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Premiación

Otro aplauso para la obra Fundación Eduardo León Jimenes

Apoyo. María Amalia León de Jorge ha contribuido al impulso de la cultura nacional con el sostenido trabajo de la Fundación Eduardo León Jimenes.

Apoyo. María Amalia León de Jorge ha contribuido al impulso de la cultura nacional con el sostenido trabajo de la Fundación Eduardo León Jimenes.

La Fundación Eduardo León Jimenes ha sido la institución privada que más aportes le ha dado a la cultura nacional. Con su premisa “Por un país mejor”, esta entidad no solo ha sido un ejemplo de productividad, responsabilidad y servicio a la nación dominicana, sino que ha destinado un buena parte de su presupuesto a incentivar la obra de nuestros más destacados escritores y artistas, así como al apoyo a las nuevas generaciones de creadores.

Desde hace más de 50 años, el Grupo León Jimenes ha venido dando noticias concretas, amplias y generosas a favor de la creatividad nacional. Uno de los tantos ejemplos de ese mecenazgo cultural es el Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jimenes a la mejor obra escrita e impresa publicada en el país.

Durante 20 años y sin importar el género, se han presentado al concurso novelas, ensayos, investigaciones, obras de teatro, es decir, cuanto género literario se practique entre nosotros.

Un jurado de suma relevancia intelectual selecciona cada año, a su criterio, la mejor obra de todas, la cual recibe un alto estimulo monetario que en estos 20 años de vida ha variado, desde 300,000 a 750,000 pesos y cuya cifra total asciende hasta el presente a la suma de RD$ 8,400,000.

Para la selección de la mejor obra anual se han establecido criterios como la trascendencia y calidad del texto, manejo del lenguaje, la destreza intelectual o capacidad creativa, originalidad y contribución a la bibliografía nacional.

Distinción cultural

María Amalia León de Jorge ha continuado los pasos de su padre, don José León, en su compromiso de aportar a la cultura dominicana a través de todas sus manifestaciones.

Este evento no ha sido la excepción. María Amalia distingue que cada año surgen nuevas experiencias. Para ella, el Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jimenes ha sido un proceso muy enriquecedor y a la vez de aprendizaje.

“Cada vez más se manejan mejores contextos, con una prosa acabada, además de originalidad y creatividad literaria”, refleja.

Si bien el evento es de los pocos concursos donde confluyen todos los géneros literarios, además de investigaciones y obras de teatro, ha sobresalido la tendencia de obras ganadoras de investigación sobre otras de carácter literarias y teatrales. Solo el recordado escritor y artista Manuel Rueda obtuvo esta distinción con una poesía, “La metamorfosis de Makandal (1999)”.

La directora de la Fundación Eduardo León Jimenes comprende que desde los inicios del concurso se ha mantenido una línea histórica. Sostiene que la consistencia de este tipo de creación siempre se ha reflejado, además de que la calidad de este año fue muy alta. “Sería bueno poder incentivar los géneros de ficción, la parte de poesía, teatro, novela y demás, pero esa es la tendencia”, destaca.

También, el director ejecutivo de la Feria del Libro, Pedro Antonio Valdez, afirma que el evento premia al libro del año. Sobre la destacada participación de obras de investigación, de historia y ensayos, Valdez entiende que en todas las sociedades y países hay libros que sobresalen por encima de los otros independientemente de su género. “Este es el caso de este premio”, concuerda.

20 años de premiaciones

Las obras que han sido galardonadas con el Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jimenes hasta el presente son “Trujillo, Villa Francisca y otros fantasmas”, de Marcio Veloz Maggiolo (1997); “Bancos, ingenios y esclavos en la época colonial”, de Amadeo Julián (1998); “La metamorfosis de Makandal”, de Manuel Rueda (1999); “Los Estados Unidos y Trujillo: los días finales 1960-1961”, de Bernardo Vega y “Al borde del caos”, de Miguel Guerrero (2000). Otros textos premiados han sido “Los motivos del machete”, de José Miguel Soto Jiménez (2001); “El ocaso de la nación dominicana” de Manuel Núñez (2002); “Código de Trabajo anotado”, de Lupo Hernández Rueda (2003); “El merengue: música y baile de la República Dominicana”, de Catana Pérez de Cuello y Rafael Solano (2004); “Cómo los americanos ayudaron a Balaguer en el poder en 1966”, de Bernardo Vega (2005); “Historia de Santiago de los Caballeros 1863-1900”, de Edwin Espinal (2006); “Importancia del contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano: Cronología del arte dominicano: 1844-2005”, de Jeannette Miller (2007); “Trujillo. El tiranicidio de 1961”, de Juan Daniel Balcácer (2008); “El Fiero. Eberto Lalane José”, de Hamlet Hermann (2009); “Vivas en su jardín. Memorias”, de Dedé Mirabal (2010); “Dimensionando a Dios”, de Manuel Salvador Gautier (2011); “Océanos de tinta y papel: Historia de la navegación y del desarrollo marítimo dominicano”, de Miguel Reyes Sánchez (2012); “Artesanía dominicana: un arte popular”, de los escritores Manuel Antonio de la Cruz y Manuel Durán Núñez (2013); “El político: Radiografía intima”, de Leonte Brea (2014), “Buenaventura Báez”, de José Báez Guerrero (2015) y “Espacios y resonancias”, de José Rafael Lantigua (2016).

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