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Crítica

La noche de los Alfileres

La obra de sello Alfaguara.

La obra de sello Alfaguara.

El género thriller “ha salvado” el mercado del libro en tiempos “del cólera”. Pero muchos autores han abusado de él atendiendo al prestigio de sus nombres. Es un tipo de literatura que rompe con el estigma tradicional para centrarse en el racionalismo del mundo moderno y los conflictos del hombre en este, siendo a diferencia de los géneros clásicos, una literatura llena de crítica y duda debido al modo de vida del mundo cambiante en el que vivimos.

Los thrillers “modernos” suelen ser fragmentarios, con multiplicidad de voces narrativas, saltos temporales, y elementos psicoanalíticos como monólogos internos y dotados de un lenguaje muy diverso: en un mismo texto podemos encontrar onomatopeyas, cultismos o traducciones fonéticas literales. Lo que se busca es dar un punto de vista diferente de una historia que tal vez ya ha sido contada muchas veces.

Teoría a parte, lo que ha puesto el thriller sobre el tapete de la modernidad es su propósito mercurial.

Un ejemplo puede ser la más reciente novela del peruano Santiago Roncagiolo “La noche de los alfileres” ((Alfaguara, 2016), un libro extenso y lleno de neoplasmos, que reduce la visión referencial de la literatura a un simple escarceo subjetivo donde las desavenencias provocan tensiones poco convincentes.

“La noche los las Alfileres”, es también un culto a las naderías. Contiene una mirada superficial y hasta ingenua de un exceso juvenil que, por determinadas causas no premeditadas, se transforma en un episodio de ribetes sangrientos. Todavía por la mitad del libro, el autor continúa de manera ingeniosa su culto a las diabluras de sus protagonistas. A la obra le faltan toques de humanismo, desarrollo epocal, y espacio de reflexión para que el lector se pellizque la piel.

Decenas de referencias al cine norteamericano, con citas traídas por los pelos, sirven como asideros para deslindar propósitos hasta cierto punto ingenuos en la vida de los personajes y, por ende, innecesarios y comunes.

Una prosa casi telegráfica es otra de las armas de Roncagiolo en esta novela escrita, a toda luz, en busca de un mercado, pero bien distante de propósitos perdurables desde el punto de vista artístico. Ojalá sus próximos libros devuelvan a este autor a los tiempos en que el resultado tenía más valor que el propósito empleado para hallarlo.

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