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Otro aporte de Miguel Franjul

Miguel Franjul, comunicador intenso, abierto, profundo y generoso, nos invita, en esta entrega matizada por una prosa cultivada, a realizar una travesía fascinante por los senderos más inesperados de las nuevas realidades que enfrenta el periodismo escrito, la comunicación en general, el espacio político y la vida social. Nos guía, paso a paso, con prudencia, no sin la audacia necesaria, por los espacios más intrincados de este mundo colmado de contradicciones que a veces nos lucen insalvables.

El Director del Listín Diario aborda con elegancia y una franqueza inusual los problemas y traumas más críticos que vivencia una sociedad prisionera del desconcierto. Pero no sólo los explora, los describe, los denuncia, sino también, y lo que nos parece más importante, utiliza su poder social para proponer y gestionar soluciones tanto en los espacios comunitarios, en la sociedad civil, como en el mismo gobierno dominicano. En fin, su actuación no se reduce a una pose mediática que se satisface con sólo tocar la cuerda emocional de la sociedad espectacular para lograr la aquiescencia popular, ni es producto de un imperativo egoísta cuyo único propósito es la catarsis personal.

Y es así como el escritor banilejo nos conduce con destreza a las zonas de angustia, incertidumbre, de necesidades, realización y de esperanzas políticas, económicas, culturales y morales por las que transitan los pueblos. En efecto, la obra aborda los problemas -y las soluciones tentativas- más significativos de la actualidad. Entre otros, destaca: los que atañen al papel de la prensa y los intelectuales frente al poder, a los medios de comunicación en la construcción de la democracia, los relacionados con el medio ambiente, la comunicación moderna en las crisis causadas por desastres naturales, la transparencia, el secreto de Estado, la seguridad pública, el destino del libro dominicano, la verdad en tiempo del espectáculo, el rol de los nuevos medios de comunicación, los valores políticos y sociales, la transformación del hombre como consecuencia de los cambios tecnológicos, culturales, políticos y económicos que se suceden en el mundo. No podía faltar su lucha por el sur agreste y laborioso, por las causas de Baní, su pueblo, su terruño querido, y el reconocimiento merecido al prohombre banilejo Don Rafael Herrera Cabral, referente obligado para el periodismo nacional.

Entre los tópicos abordados por Miguel Franjul, destacamos por su importancia el papel que atribuye al público en la conformación y sostenimiento de los medios de comunicación. No es, desde luego, una temática surgida en el contexto del postmodernismo. Es vieja, arcaica, sumamente antigua, pero siempre actual, compleja, farragosa y problematizante. La encontramos en las conceptualizaciones de los primeros escritos sobre el arte de la retórica atribuidos a los siracusanos Corax y Tisias; en los sofistas Gorgia de Leontinos y Protágoras; en las aportaciones de Aristóteles; y, en nuestra época, en Perelman y Olbrechts-Tyteca con su brillante Tratado de la Argumentación o La Nueva Retórica.

El periodista acucioso, el investigador experimentado nos dice: “A esta tendencia de privilegiar la cobertura de temas que interesan directamente a los conglomerados, se le conoce en el mundo de la prensa como periodismo ciudadano y su finalidad es la de despertar reacciones que contribuyan, a su vez, a solucionar esos asuntos”. Y es aquí, precisamente, donde encontramos coincidencias entre su punto de vista con los de Aristóteles y, sobre todo, con Perelman en lo que atañe al papel del público en el diseño y conformación del discurso del emisor del mensaje. Obviamente, el problema es más agudo si observamos que los medios no se dirigen a un público homogéneo tipificable, sino a uno de carácter heterogéneo, donde puede asentarse un mosaico policromado de intereses en conflicto. Por esa razón, Perelman y Olbrechts-Tyteca plantean que, cómo la argumentación no siempre se desarrolla en un escenario uniforme, el arte del buen expositor consiste “en tomar en cuenta, en la argumentación”, los auditorios heterogéneos.

Toca de manera didáctica la situación actual de la prensa tradicional frente a la emergencia de medios electrónicos exhibidores, en muchos renglones, de una ventaja competitiva y comparativa con relación a la prensa escrita. Básicamente, en lo que se refieren a la rapidez con que “las redes difunden las informaciones e ideas”, a la imagen en vivo y en directo de la televisión y al papel cada vez más protagónico del teléfono inteligente -considerado por Franjul como el multimedio de estos tiempos-. Estos cambios acelerados en los medios electrónicos han obligado, dice el autor, a la prensa escrita a hacer adecuaciones en el modelo comunicacional tradicional, a utilizar la imaginación creativa, a reinventarse para mantenerse vigente. Es de esta manera, tal como nos cuenta Miguel Franjul, que la prensa escrita, en un cambio de terreno oportuno, práctico y conveniente, ha comenzado a enfocarse “en la información de calidad, la exclusividad, la profundidad de la crónica, que no se logra en los medios digitales” y a auxiliarse del “diario del día después”: “que aprovecha lo sustancial del aluvión de datos que circulan por los canales electrónicos” para servir de “soporte de la información creíble, del cual dependen los demás medios”.

