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Historia

Trujillo visto por Orlando R. Martínez

Desde el ajusticiamiento de Trujillo, el 30 de mayo de 1961, se han escrito cientos de libros sobre su dictadura. Esta que ahora se comenta, en vez de ser un libro más, indaga en la personalidad del dictador y presenta otra perspectiva de las causas que motivaron aquel ajusticiamiento.

Orlando R. Martínez, quien laboró en LISTÍN DIARIO, presentó su libro “El suicidio de Trujillo, reinterpretando el magnicidio del 30 de mayo.”

En un trabajo minucioso de seis años de estudio que incluye 1428 referencias, se enfocó en analizar el último periodo de la dictadura, donde constató a través de testimonios, archivos e investigaciones que Trujillo padecía cáncer de próstata, y que además, la personalidad del Generalísimo le impedía ceder ante los deseos de Estados Unidos para que abandonara el país.

Una Era sucumbía en sus pies

“La historiografía dominicana ha reducido lo ocurrido el 30 de mayo a la valentía de Antonio de la Maza y al grupo operativo. El problema es que al cerrar ese capítulo se le impide el paso a otras interpretaciones y ahí es que viene el choque del suicidio de Trujillo con la historiografía tradicional”, indica el autor.

Martínez no niega que Trujillo haya muerto como registra la historia por el valor de un grupo de dominicanos, pero insiste en que testimonios y documentos que se encuentran en el país y en el Archivo Nacional de Estados Unidos prueban que algo más permitió el magnicidio.

“Desde la década de 1970 se estudia la posibilidad de que esa baja guardia que permitió el magnicidio del 30 de mayo pudo ser el resultado de un cáncer de próstata que tenia Rafael Leonidas. Varios testimonios lo confirman. El primero de ellos se presentó en 1977 y el último en 2005.”

Y agrega: “Esa posibilidad no ha sido estudiada oficialmente ni ha sido considerada por los académicos. La hipótesis de que él haya permitido que lo mataran para evitar todo lo que implicaba padecer un cáncer de próstata fue confirmada a mediados de 1960 por Hans Paul Viece Delgado, amigo de infancia de Ramfis Trujillo; Generoso Gómez, el mayor edecán de Negro Trujillo, y Víctor Aliciño Peña Rivera, jefe del Servicio de Inteligencia Militar de la región Norte al momento de terminar la dictadura.”

Estas informaciones llevaron al investigador a varias conclusiones: el gobernante no quiso que lo mataran porque tenía un cáncer de próstata sino por algo muy distinto: “La decadencia de la Guerra Fría en el campo ideológico y el hundimiento de las dictaduras en Latinoamérica jugaron un papel determinante, además de que Trujillo padecía el Síndrome de la personalidad narcisista -era un megalómano- se creía el centro del universo”, afirma Martínez.

“A mediados del 1950 Estados Unidos envió una amenaza a través de un militar de la Embajada Americana. Como Trujillo no quiso irse del país -le ofrecieron irse a vivir a España-, él prefirió que lo mataran antes que responder a los intereses de los norteamericanos. Empezando el 1961, el tirano empezó a andar sin escolta, tal cual lo referencia Arturo Espaillat “El general Navajita”, en un libro que salió en 1963 y se volvió a publicar en el 1967 con otro nombre”, contó el investigador. Orlando R. Martínez manifiesta el interés que motivó su investigación: “Reinterpretar un nuevo capítulo en la historia del final de la Era de Trujillo.” Para comprender estos detalles, el autor sostiene que hay que sumergirse en la psiquis del gobernante. “Él era un Dios en su mente. Prefirió morir, y eso está bien documentado.”

Al final, el autor interpreta que: “Si los gringos lo sacaban, significaba para él una gran derrota, pero si sus enemigos nacionales lo mataban por él bajar la guardia, entonces era una forma de él vencerse a sí mismo.”

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