Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

Publicación

La trilogía de los festivales, de Frank Báez

Frank Báez escribe historias verídicas. Su periodismo despide un inconfundible olor a obra literaria. Sus personajes, al decir de Manuel Rivas: “tienen registro civil”. Él sabe que no puede confundir a los espejos, ni vender gato por liebre, porque literatura es creatividad, invención pura, mezclada a veces con rastros de realidad. Y gracias a lo que hace, podemos conocer un poco más del mundo de hoy, y de lo que ocurre a nuestro alrededor. La realidad que nos transcribe posee un agradable sabor a poesía. Pero no a esa poesía barroca y ditirámbica, sociopolítica o conversacional; suyo no es verso dicho con imágenes y ocurrencias trascendentes, sino su propia prerrogativa para ver el mundo del color del tiempo, de su tiempo, con acentos, estrategias y aportes.

El poeta se rodea con novedades de impacto. Desde la aparición de su libro de relatos “Págales tú a los psicoanalistas”, hasta los conciertos realizados con el nombre “El Hombrecito”, junto a Homero Pumarol y un talentoso grupo de músicos amigos; su presencia en la cultura dominicana es renovadora.

Frank Báez trae en su palabra un aire distinto, un discurso que trasciende la simple propuesta inventiva (divertida) para contarnos, a partir de sus vivencias y andanzas, la visión generacional ante los profundos cambios que acontencen en la Era de la tecnología.

La obra

Como poeta de bien ganada aceptación, Frank Báez es conocido y reconocido allende los mares. Por la importancia de su obra literaria, periódicamente se le invita a festivales y congresos internacionales de literatura, lo que le ha permitido ser testigo de primera mano de los avatares interiores de esos eventos, las excentricidades de sus participantes, el cambio de reglas de juego dentro de la poesía actual y, sobre todo, sus peculiaridades y tendencias.

“La trilogía de los festivales”, es un libro escrito con pasión y preparado con ese mismo espíritu. Frank Báez no solo lo escribió, sino que lo diseñó, seleccionó el formato, colaboró en su proceso de diagramación y lo comercializa, fundamentalmente a través de amazom.com. En las próximas semanas se su edición impresa se pondrá a la venta en la República Dominicana, en algunos puntos de la Ciudad Colonial y otros espacios que acogieron como sede el espectáculo “El Hombrecito.”

No es una edición de lujo. Tampoco derrocha humeantes colores. No posee una estrategia mercadológica al estilo de las grandes trasnacionales del libro. Sin embargo, es una obra que, al decir de Fernanda Bustamante, contiene “... una poética de las emociones, donde el humor es un elemento fundamental que dialoga con esta estética de lo íntimo y lo cotidiano, en la que su propia persona funciona como artificio, Báez compone estas crónicas de viajes o festivales, los cuales no son más que tributos al poeta y a la poesía.”

El circo

La historia de tres festivales internacionales de poesía transcurridos en los primeros años del siglo XXI (Rosario, Granada y San Juan, Puerto Rico) sirven de referencia para que el autor, desde ellos, explore la naturaleza misma y la razón de ser de estos eventos, sus peculiaridades, así como la de los personajes que intervienen en los mismos, leánse organizadores, lectores, asistentes y poetas invitados.

Lo que debería ser una fiesta de palabras, y por ende, de la cultura, se transforma, gracias a la pluma de Báez, en un tinglado escenográfico donde los poetas evitan ser bufones de una corte de manipuladores orquestales.

En ese propósito, Báez no teme presentar las escapadas nocturnas de los bardos hacia sitios más atractivos que la simple descarga “in sito”, el roce cotidiano con el supuesto lector y la rebeldía de una juventud cansada de que le restrieguen en cara su “falta de cultura”.

Detrás de ese discurso narrativo, lleno de reflexiones en apariencia inmediatas, se esconde la profundidad de un pensamiento social que debe llamar la atención: Los poetas de hoy no temen escupir sobre los ídolos literarios de ayer porque son protagonistas de los desafíos de un presente que los “doctos” critican desde oficinas espléndidamente ventiladas, confortables cabinas de radio o estudios de televisión y le niegan espacios a sus propuestas participativas.

En estas crónicas, el autor trasciende el contacto personal entre los poetas y sus posibles o imposibles lectores, muchos de los cuales no conocen ni quieren conocer a Octavio Paz, a Gustave Flaubert o a Dostoievski. Jóvenes cansados de sufrir las manchas políticas y los enfrentamientos ideológicos propios del siglo XX, de sistemas sociales que algún día tendrán que reventar, junto a sus protagonistas.

Novedad

Parecen divertimentos. Ante una simple lectura, el lector no tendrá más remedio que reír de las ocurrencias del autor-protagonista y de los raros episodios en que se ve involucrado, así como de los personajes que conforman un sector de la joven poesía de hoy. Sin embargo, estas crónicas van mucho más allá del simple escarceo, de un motivo lúdico que minimice el papel de la poesía y del poeta en tiempos de desasosiego.

Otro mérito de estas crónicas (y de paso, de la prosa de Frank Báez) es el trasfondo de su lectura; lo que se esconde detrás de la sonrisa, la manera en que queda en la memoria del lector, la capacidad de envolver dentro de la efervescencia creativa, los problemas que palpitan en el entorno humano, expresados a partir de la búsqueda de un nuevo motor de comunicación; de enfrentar la reflexión a partir de un proceso de colectivización de una generación de creadores y lectores que tiene, tanto el derecho como el deber de imponer su estética frente a los embates de una posmodernidad no muy bien comprendida por una buena parte de sus antecesores.

“En las crónicas de Báez, -ha escrito la poeta Sharina Maillo-Pozo- descubrimos la irreverencia de la poesía latinoamericana contemporánea y sus hacedores. El autor rompe las fronteras entre las denominadas alta y baja cultura, mostrándonos que la cumbia, el reggaetón y la bachata pueden convivir en el mismo espacio con Derek Walcott, con Ernesto Cardenal y con Louis’Philippe Dalembert.”

Las crónicas de estos festivales no nacieron como periodismo divulgativo, con fines inmediatos. Poseen el uniforme del largo aliento, piezas para ser disfrutadas como materia lectiva. En ellas, periodismo y literatura integran el campo de batalla donde las palabras cultivan la belleza a partir de trascender lo que para algunos “no se debe decir” de una forma endémica, sin proverbial, sin adjetivos edulcorantes, Báez permite ver “lo que no se puede ver” e indaga sobre los distintos rostros de los hechos que narra; en este caso, el complejo y a la vez fascinante mundo de los recitales poéticos, encuentros que muy pocos se atreven a patrocinar, y que tanto determinan en la formación de la identidad de una generación, y de una nación. Es sublimar una tradición, no en el sentido del espectáculo sino en la hondura y complejidad de los seres que participan en ella, y que por ende, la convierten en motivo de transparencia.

Tags relacionados