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LA CUARTA PARED

El contador

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Virginia Sánchez NavarroSanto Domingo

Antes, cuando el mundo era oscuro, dijo muchas cosas. Las dijo para otros, para sí mismo, para quien quiso escuchar o para quien cruzó de paso. El mundo era así cuando se vivía en tinieblas, la mente obligaba a crear cosas en el vacío. Cosas imaginadas, cosas finitas, historias y deseos cuidadosamente orquestados desde el más desesperado hueco de la existencia. él mismo se bautizó El Contador, creyéndose posible ahijado del tal Esopo. Poco sabía que todos los demás, todos, toleraban el tiempo haciendo historias; que cada voz, a oídos de sus dueños, era la vida única, la creación única. Poco querían saber de mundos diseñados por otros cerebros.

Existen formas ódecíaó líneas que con curvas y esquinas encierran el espacio. Y allí en la oscuridad sentía formarse figuras invisibles y en el negro expandido desde sus manos hasta el fin del mundo los imaginó saltar; los distinguía sin saber cómo los distinguía. Hay que saber entenderlos, órespondía cuando alguien inexistente preguntaba ó hay que saber sentirlos para percibir que allí están; es solo que toma tiempo.

Y tiempo tenía suficiente. Tanto que no lograba recordar cuándo o cómo había llegado allí. Trató de pensarlo pero el pasado había sido igual desde hacía tantos días que se dio por vencido y entonces lo inventó como una de sus tantas fantasías. Llegué aquí en un sueño ósolía contaró. Hace mucho, cuando no podía ver la oscuridad, cuando yo no tenía voz, alguien que conocía sopló en mi frente. Yo sentía que me ahogaba en su aliento. Yo pensé que iba a morir. Pero de pronto lo sentí apretar mi mano y respiré. La apretó una, dos veces y luego ya no estaba. Y yo sentí que tenía que ser así, que tenía que echar a andar. Y he andado, mucho; tanto que ya conozco las tinieblas enteras. Las conocí en tres vueltas y desde entonces no he parado de recorrerlas. Por eso tengo la imaginación que tengo, las vueltas son buenas para estimular el cerebro. También son buenas para mantener el ánimo... no que siempre lo pierda...

Y al llegar a ese punto, callaba por un momento y allí, en la oscuridad, su espacio se hacía negro intenso. Luego, una carcajada lo sacaba del trance: se había imaginado que una de las figuras tropezaba; se había imaginado el sonido del viento si quedaba atrapado; se había imaginado que las tinieblas lo ahogaban como aquel terrible aliento.

La luz llegó. Llegó sabiendo que nadie la esperaba. Siempre se deleitó en las entradas sorpresas y en aquellos segundos en que aún nadie entendía. él miró.

Nadie podrá explicar lo que sintió ese día. Nadie podrá saber si tuvo miedo, si comprendió. Nadie podrá saber lo que pensó ni cómo terminó la historia que en ese momento había empezado. Sus ojos se fijaron en un punto, cualquiera, en la inmensidad del mundo que ahora se extendía. Y su boca cedió. Ya nunca quiso hablar. No se volteó a mirar cómo la imaginación se iba.

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