja de toda indumentaria protagónica. Le interesa narrar lo que sus ojos descubrieron, mucho más que el propio color de sus ojos. Y se advierte la impronta personal, el juicio de valor, a partir de su perspectiva como hombre de su tiempo. Estas son “sus memorias”. No las ajenas o las “políticamente correctas”.

Toda la Era de Trujillo, con sus peligros y miserias, con sus asechanzas, complicidades y crímenes aparecen de una forma u otra dentro de estas 326 páginas.

Por ello este libro debe incidir en la memoria del lector como una propuesta disfrutable, merecedora de atención lectiva y portadora de un lenguaje para todos los públicos.

Este primer tomo concluye en 1962, con la victoria en las urnas del presidente Juan Bosch. Es, a su vez, el inicio de un proyecto que se completará con otros cinco volúmenes, que abarcarán una época fundamental en la historia del país. Publicado por la Fundación Cultural Dominicana.