Franjul, quien no se detiene en un enfoque que, en ocasiones, nos luce un tanto osado, es consciente de que vivimos en un mundo dominado por el espectáculo. Por eso entiende que la prensa escrita, para mantener su vigencia, debe estar en sintonía con los nuevos tiempos, aunque cuidándose de no quedar atrapada entre las finas redes del periodismo light. Esa visión del problema lo lleva a introducir, de manera cuidadosa, un concepto chispeante, aunque a la vez profundo y adecuado por lo oportuno. Nos referimos a la “verdad atractiva”, no seca ni simplemente objetiva. Es decir, una información, que sin perder la objetividad, es lo suficientemente persuasiva para conseguir o mantener la adhesión o fidelidad del público hacia el medio.

Defiende las reinvenciones de la prensa escrita porque es consciente de que ésta no puede deslizarse por el precipicio de la “retardación del movimiento”; que no se puede tener razón a destiempo como le ocurrió a Twitmeyer, quien, según Hyman, descubrió primero que Pavlov los reflejos condicionados, aunque sus ideas no fueron aceptadas por los científicos de su tiempo porque no coincidían con el espíritu de la época; que tampoco puede cegarse a las nuevas realidades como le ocurrió a Platón con la retórica, porque, como se sabe, ésta fue posteriormente rescatada de manera crítica por Aristóteles y en la modernidad por Perelman.

Lo que más nos sorprende del ejercicio profesional de Miguel Franjul es su metodología para abordar las situaciones más calamitosas. No es absolutamente lineal. Tampoco quietista, temerosa ni temeraria. No siempre avanza sin retroceder, tiene sus pausas, sus rebeldías, sus resistencias, sus conciliaciones, su propio ritmo estratégico.

Se nos antoja diferente a la concepción de valentía sostenida por aquel general ateniense, quien, cuestionado por Sócrates sobre su significado, la definió como ir siempre hacia adelante, atacar sin retroceder sin importar ningún escollo o circunstancia. A la respuesta del general griego, aparentemente certera, el creador de la mayéutica, le ripostó que no estaba de acuerdo con su razonamiento, pues en muchas ocasiones los estrategas ordenan a sus tropas retroceder para atraer al contendor hacia una posición ventajosa para así sorprenderlo. Ante tan sabia respuesta el general ateniense no tuvo más remedio que confesar su error y aceptar la sabiduría de Sócrates.

El poder de la Palabra de Miguel Franjul nos sedujo con el sortilegio de un discurso que transita entre el enfrentamiento y la conciliación, entre la denuncia y la propuesta de solución y, sobre todo, entre la lucha por la democracia y la libertad y la gestión del consenso para la solución de los problemas más imperativos en que el Estado desempeña un papel protagónico.

EL SER HUMANO

Nació en Baní, República Dominicana. Se inició en la profesión como redactor del Listín Diario en octubre de 1968. En 1980 fue de los fundadores del diario Hoy, del cual fue, sucesivamente, subjefe de redacción, Jefe de Redacción y Subdirector y uno de sus columnistas principales.

De allí pasó a dirigir el diario La Información, de la ciudad de Santiago de los Caballeros. En 1999 asumió la dirección del vespertino capitaleño La Nación y desde el año 2000 es Director de el Listín Diario, cargo que ostenta al día de hoy.

Ha recibido numerosas distinciones de entidades culturales, empresariales y educativas por sus campañas en favor de causas vinculadas al bien común.

Como director del Listín Diario ha impulsado exitosas campañas para la protección del medio ambiente y contra el narcotráfico.

Ha promovido el programa “Periodistas por un año”, y ha fortalecido, durante su gestión, el llamado “Plan Lea”.

Recibió el Doctorado Honoris Causa en Ciencias de la Información en la Universidad Tecnológica del Sur. Franjul es, además, miembro de la Junta de Directores de la Sociedad Interamericana de Prensa y vicepresidente para República Dominicana de su comisión de Libertad de Prensa. También es miembro del comité ejecutivo de la Asociación Mundial de Periódicos (WAM).

El poder de la palabra. Enriquece la bibliográfía periodística nacional.

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