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Folklore

Mis queridos chuineros

Los luchadores. Ya estos versos no se cantan en los convites; hoy día esta manifestación de la cultura popular sobrevive gracias a la labor de un grupo de hombres de pueblo.

Los luchadores. Ya estos versos no se cantan en los convites; hoy día esta manifestación de la cultura popular sobrevive gracias a la labor de un grupo de hombres de pueblo.

El sol no molestaba al recogedor de café. Dicen que los enamorados ni sienten ni padecen, solo piensan en sus amadas. La única preocupación de Milito Aguavivas era que su Noelia no le hacía caso. Por más que hacía no lograba conquistarla. ¡Ah! Pero él lo iba a lograr, por eso no le importaba cantarle chuin to’ lo día a esa mujer.

Solo una vez ódesde una cañada ó bajaba por la montaña la voz de Milito llena de potencia, amor y dolor hasta llegar a la casa de su enamorada: “Cuando ustedes oigan decir Rafael Emilio murió, no le echen la culpa a nadie, Noelia que lo mató”...El chuin entretiene. Alegra las almas y aleja las penas. Pero más allá de un momento de alegría o una expresión de amor representa la capacidad de imaginación de un pueblo y con el tiempo se ha convertido en una muestra cultural en vías de extinción.

Definidos por algunos estudiosos como “una forma de tradición oral, de canto improvisado en forma de copla, que se originó entre los campesinos del municipio de Baní, provincia Peravia”, se asocia a la herencia española y se utiliza para hacer declaraciones de amor, dar testimonio de amistad y resaltar las virtudes humanas.

Los chuineros Rafael Ángel Tejeda Báez, quien forma parte del grupo de Chuineros de Baní, recuerda que sus padres se mantenían en desafío cantando esas coplas.

“Antes cualquiera cogía eso como canción. Una vez mi papá salió y mi mamá creía que él tenía algo por ahí y se le fue atrás; cuando él se dio cuenta se devolvió y ella le dijo “estoy siguiéndote para que me enseñes lo bueno”, recuerda Tejeda. “Se devolvieron y ella le hizo la cena; cuando le pasó el plato él le dijo que no quería y ella le cantó: ‘El tallo de la higuereta Manuelito, es un tallo colorao y tú que te quejas tanto algún dolín te ha quedao’ y mi papá le respondió: El cojoyo de una palma sea como lo revuelve el viento y en dos que se quieran bien no debe haber sentimiento”.

Además de divertir a los trabajadores en los campos, esta manifestación de creatividad artística, de poesía oral y popular servía para que los cantadores (cantantes de chuines) entablaran desafíos con otros trovadores.

A diferencia de Rafael, Marino Tejeda Núñez comenzó con los chuines mientras recogía café en una plantación. “En el otro firme había un hombre llamado Negro Moroso que cantaba mucho chuine. Él cantaba de un lado y yo le respondía de otro”.

Así como tú me ves... “El camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. Se ve que te caigo bien rubia, te pusiste frente a frente”... Rafael Antonio Mejía (Rafelito) ódirector del grupoó comenta que aunque su papá no era chuinero, ya que cantaba la plena; aprendió el chuin en la propiedad de su padre cuando le llevaba los desayunos a los recogedores de café. Además, asegura que “hay mujeres chuineras que cantan muchos chuines”.

El ingenio, la picardía, jocosidad, improvisación, espontaneidad, el doble sentido y lo irónico, definen a la perfección la esencia de los chuines. Se interpretan a capela, aunque desde sus inicios se acompañaban con la guitarra y con el cuatro (un tipo de instrumento musical de cuerda).

Estos versos cantados con humor, y siempre en grupo, demuestran temas de la vida cotidiana, el amor y el desamor, además de la capacidad imaginativa de sus intérpretes.

El sociólogo Dagoberto Tejeda asegura que en ningún lugar de República Dominicana, ni del mundo, se cantan chuines con la estructura poética, la lírica, el ritmo, el contenido como en Baní, “por lo menos con ese nombre”.

