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La vida: ¿cómo y quién la generó?

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Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

Muchos de nosotros nos preguntamos cómo se genera la vida, y la mente grafica con ideas y pensamientos de cómo se logra esta. Se colige que surge por ayuntamiento de la pareja o por invitro, procesándose automáticamente su desarrollo con el impulso para expresar la vida.

La vida es la esencia o aliento que se inserta como esfuerzo del Ser Supremo, que hace al hombre un ente irrepetible, expresándose como el más grande milagro procesado en el laboratorio genético con base en la matriz o útero. Ha de entenderse que el cuerpo es el reservorio o arquetipo humano para que coexistan espíritu y alma, que sin estos solo es materia inerte. Es importante comprender que el alma penetra al feto para manifestarse como vida en el momento del nacimiento cuando expulsa el primer grito, por cuanto durante su desarrollo embrionario, tiene la llamada vida orgánica, y es así que, en comparación con otras expresiones como seres orgánicos e inorgánicos, se manifiestan con instinto propios de existencias. Es entonces que debe entenderse que el alma es sinónimo de vida -aliento vital-, ella es la responsable de asumir los eventos o procesos de la existencia, y como tal es la que experimenta el disfrute del gozo o el dolor del sufrimiento.

¿Por qué? se preguntará, creyéndose que el cuerpo como entidad anímica corpórea es el que debe sufrir, pero no es así, cuando se analiza, el alma da la residencia para la vida, y es la que finalmente regula los resultados.

No quiere decir esto, y va directo a los partidarios del aborto, aunque el alma todavía no esté en el feto, sí la tiene asignada por todo el proceso reencarnacionista y de efecto de sus programas kármicos a realizar para su desarrollo en su mundo.

Otra pregunta que se hace: ¿el espíritu, no es alma? Ambos se complementan como dualidad de manifestación en los planos sutiles de la conciencia, aunque el espíritu como átomo nous o simiente es partícula diferenciada del Espíritu Virginal, Omnipotente y Supremo, y por su cualidad in sito no se contamina, expresándose gráficamente como el novio que espera la novia para desposarla en el altar o tabernáculo, haciendo una simbiosis o unión de lo supremo con lo anímico, y con la investidura de la realización en los planos del espíritu.

En consecuencia, es responsabilidad individual y colectiva de cuidar la vida, sustrayéndose de pasiones nocivas, del sentimiento egoísta y de maldad que impelen por desconcierto e ignorancia, a despreciarla, toda vez que hay un laborioso diseño para la constitución por toda una pléyade de entidades de alta jerarquía, que intervienen para completar como entidad física, anímico y espiritual, propiciando con ello el producto final y perfecto al hombre, que Dios concibió como gran sueño e ilusión de la creación.

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