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El retablo de la pasión y muerte de Juana la Loca

Juana la loca. Manuel Rueda la inmortalizó en su grandiosa obra literaria.

Juana la loca. Manuel Rueda la inmortalizó en su grandiosa obra literaria.

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Ida Hernández CaamañoSanto Domingo

Oí de alguna manera hablar de Juana la Loca, tal vez por allá por los años de estudiante de bachillerato, en esas lecciones superficiales de la historia en que el exceso de personajes que tuvieron que ver con el descubrimiento y la colonización de nuestra isla hace que muchos sean tan sólo nombres sin importancia. No fue sino hasta hace poco y a raíz de que nuestro poeta Manuel Rueda estuviera embarcado en la ingeniosa y fructífera tarea de recrear este personaje de la historia de la vida española y flamenca, que me acerqué a conocer los apasionantes hechos que en muchos aspectos rodearon la infeliz existencia de Juana la Loca, una mujer, a mi modo de ver, de sensibilidad particular, así como de una fuerza y características temperamentales que a pesar de ellas permitió a los demás, en especial a los hombres que la rodearon, manipularla, marginarla y condenarla irremisiblemente al ostracismo, al encierro más injusto, por únicas razones políticas y los intereses del momento, la ambición de poder.

Motivos ¿Qué mueve a nuestro Manuel Rueda, maestro de la palabra profunda y epidérmicamente humano y con una extraordinaria capacidad creativa a hacerse cargo de Juana la Loca? Un motivo exterior es el que justifica su decisión de escribir la obra que unos años después para su sorpresa, le merecería el afamado premio de teatro Tirso de Molina que el Instituto de Cooperación Iberoamericano otorga a una obra de calidad.

Ramón Pareja, director de teatro, años atrás había montado con éxito la obra «Sueño de una noche de verano» de W. Shakespeare, en una fabulosa adaptación de Manuel Rueda y que fue muy bien acogida por el público dominicano.

En 1993, Pareja se acercó nuevamente al poeta, dramaturgo, escritor y pianista Rueda para hablarle y proponerle su participación en el proyecto de montar una obra sobre Juana la Loca, conjuntamente con la Secretaría de Educación, que colaboraría en reunir todos los recursos necesarios para tales fines. Manuel Rueda aceptó escribir la obra, y toda la maquinaria alrededor del proyecto se puso en movimiento.

Proceso creativo Con la vasta cultura y la erudición que le son propias a este escritor nuestro, viajó al interior de sus recuerdos y de sus conocimientos para extraer las emociones e inquietudes dormidas y que probablemente ese personaje le produjeron en el andar de sus lecturas o en algún momento de su vida.

Tomó la punta de la cadeneta y la tiró para ir produciendo un efecto multiplicador de sensaciones en sí mismo, que lo colocaran en el preciso momento de la historia y en la parte más íntima de sus personajes, especialmente en el de Juana.

Devoró con fruición todo lo que encontró escrito sobre Juana la Loca; hablaba con algunos de nosotros acerca de la criatura que estaba engendrando; se retiraba y consumido en los silencios necesarios, produjo una sobrecogedora y emocionante obra que lamentablemente no pudo ser presentada según los fines originales para los cuales estaba destinada.

Rueda se tomó más tiempo del previsto, porque a fin de cuentas escribir por encargo es uno de los trabajos más tensionantes que pueda haber, ya que no es sólo el tiempo lo que cuenta, sino la calidad que el escritor se exige y el prestigio que se juega.

Terminado el texto, lo leyó en sus dos partes, a aquel grupo dominical que sirvió de público a su primera presentación privada, y que fue acogida con ilusión y entusiasmo a pesar de su forma leída y no puesta en escena.

Experiencia Yo, que también había leído algunas de las novelas sobre Juana la Loca, quedé impresionada al oír, con los énfasis necesarios y las inflexiones correctas, toda la reinterpretación, es decir, el retablo hecho por Manuel Rueda sobre Juana, tan lejana en el tiempo, tan aparentemente loca, tan amante de su hermoso marido, y tan a la mano para el artista proyectarla en sus dimensiones humanas, políticas y sociales.

Siento que Manuel Rueda en su obra teatral destaca dos elementos sobre los demás: el drama humano y familiar de Juana con sus padres, los Reyes Católicos de España, Isabel y Fernando, víctima de sus egoísmos, en una relación con la madre llena de dolor y resentimiento, y por otro lado, la pasión fuera de serie podría decirse, que siente por su marido, por quien se vio sometida a ofensas y humillaciones que en ocasiones Juana enfrentaba sin resultados y todo por ese amor desenfrenado que también pudo haber sido causa del desequilibrio emocional, de la locura con la cual se llevó su nombre a la historia.

Alcance Terminada la obra, leída entre amigos y bien aceptada por él y por los demás, fue estimulado a enviarla a participar en el concurso que se convocaba en ese entonces y con un dejo de incredulidad en esta participación, hizo llegar el «Retablo de la Pasión y muerte de Juana la Loca» a un destino diferente al que movió su creación, y que a su vez dio lugar a otro destino que hoy proyecta a Manuel Rueda y a nuestro país, fuera de los puntos cardinales que rodean esta insularidad a veces irremediable, pero tan propia como nuestro amigo, escritor, artista e intelectual Manuel Rueda.

Ahora sólo estamos a la espera del montaje y presentación del «Retablo de la pasión y muerte de Juana la Loca», con la altura y calidad con que fue escrita.

SIGNIFICADO DE LA PALABRA RETABLO SEGÚN EL LAROUSSE Retablo es “el conjunto de figuras pintadas o talladas que representan una historia” según una de las acepciones del «Diccionario Larousse».

En el caso que nos vamos a referir, se trata de la representación, esta vez escrita, y para ser puesta en escena, de una historia verdadera, sobre una mujer y sus circunstancias, en una época que hoy se nos ocurre lejana, pero que la sensibilidad de un artista nos la hace cercana y vibrante; como arcilla suave y dócil el escritor retoma entre sus manos la vida de aquella mujer que yo intuyo víctima de su propia entorno familiar, de aquella época oscura en especial para la mujer y que sin embargo nos crea la conciencia de que todo puede suceder en cualquier momento, a cualquier persona, porque los intereses que mueven el mundo y a los seres humanos no tienen límites en el tiempo, en el espacio ni en las fronteras emocionales.

Don Manuel Rueda.

Portada. Edición Príncipe impresa en España, en 1966.

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