Los banilejos “Te voy a cantar rubia, con todo mi corazón, te puedes poner los lentes para qué me veas mejor”Ö... Rafael Emilio Aguasvivas (Juan la Pesca) es todo un personaje. Su gracia le hace resaltar en un grupo de hombres talentosos.

“Estaba en un lugar y comencé a cantar un poco tímido. Ahí llegó una mujer que le decían La China y se sonrió conmigo, entonces le canté un chuin que decía: A ti te nombran la china y yo no te conocía, yo con una china así bebo jugo to’ lo día”, recuerda Juan la Pesca. “Ahí Carrú me vio y me dijo que yo servía para cantar. Desde ahí llegamos a amanecer cantando chuines”.

En los “campos blancos” del Cañafistol, Boca Canasta, Sombrero, El Llano, Matanzas, Sabana Buey y Fundación de Sabana Buey, los “chuines son coplas formadas por cuatro versos, donde la mayor parte de las veces, la segunda ritma con la cuarta, quedando libre el primero con el tercero. Su interpretación es colectiva donde se alterna un solista con un coro. Siempre este último repite el último verso”.

¿Y ahora? Rafael Pirsilio Pimentel comenta que antes de meterse al grupo, cantaba solo en los conucos: “Oía a papá que cantaba chuines en un conuco de café y en to’ lo trabajo yo lo oía cantando. Cuando molían el café comenzaban él y Modesto, un hermano mío, a responderse lo chuines”.

Este patrimonio de la oralidad dominicana corre el riesgo de extinguirse debido a la avanzada edad de los chuineros, algunos de los cuales ya han fallecido. Tampoco se cuenta con un registro escrito debido a que se cantan en el momento de la acción y algunos de sus cantadores no saben leer ni escribir.

De acuerdo a Dagoberto Tejeda, los chuines, con sus chuineros, permanecen como un patrimonio casi arqueológico en vías de extinción que sobreviven en la nostalgia de minorías y en las expresiones más autenticas y valiosas de la oralidad; una tradición que mantiene vigente a la poesía popular.

Hoy día esta expresión popular sigue viva gracias a la labor de los cantadores Rafael Emilio Aguasvivas (Juan la Pesca), Rafael Ángel Tejeda Báez, Rafael Antonio Mejía (Rafelito), Rafael Pirsilio Pimentel, Marino Tejeda Núñez, William Radhamés Mejía. Si no se conserva, se perderá para siempre tal y como ha pasado en otras regiones del país. Esperemos que no.

POR DENTRO: EXAMINEMOS LOS CHUINES “Yo voy a tirar pa’ adelante aunque el sol me dé en la frente, yo tan lejos de ti que estoy morena y me está pasando corriente”… William Radhámes Mejía considera que con eso el arte hay que nacer y enamorarse como una mujer que uno quiera. “Yo soy como papá, a él le gusta tanto el chuin que llego a la casa y lo encuentro cantando solo.

Me pasa eso también, a veces estoy bañándome y empiezo a cantar y me dice la mujer ¡ofrézcome, carajo! ¿Por quién ‘ta cantando? Este tipo de poesía popular se compone de coplas de cuatro versos, de los cuales riman el segundo y el cuarto, y en la que los otros cantadores repiten a coro el último verso. Son improvisaciones que surgen según las circunstancias.

La estructura del chuin se asemeja a la cuarteta (estrofa de cuatro versos de arte menor con rima consonante y el esquema 8a 8b 8a 8b) y a la seguidilla (fragmento de cuatro versos de arte menor) que es la redondilla (de cuatro versos octosílabos, con rima asonante o consonante). “Aunque es muy común el verso octosílabo en el chuin no se puede afirmar que esta sea la métrica dominante porque también son frecuentes versos de otras dimensiones”, aclara el investigador Tejeda.

En tanto que el arquitecto Ismael Díaz Melo señala que solo en Baní reciben el nombre de chuines. En Monte Plata a estas coplas se les denomina “cantos de toro”.

Rafael E. Aguasvivas (Juan la Pesca)

Marino Tejeda Núñez

Rafael Antonio Mejía (Rafelito)

Rafael Ángel Tejeda Báez

Rafael Pirsilio Pimentel

William Radhamés Mejía

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