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¿Víctima del tecnoestrés?

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Purificación León / EFEReportajes

¿Apaga el teléfono móvil por la noche? ¿Cuántas horas pasa cada día conectado a Internet? ¿Es capaz de programar sin dificultades el aparato grabador de video? Las respuestas a estas y otras preguntas indican si hacemos un uso adecuado de las nuevas tecnologías y si podemos manejarlas correctamente. Los avances tecnológicos nos permiten comunicarnos de forma muy eficiente, trabajar de manera deslocalizada y, hacen nuestra vida más fácil. Pero también pueden originar estrés. Aprender genera tensiónAsí, el rápido desarrollo de las nuevas tecnologías implica que los usuarios tengan que aprender a utilizar un gran número de dispositivos. “Tenemos una sobrecarga de aprendizajes pendientes para manejarnos adecuadamente con las nuevas tecnologías”, señala el psicólogo Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de Ansiedad y Estrés. “Hemos de aprender a usar el televisor, el aparato de música, el grabador de vídeo, el teléfono móvil, etc. Además de saber utilizar estos dispositivos, tenemos que aprender a configurarlos, a arreglar las averías y otras cosas. No da tiempo a hacerse un experto en todas”, precisa a Efe. El psicólogo explica que algunas personas evitan enfrentarse con nuevos aparatos y esto puede llegar a convertirse en una fobia al uso de nuevas tecnologías. “Esta fobia tiene un coste, pues no adaptarse a la vida moderna supone cierta discapacidad y cierto envejecimiento”, apunta. En este sentido, el especialista destaca que no queda más remedio que adaptarse a los cambios que vengan “y si son cambios tecnológicos, hay que tratar de estar un poco al día”. Pero la convivencia con estos dispositivos también puede derivar en estrés si, por ejemplo, se estropean o dejan de funcionar correctamente. Ese estrés puede ocasionar emociones negativas como preocupación, mal humor, ansiedad o enfado. “Las emociones negativas no son una enfermedad, pero si esos síntomas emocionales persisten demasiado tiempo, pueden producir dificultades para conciliar el sueño y descansar o problemas de alimentación, entre otros”, indica. El especialista detalla que pueden surgir, asimismo, problemas de activación fisiológica, de estrés y ansiedad. “Incluso puede haber problemas de crisis de ansiedad o de crisis de pánico como consecuencia de un exceso de estrés”, afirma. TecnodependenciaPor otro lado, el tecnoestrés también alude a la dependencia que generan los dispositivos tecnológicos. “Nos facilitan la comunicación, el trabajo deslocalizado y el ocio, pero no podemos estar enganchados permanentemente a esas demandas porque nuestro cuerpo y mente necesitan dormir un promedio de ocho horas al día”, indica Cano. Advierte que las posibilidades del desarrollo tecnológico moderno pueden acabar con nuestro descanso. Russell Johnson, profesor de la Universidad Estatal de Michigan, considera que los “smartphones” “están casi perfectamente diseñados para perturbar el sueño”. La razón, según explica Johnson, es que estos dispositivos nos mantienen mentalmente ocupados por las noches hasta tarde y dificultan que podamos desconectarnos del trabajo, relajarnos y quedarnos dormidos. En dos estudios basados en encuestas a un amplio espectro de trabajadores estadounidenses, Johnson y otros investigadores hallaron que, quienes utilizaban sus teléfonos inteligentes por motivos laborales después de las nueve de la noche, al día siguiente estaban más cansados y menos comprometidos con el trabajo. Cano Vindel explica que si una persona no descansa, puede acabar desarrollando trastornos de salud de tipo cardiovascular, de sueño y problemas de alta activación fisiológica. También pueden producirse problemas de salud mental.

(+)RELACIONES PERSONALESSe pueden deteriorar Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de Ansiedad y Estrés, subraya que las relaciones personales pueden sufrir un deterioro asociado al tecnoestrés en varios sentidos. “Aunque las nuevas tecnologías nos facilitan la vida, también pueden ocasionar malestar. Y ese malestar, ya sea físico o psicológico, puede afectar a la relación que tenemos con las personas de nuestro entorno”. Esto ocurre, según explica, porque quienes tienen estrés, van a estar más irritables. “Por lo tanto, la comunicación se va a ver alterada de manera negativa por esa tendencia a estar más enfadados”, Además, señala que cuando alguien está nervioso, las personas de su entorno se contagian de ese nerviosismo, experimentan más estrés y están más irritables.

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