“Espiritu santo, comunión del padre y el hijo”

VI Domingo de Pascua, previo a la Ascensión del Señor, las lecturas tratan mucho del Espíritu Santo y su intervención en la vida de la Iglesia. Pocos conocen al Espíritu Santo, al Espíritu de la Verdad, como lo llamó Jesús cuando se despedía de sus discípulos. “Le pediré al Padre que les de otro defensor, que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la Verdad. El mundo (aquellos que no conocen a Dios) no pueden recibirlo, porque no lo ven ni lo conocen; ustedes, en cambio, lo conocen, porque vive en ustedes y está con ustedes. No les dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero ustedes me VERÁN Y VIVIRÁN, porque yo sigo viviendo. Entonces sabrán que yo estoy con mi Padre, y ustedes conmigo y yo con ustedes. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.” (Jn 14, 15-21)

Los que conocemos la Palabra Revelada, sabemos que con nuestro Bautismo recibimos al Espíritu Santo y entonces ÉL habita en nosotros, y como decía San Juan “podrán hacer las cosas que yo hago”. Lo que pasa es que todavía no tenemos esa fe que mueve montañas. Si dejáramos actuar al Espíritu Santo que habita en nosotros y no lo coartamos, seríamos muy diferentes a lo que acostumbramos ser.

Pero, somos todavía demasiado orgullosos y poco humildes, para entregarnos en cuerpo y alma al Espíritu del Señor.

“La revelación cristiana no habla nunca de un Dios impersonal, de una potencia que avasalla o que infunde terror, sino que desvela una maravillosa realidad divina, que envuelve personalmente. El Dios manifestado por Jesucristo es un Dios personal, aún más, es la comunión de Tres Personas; esto quiere decir que la esencia de Dios es la comunión (koinónia), es decir, la Trinidad. El Dios revelado por Jesucristo, el único y verdadero, es esencial y absolutamente diverso del Dios de cualquier otra religión. Esta afirmación es fundamental: todo se sostiene o cae en la medida en que la realidad de Dios sea o no sea Trinidad.

Pero, ¿qué significa que Dios es Trinidad? Jesús ha revelado que Dios es “Padre” en un sentido inaudito: no lo es sólo en cuanto a Creador; es eternamente Padre en su relación a su Hijo unigénito, que recíprocamente no es Hijo más que en relación al Padre. Aceptar el sentido y significado de la revelación trinitaria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo sólo es posible en la referencia al contenido del mensaje neotestamentario. Es posible hacerse cuenta, en cierto sentido, sobre qué quiere decir la afirmación de que Dios, en su esencia, es Trinidad-Comunión si se considera que, según la revelación, “Dios es Amor” (1 Jn 4,16). Esta expresión significa que Dios es Dios, precisamente porque desde toda la eternidad, el Padre genera el amor, libremente, al Hijo y, con el Hijo, nos deja al Espíritu Santo. En este sentir se coloca la teología de los primeros concilios ecuménicos y la de los Padres de la Iglesia. Es una profesión de fe trinitaria, por la cual se dice: “Cuando digo Dios entiendo al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”, y llega a ser absolutamente normativa para la ortodoxia cristiana.”(Tomado de El Espíritu del Señor, del Jubileo del año 2000)

Vamos a vivir conscientes de que El Espíritu del Señor anida en nosotros y por eso nuestra actitud en la vida deberá ser entonces muy diferente de lo que ha sido hasta ahora. Que El Espíritu del Señor nos revele contínuamente Su Justicia, Su Paz y Su Verdad. Amén!