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Periodismo

Una antología de reportajes de jóvenes dominicanas

Natali Faxas, Daniela Pujols, Jhereny Ramírez, Senabri Silvestre, Kirsis Díaz, Solángel Ortega y Elizabeth Martínez son las autoras.

El periodista español Carlos González Reigosa, en su ensayo “La encrucijada ética de una relación tormentosa”, acotó una frase que la Fundación Global Democracia y Desarrollo ha hecho suya desde su misma creación y que la ha marcado como ua entidad abierta, plural, multidisciplinaria y propensa de brindar oportunidades de desarrollo intelectual a todo aquel profesional que se lo proponga en la esfera de las ciencias humanísticas. Dicha frase es la siguiente: “la democracia exige el acceso al conocimiento, el acceso a la información, y ello de algún modo significa –debe significar- el acceso de los ciudadanos a los propios medios de comunicación”.

El periodismo es un oficio, una profesión, que lleva a quienes la ejercen a un contacto permanente con el poder y con la ciudadanía en busca de una verdad relativa, una verdad que se parezca lo más posible a la añorada verdad que todos dicen poseer. El hecho de mostrar la realidad, de recortarla, supone asumir un compromiso con esa realidad y adoptar una posición ideológica para reflejarla aunque en nuestro presente, muchos consideramos que las referencias ideológicas de las personas no solo se encuentran en peligro de extinción, sino que han desaparecido del discurso de muchos profesionales de la comunicación

“¿Contra quién se es neutral?”, se preguntaba el escritor norteamericano Mark Twain-, cuando insistía en la necesidad de asumir una subjetividad asentada en la honestidad intelectual.

Pero como dijimos párrafos atrás, ahora vivimos otros tiempos. Ya no vemos por el mundo a periodistas como Ernest Hemingway que no temieron decir lo que veían sus ojos aunque su palabra pudiera costarle el destierro. Tampoco a otros más recientes que, como Arturo Pérez Reverte, se echó una mochila al hombro en busca de algo más que una serie de reportajes espectaculares. Tampoco vivimos bajo el influjo de la figuras trascendentales en la historia de la República Dominicana que, como el profesor Juan Bosch, fundaron periódicos. En el caso de Santo Domingo, Bosch creó el semanario “Vanguardia del Pueblo”, un órgano periodístico no para trasmitir las ordenanzas políticas de su Partido de la Liberación Dominicana, sino para ilustrar a la sociedad de los acontecimientos que sucedían en el país y en el mundo, para enseñar la práctica de valores y para decir las cosas que el resto de los medios de comunicación miraban a medias. Una vez –y esta anécdota aparece recogía en una entrevista formulada al Jefe de Redacción de ese medio, el desaparecido comunicador Odalís Roa. Don Juan se apareció en la imprenta Alfa y Omega (donde se tiraba el periódico) debajo de un gran aguacero, cuando el país era azotado por un huracán. Ingenuamente, Roa le sugirió al profesor que la distribución del diario debía ser al siguiente día para no dañar la publicación y para proteger la salud de quienes estaban allí reunidos. Don Juan miró severamente al periodista y le dijo: “No, el periódico se distribuye ahora mismo, no importa que haya un ciclón, sus lectores lo están esperando”. Y así, envueltos en capas de agua, salieron aquellos hombres a la calle, y repartieron el tesoro editorial que habían producido. Y Bosch iba al frente de la tropa.

Los premios Funglode

Cuando se publicó la primera convocatoria de los Premios Funglode, en 2007, y al incluir el periodismo escrito entre los géneros participantes, la entidad reconoció la importancia que para la sociedad del conocimiento, tenía el ejercicio de la comunicación social. Incluso, vislumbró la aparición en el país de una nueva generación de periodistas que habían retomado la escritura como vehículo de importancia para la información nacional. Ya se escribían historias narrativas, con aires garciamarquianos: los nuevos periodistas habían dejado atrás la mala influencia del quequeo, del clisé redaccional, de prosa gratuita, de los ripios y encabezados prefabricados. Ya escribían con elegancia, eran poseedores de prosas atractivas que, sin dejar de lado el fondo de los temas, daban gusto leer. En otras palabras, ya había surgido en la República Dominicana una nueva generación (la mayoría de sus integrantes no sobrepasaba los treinta años de edad) en franca contraposición con un periodismo nacional que ya había dado lo mejor de sí y que todavía se mantenía (y en muchos casos se mantiene) aún cerrándole el paso a estas nuevas voces.

El libro “La política migratoria nacional y otros temas periodísticos” integra series temáticas difundidas en la prensa nacional a lo largo del pasado año 2015. Sus autoras son jóvenes comunicadoras sociales de la más reciente generación. La menor, Daniela Pujols, merecedora del Segundo Premio, tenía 22 años de edad cuando publicó en las páginas de la sección Ventana de Listín Diario su serie de reportajes “Cambios en la lectura”, el cual tuvo miles de interacciones y lectorías en las redes sociales por el polémico desafío que proponía su título: ya las personas no van a las bibliotecas no solo porque el libro ha dejado de ser el principal centro de atracción cultural de los dominicanos, sino porque lo que les interesa lo pueden leer desde sus casas, a través de las redes sociales.

Si se menciona este trabajo de Pujols no es porque sea el mejor, sino porque el prestigioso jurado que preside este premió valoró el trasfondo cultural de su tema por encima de otros (tan bien escritos como ese) de mayor impacto en el día a día.

Junto a Pujols, las periodistas ganadoras, Natali Faxas (con un merecidísimo Primer Premio), Jhereny Ramírez, Senabri Silvestre, Kirsis Díaz, Solangel Ortega y Elizabet Martínez, se unen al grupo de vanguardia del nuevo periodismo dominicano. Hoy continuamos disfrutando sus escritos e inclinamos humildemente la cabeza ante ellas.

Este libro es testimonio de que, en materia de periodismo escrito, los dominicanos no tenemos nada que envidiarle a nadie.

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